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Meandro de Melero |
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El viajero y el turista
Han
sido diez días correteando por los pueblos y caminos del Parque Natural de la
Sierra de Francia. No creo necesario insistir sobre la diferencia que hay hacer turismo y viajar. Al turista lo corroen las prisas (una visita guiada a
Ciudad Rodrigo dura, según la propaganda, entre hora y media y dos horas;
nosotros dedicamos casi un día a disfrutarla). Sigue a pies juntillas los
mandatos de internet o las guías turísticas (una señora, en La Alberca, decía a
sus acompañantes: “poneos ahí, que google dice que en la esquina de las Ánimas
se hacen fotos muy bonitas”). No deja monumento famoso sin ver ni tienda de
regalos sin visitar. En fin, cumple un rito mil veces repetido.
El
viajero, aunque planifique su viaje, va sosegado, sin urgencias, dispuesto a
dejarse sorprender y emocionar ante cualquier detalle inesperado; busca
integrarse en los lugares por los que pasa, conversa con la gente, trata de
conocer y entender sus costumbres y cultura, prueba sus comidas y bebe sus
vinos. Se olvida de la tele, la radio y los periódicos. En suma, disfruta de
una experiencia siempre nueva.
Establecimos
nuestro campamento base en Mogarraz, posiblemente la más hermosa población de
la zona, aunque ninguna de ellas (Miranda del Castañar, Sequeros, San Martín
del Castañar, Monforte de la Sierra, Casas del Conde…) desmerezca. Nos ha
quedado, quizá, un regusto raro: ver que La Alberca o Ciudad Rodrigo van sucumbiendo
al turismo desenfrenado y es triste ver la Plaza Mayor de estas ciudades,
bellísimas las dos, invadidas por las mesas de los restaurantes y los puestos
de recuerdos y productos varios. Una joven morena, guarda forestal que
patrullaba en la Peña de Francia, nos decía con voz apenada: “Ustedes tienen
suerte si están en Mogarraz”.
Pero
quedan aún muchos rincones a salvo, muchos caminos y montes en los que perderse
o ver salir y ponerse el sol. Volvemos con los ojos llenos de imágenes de estos
pueblos y sus senderos, de la Peña de Francia, del Camino del Agua, de los
ribazos del río Francia, de Las Batuecas, del Meandro de Melero… Y en los oídos
aún nos suenan las palabras de tanta gente, Luis Parras solo es uno de mucchos,
con quien hemos departido y que nos han contado leyendas e historias. Sé que
esas historias y leyendas se pueden encontrar en internet, pero no es igual
oírlas de boca de quienes son sus dueños y protagonistas.
Como
siempre, Zalabardo me pide que le hable de lo que he visto y oído. Y yo, con
placer, porque así revivo esos momentos, le cuento, en breves estampas, lo que
he vivido porque nada vale lo que uno ha vivido si no lo comparte.
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Calle de Mogarraz |
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Señales en el camino |
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Hablando con Luis Parras |
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Puente sobre Arroyo Milano |
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Mogarraz desde Monforte de la Sierra |
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Cueva de la Virgen Negra |
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Espadaña de la iglesia de San Martín del Castañar |
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Un alto en el Camino del Agua |
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¿Qué fruto es ese? |
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Anocheciendo en Monforte de la Sierra |
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El sol se levanta en dirección de Sequeros |
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Peña de Francia en la lejanía |
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Cigüeña en La Albarca |
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Camino del Agua |
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Río Francia entre Miranda y Mogarraz |
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Dintel de una vivienda de Mogarraz |
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Camino de Casas del Conde |
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Río Batuecas, junto al Monasterio de San José |
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Ensalada de limón serrano |
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