domingo, septiembre 03, 2017

QUIERO MI APODO


Mi bisabulelo Barbilla

            Concluido el periodo vacacional (¿se puede permitir a un jubilado esta expresión?) regresa la Agenda, aunque viene marcada por un hecho que me provoca expectación y nerviosismo a la vez: estoy a un mes, le recuerdo a Zalabardo, de presentar mi segunda novela, Como médanos. Será en Osuna, mi pueblo, en gran medida porque tiene un protagonismo especial en ella.
            Falto de Osuna hace muchos años. De entre mi familia, solo yo soy natural de Osuna. Los demás llegaron por circunstancias al pueblo y por circunstancias se marcharon. A nadie tengo allí salvo a mis amigos. También yo salí un día y, en todo el tiempo que he faltado, las visitas han sido esporádicas. En mi interior, no sé si por eso, bullía el sentimiento de que debía algo a mi pueblo. Y, tras tanto tiempo, pago esa deuda con esta novela, Como médanos.
            En el recuerdo que guardo de mi pueblo no es dato menor la consideración de la gran cantidad de familias y personas que eran más conocidas por su apodo que por sus apellidos. El apodo, que puede expresar una descripción, una cualidad o, incluso, una tara física, no debería molestar a nadie porque, en cualquier caso, termina por ser un apelativo individualizador y diferenciador frente al grupo. Recuerdo, de mi pueblo, apodos como Dientejaca, Pistolón, Chispo, Purero, Verdolaga, Jeringos lacios
            No hay que despreciar la naturaleza clásica de los apodos. Entre los romanos, el nombre lo formaban tres elementos: el praenomen, que venía a ser el nombre de pila; el nomen, que equivalía a nuestro primer apellido, y el cognomen, que no era más que un apodo.
            Muchos romanos han pasado a la historia más conocidos por su apodo que por su nombre: Mario Licinio Craso, Marco Tulio Cicerón, Publio Cornelio Escipión, Cayo Julio César, Marco Junio Bruto, Publio Ovidio Nasón… (Craso significa ‘grueso’; Cicerón aludía a una verruga en forma de ‘garbanzo’, que eso significa cicero; Escipión es ‘bastón’ porque fue báculo en que se apoyó su padre; a César se le llamó así, ‘peludo’, de forma irónica, ya que era bastante calvo; Bruto, como ahora, quiere decir ‘estúpido’; y Nasón alude a su ‘nariz’).    
            Pensando en estas cosas, me preocupaba presentarme ante mis paisanos sin apodo conocido en el pueblo. Ya digo que mi familia no tiene allí raíces. Nadie podría decir de mí: “Este es el hijo de, o el nieto de…” Entonces, mirando unas viejas fotos familiares recordé que, allí donde vivían, a mi abuelo paterno lo conocían como Rejano. ¿Razón? La desconozco; y a un bisabuelo materno se lo conocía como Barbilla. En este caso el origen del apodo está más que justificado, según se ve en la foto.
            Y por ese motivo, al ponerme ante mis paisanos el día de la presentación de mi novela, quiero, igual que ellos, tener mi apodo, que todos sepan que Como médanos es una novela que ha escrito un bisnieto de Barbilla. Así no me sentiré acomplejado.

sábado, agosto 12, 2017

VIAJE POR LA SIERRA DE FRANCIA. 5



Y final.
               Podría seguir contando más cosas: de lugares, de personas, de momentos en que la vista o el oído quedan extasiados.
            Pero todo podría quedar resumido en estas imágenes. He querido subir un vídeo, pero el programa no me lo ha permitido por su extensión. Desde la entrada a Mogarraz, en el lugar llamado El Calvario, se veía el amanecer así.



martes, agosto 08, 2017

VIAJE POR LA SIERRA DE FRANCIA.4


Peña de Francia

Las Ánimas, la Virgen de la Peña de Francia y La Coronada

            Siempre me ha interesado, en un viaje, conocer a la gente de un lugar, sus tradiciones y sus leyendas. Aquí os dejo algunas.
            Por toda la Sierra de Francia se habla de la Moza de Ánimas que, a la caída del sol, recorre la población, parándose en cada esquina, y, tras tocar su campanilla, salmodia la vieja oración: Fieles cristianos, acordémonos de las almas de Purgatorio, con un Padrenuestro y un Avemaría por el amor de Dios

Hornacina de la Ánimas. La Alberca
Oración por las Ánimas
            Solo La Alberca conserva la costumbre, aunque, lamentablemente, no he tenido ocasión de ver más que la hornacina de las Ánimas, adosada a un muro de la Iglesia de la Asunción, y hacerme una foto en la calle de la Puente con un maniquí.

