Y
de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena
que mi tía Léonie me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tila,
los domingos por la mañana en Combray
(Marcel Proust)
Asopaipas |
¡Mira que ha dado juego la dichosa
magdalena de Proust —le comento a Zalabardo— para todo el que quiera hablar de
la memoria involuntaria, esa que surge sin que sepamos bien cómo, por mucho que
de ello hablen los psicólogos, y que, una vez puesta en marcha, son impredecibles
los rumbos que seguirá!
Mi amigo me mira con fijeza porque
me conoce bien y sabe que también yo soy impredecible cuando me asalta la
añoranza del pasado. Lo que él ignora es que esta vez no ha sido una fortuita
experiencia sensorial la que me ha hecho asociar un instante presente con el
recuerdo de tiempos, ¡ay!, ya demasiado remotos. La edad hace que no podamos
esperar muchas noticias buenas de los amigos queridos, pues, parodiando a Quevedo, no hay calamidad que no nos ronde. Lo que tenemos cierto es que,
sigo valiéndome de sus versos, sabemos que ayer se fue, que hoy se está yendo y
que, toquemos madera, mañana aún no ha llegado.
Repapalillas |
Ignoro si las asopaipas, o solo su
nombre, son algo privativo de mi pueblo; muchas veces he repetido la temeridad
que supone afirmar que una palabra es de un lugar y que no hay discusión sobre
su denominación de origen. Me pasa igual con las repapalillas, que algunos
defienden ser también de Osuna; no sé si los repápalos a que se
refiere el DLE son lo mismo o no; en las repapalillas, la masa
guarda en su interior, además, el olor y el sabor del ajo, del perejil y, sobre
todo, del bacalao.
Ardoria |
Sí me atrevería a decir que es de
Osuna, no he oído la palabra en ninguna otra parte, el nombre ardoria. La ardoria
es el popular salmorejo cordobés, aunque se distingue de este en que lleva
algo más de pan y se acompaña de un poco de pimiento rojo. Además, el salmorejo
recibe nombres diferentes en lugares dispares (porra, coña,
carnerete,
zoque…)
e incluso en algún lugar, Ronda, designa un plato muy diferente, lo que engaña
a quienes allí lo piden. En cambio, la ardoria nunca creará confusión.
En estos recuerdos culinarios de la
niñez perdida me encontraba cuando decidí pedir ayuda a mis amigos de aquella
época, que lo siguen siendo. Y Pepe
Sarria me habla del bolo, cocido machacado y mezclado
con aceite y de las papas en paseo. En ese punto surge algo de polémica; Mariloli Corrales aduce que las papas
en paseo no son de Osuna, sino que se dan más en Estepa o en Gilena, y
cuenta cómo las hacía, creo que de ella hablaba, su abuela; tercia Ángeles Fernández y dice que ella las
cocina de forma distinta. ¿Qué importan esas diferencias? Lo que me vale es que
platos populares, tradicionales, de humilde origen, nos ponen en contacto y nos
hacen, desde la distancia, compartir idénticos sentimientos. Las papas
en paseo, cualquiera que sea la receta escogida, es un plato muy
parecido al hoy más extendido patatas a lo pobre. Tampoco creo que
sea de Osuna la receta de la tortilla en salsa, que hacía mi
madre, o la del apagaíllo de boquerones, de la que me habla mi hermana y que,
por lo que he encontrado, puede tener su origen en Doña Mencía (Córdoba). Para la
primera, se prepara una fritura clarita de tomates, pimientos y cebolla a la
que se añaden trozos de tortilla de patatas. El apagaíllo es un recurso
para aprovechar los boquerones fritos sobrantes de una comida anterior. Se prepara
un caldo, como una sopa, con aceite, ajo, laurel, pimentón, un poco de harina y
vinagre; cuando está, se añaden los boquerones.
Merengue para suspiros |
Pepe
Carmona, Reme, estos recuerdos
pertenecen a unos años y un espacio que compartimos; Zalabardo no os conoce,
pero me cree cuando les hablo de lo buenas personas que sois. Os deseo que
superéis pronto el mal trance por el que estáis pasando y os mando un fuerte
abrazo.
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