Esta mañana me envió tu madre a saber cómo estaba,
y el triste caballero vio los cielos abiertos en verme; contóme
sus penas, dando de todas la culpa a tus desdenes, y esto con tantas lágrimas y
suspiros, que me obligó a sentirlas como propias.
(María de Zayas y Sotomayor)
Dada mi natural tendencia al
despiste y a perder el hilo de lo que hablo, Zalabardo suele preguntarme si se me
ha ido el santo al cielo, que se decía del predicador al que, en mitad
de su sermón, olvidaba aquello de lo que hablaba. Procuraré ser breve y esperemos
que no me ocurra eso a mí hoy.
Sobre cielo, por ahí va el
apunte de hoy, existen bastantes expresiones y no todas positivas, según es
lógico suponer. Por ejemplo, venírsele a uno el cielo encima es salirle
todo mal, fracasar en el intento. Como cuando decimos que se nos han caído los palos del sombrajo.
Así, pues, son variados los
refranes, locuciones y frases de esta familia. Cuando alguien se enfada
sobremanera por cualquier asunto, pone el grito en el cielo. La persona
que tiende al fatalismo y cree que todo está sujeto a lo que el destino
determine es de las que afirman que casamiento y mortaja del cielo bajan,
sin tener en cuenta que lo segundo es seguro y nadie escapará de ese trance, aunque
en lo primero algo tendremos que poner nosotros, para lo bueno o para lo malo.
Hay quienes por temperamento,
carácter o educación, tienen una visión muy incompleta de cuanto sucede en el
mundo que habitan; son quienes ven el cielo por un embudo, del mismo
modo que para los que son perezosos, tardos y descuidados en cuanto a la
atención que deben a sus obligaciones podríamos decir que la oración de perro no llega al
cielo. Por el contrario, para los diligentes que cuidan sus tareas sin
reparar en lo que pueda acaecer vale lo de que agua del cielo no quita riego.
Y quien pasa por situación delicada
y desea mejorarla lo que hace es mudar de cielos. Del impaciente se
dice que escupe al cielo, aunque para castigar tal impiedad se dijo que a quien
escupe al cielo, a la cara se le vuelve. De quien busca lo imposible se
dijo que no hacen sino dar puñadas al cielo. Y como aviso a
quienes buscan alcanzar un resultado sin poner para ello los medios precisos
viene bien lo de que lo suyo es como querer subir al cielo sin escalera.
Martirio de san Esteban. Juan de Juanes |
Pero terminemos de forma positiva.
Cuando recibimos algo que no esperábamos y nos llevamos por ello una alegría,
decimos que nos ha caído o llovido del cielo. Por fin, cuando hallamos remedio
o solución a lo de desconfiábamos que pudiera tenerla, respiramos y vemos
los cielos abiertos. Muchos somos los que alguna vez hemos empleado
esta expresión. Lo que ya no es tan seguro, le digo a Zalabardo, es que todos
los que la utilizan sepan su origen. San
Esteban fue uno de los primeros mártires del cristianismo. Su vida y muerte
se cuentan en los Hechos de los Apóstoles. Los sanedritas lo acusaban de
blasfemo, pero no encontraban modo de contrarrestar los argumentos de Esteban en su defensa, quien, en un
momento de su discurso, mirando hacia el cielo, dijo: “Estoy viendo los cielos
abiertos y al Hijo del Hombre a la diestra de Dios”. Los sanedritas, no
pudiendo aguantar lo que consideraron blasfemia intolerable, lo sacaron y lo
lapidaron.
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