La única Moza de Ánimas que hallé
            Si una leyenda recorre casi todos los rincones de esta comarca es la de la Moza Santa de Sequeros y Simón Vela. Juana Hernández fue una joven virtuosa de Sequeros. Murió en 1424 a causa de la peste. Pero, cuando sacaban su cadáver de la casa, su cuerpo se irguió y comenzó a lanzar una serie de profecías. La principal, que se mirase hacia la Peña de Francia, porque allí se hallaría una imagen de Nuestra Señora.

Monasterio benedictino de la Peña de Francia
            Diez años después, un monje francés, Simon Roland, tuvo un sueño en el que se le decía: Simón, vela, que en una alta peña encontrarás mi imagen. El monje se dedicó a correr toda la Bretaña obedeciendo aquella voz. Todo fue vano. Durante una peregrinación a Compostela y a Guadalupe, oyó hablar de la Peña de Francia, lo que lo animó a perseverar en lo mandado por su sueño: Simón, vela, que en una peña… Se cruzó con unos carboneros que pregonaban carbón de la peña de Francia y los siguió. En Miranda del Castañar le dijeron dónde estaba la Peña y recordaron la profecía de la Moza Santa de Sequeros, que así era conocida Juana Hernández

Peña de Francia, vista desde San Martín del Castañar
Gruta donde Simón Vela halló la imagen
Placa que cuenta el suceso
            Simon Roland, a quien todos llamaban ya Simón Vela, por las palabras de su sueño, halló en una cueva una imagen de una Virgen de tez negra. Ahora, en la Peña, hay un convento de dominicos. También una torre de comunicaciones que afea el paraje. Y una ermita que da acceso a la cueva donde se encontró la imagen.

Placa que cuenta el suceso
Virgen de la Peña
            La Virgen de la Peña ha sido, sin embargo muy andariega. ha estado en muchos lugares, fue robada y escondida en una bodega de Sequeros; por fin, nos contaba el guía del Santuario de Nuestra Señora de Robledo, la imagen original, deteriorada, está escondida bajo el manto de la imagen que se venera en la ermita de la Peña, pues la que se ve es solo una copia. En el Santuario de Sequeros se conservan, eso sí, los restos de la Moza Santa y de Simón Vela.


Santuario de Nuestra Señora del Robledo
Restos de Simón Vela y de la Moza Santa de Sequeros
            Otra leyenda, menos conocida, es la de la Coronada. En la nave de la epístola de la Catedral de Ciudad Rodrigo, en un muro se ve una pequeña lápida que dice así: Aquí yace la noble Marina Alfonso, comúnmente llamada la Coronada. Era de 1Z53. Debajo del texto, tallada, una corona. Cuenta la leyenda que esta Marina Alfonso fue una señora virtuosa a la que un rey cortejaba sin descanso. Finalmente, ella no pudo negarse y lo citó para una entrevista secreta. Pero, habiendo leído aquellas palabras de Cristo: Si tu ojo es ocasión de pecado, arráncatelo y arrójalo lejos de ti, urdió un plan. Cuando el rey entró en su aposento, ella se derramó encima un caldero de aceite ardiente que tenía preparado. Las graves quemaduras en rostro y cuerpo provocaron su muerte. El rey, arrepentido, mandó enterrarla con honores reales en la catedral. No se sabe bien cuándo, la tumba desapareció y solo quedó la pequeña lápida que hoy se ve. Dicen que la Z era un ardid para ocultar la identidad del rey. Pese a todo, hay historiadores que lo identifican con Juan II que, en 1453, se hallaba en la ciudad.

Lápida recordatoria de Marina Alfonso. Catedral de Ciudad Rodrigo