sábado, mayo 26, 2018

VER LOS CIELOS ABIERTOS


Esta mañana me envió tu madre a saber cómo estaba, y el triste caballero vio los cielos abiertos en verme; contóme sus penas, dando de todas la culpa a tus desdenes, y esto con tantas lágrimas y suspiros, que me obligó a sentirlas como propias.
(María de Zayas y Sotomayor)

            Dada mi natural tendencia al despiste y a perder el hilo de lo que hablo, Zalabardo suele preguntarme si se me ha ido el santo al cielo, que se decía del predicador al que, en mitad de su sermón, olvidaba aquello de lo que hablaba. Procuraré ser breve y esperemos que no me ocurra eso a mí hoy.
            Sobre cielo, por ahí va el apunte de hoy, existen bastantes expresiones y no todas positivas, según es lógico suponer. Por ejemplo, venírsele a uno el cielo encima es salirle todo mal, fracasar en el intento. Como cuando decimos que se nos han caído los palos del sombrajo.
            Así, pues, son variados los refranes, locuciones y frases de esta familia. Cuando alguien se enfada sobremanera por cualquier asunto, pone el grito en el cielo. La persona que tiende al fatalismo y cree que todo está sujeto a lo que el destino determine es de las que afirman que casamiento y mortaja del cielo bajan, sin tener en cuenta que lo segundo es seguro y nadie escapará de ese trance, aunque en lo primero algo tendremos que poner nosotros, para lo bueno o para lo malo.

            Hay quienes por temperamento, carácter o educación, tienen una visión muy incompleta de cuanto sucede en el mundo que habitan; son quienes ven el cielo por un embudo, del mismo modo que para los que son perezosos, tardos y descuidados en cuanto a la atención que deben a sus obligaciones podríamos decir que la oración de perro no llega al cielo. Por el contrario, para los diligentes que cuidan sus tareas sin reparar en lo que pueda acaecer vale lo de que agua del cielo no quita riego.
            Y quien pasa por situación delicada y desea mejorarla lo que hace es mudar de cielos. Del impaciente se dice que escupe al cielo, aunque para castigar tal impiedad se dijo que a quien escupe al cielo, a la cara se le vuelve. De quien busca lo imposible se dijo que no hacen sino dar puñadas al cielo. Y como aviso a quienes buscan alcanzar un resultado sin poner para ello los medios precisos viene bien lo de que lo suyo es como querer subir al cielo sin escalera.

Martirio de san Esteban. Juan de Juanes
            Pero terminemos de forma positiva. Cuando recibimos algo que no esperábamos y nos llevamos por ello una alegría, decimos que nos ha caído o llovido del cielo. Por fin, cuando hallamos remedio o solución a lo de desconfiábamos que pudiera tenerla, respiramos y vemos los cielos abiertos. Muchos somos los que alguna vez hemos empleado esta expresión. Lo que ya no es tan seguro, le digo a Zalabardo, es que todos los que la utilizan sepan su origen. San Esteban fue uno de los primeros mártires del cristianismo. Su vida y muerte se cuentan en los Hechos de los Apóstoles. Los sanedritas lo acusaban de blasfemo, pero no encontraban modo de contrarrestar los argumentos de Esteban en su defensa, quien, en un momento de su discurso, mirando hacia el cielo, dijo: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre a la diestra de Dios”. Los sanedritas, no pudiendo aguantar lo que consideraron blasfemia intolerable, lo sacaron y lo lapidaron.


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