Por el Camino del Cristo |
Alonso
Quijano vivía en un lugar de cuyo nombre Cervantes prefiere no acordarse; Dulcinea vivía en El
Toboso, lugar próximo al del hidalgo. Apenas si se menciona algún otro topónimo
en la novela, aunque parece claro que la mayor parte de los hechos suceden en
el Campo de Montiel, comarca que se extiende por tierras de Ciudad Real y
Albacete, pues ya en las primeras páginas lo leemos: “…comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel”. Y era
verdad que por él caminaba…
La
Mancha, y más concretamente el Campo de Montiel, es una casi inextricable red
de caminos. En tiempos de Cervantes,
era el cruce de los que iban o venían de o hacia Toledo, Madrid, Córdoba,
Murcia, Valencia, Granada, Zaragoza… Y Cervantes
conocía aquella auténtica tela de araña. Sin embargo, en la actualidad, algunos
caminos, como pudimos comprobar en Herrera de la Mancha, no llevan a ninguna
parte. Sobre ese mapa complicado, han abundado los intentos de situar las
andanzas de don Quijote. De las diferentes tesis sobre qué ruta siguió el
hidalgo, le digo a Zalabardo que me he inclinado por la de Justiniano Rodríguez Castillo. Dos razones lo explican: me parece coherente
con la lectura de la novela y me resultaba más cómoda en mi proyecto, que todo
hay que decirlo.
Bello camino... si condujera a alguna parte (entrada a Herrera de la Mancha) |
Vaya
por delante que recorrer la ruta del Quijote —no olvidemos que
se trata de una novela, que Cervantes
da pocas pistas y que en ocasiones cuesta ubicar las andanzas del caballero—
requiere buenas dosis de imaginación. Nada nos da certeza de que el autor
pensara en tal o cual zona para situar un episodio.
Así
que, sin ser la del alba, sino más tarde, y elegida Argamasilla de Alba como
patria de un Alonso Quijano trasmutado en don Quijote, creí
conveniente dirigirme hacia donde debió estar la venta en la que se hizo armar
caballero. Rodríguez Castillo la
sitúa al sur de Villarta de San Juan. Para acortar camino, nos recomendaron ir
por Herrera y de allí a Los Llanos del Caudillo, junto a la actual autovía de
Andalucía. Zalabardo se ríe cuando se lo cuento porque el caso es que Herrera
de la Mancha, perfectamente localizado en las señales de carretera y en los
mapas, es un pueblo fantasma, deshabitado (salvo por dos feroces y enormes
perros que nos salieron al paso y nos obligaron a refugiarnos en el coche a
toda prisa) y del que no sale camino a ninguna parte, pues lo impide el trazado
del tren.
Por aquí debió estar la venta en que fue armado caballero |
Eso
nos obligó a dar un largo rodeo para llegar a Los Llanos. En un restaurante a
orillas de la autovía (herederos de antiguas ventas y caminos), solicitamos
información a un empleado. El pobre se sintió como si sufriera un atraco: “Si
le digo la verdad, yo tuve que ponerme a trabajar muy joven y del Quijote
no sé nada”. Un taxista que tomaba café en la barra nos confirmó que la carretera
de Herrera a Los Llanos, aunque venga en los mapas, no existe. Pero que a cosa
de quinientos metros de allí había una zona que llaman Las Ventas. Todo
coincidía con la documentación de que disponíamos, pero ni rastro de Venta
Quesada.
No
obstante, por allí debió ser armado caballero don Quijote; por allí tuvo
el encuentro con los mercaderes que iban hacia Murcia; en una de las escasas
encinas que se ven pudo Juan Haldudo tener atado al joven Andrés
para azotarlo por descuidado con el ganado y por aquellos llanos debió trabar
la sin igual lucha con el Vizcaíno.
Junto al Azuer, entre esos árboles, se elogió la Edad de Oro |
Algo
mohínos, partimos hacia Membrilla. En las afueras del pueblo, junto a un
puentecillo sobre el río Azuer, se extiende un llano y se levantan unos árboles
que ofrecen amena sombra. Buen marco para la majada de los pastores que
acogieron a caballero y escudero y compartieron con ellos su comida. No cuesta
imaginar en aquel ambiente el eco del famoso discurso: Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron
nombre de dorados…
En
tan plácido lugar llegó a sus oídos llegó la noticia del triste fin de Grisóstomo,
muerto de amores por la bella Marcela. Algunos pastores tomaron la
decisión de asistir al entierro que tendría lugar junto a unas peñas en que
mana una fuente. En la zona no hay otras peñas que las laderas de la sierra del
Cristo, sobre la que hoy se asienta San Carlos del Valle, población a la que
todos siguen llamando El Cristo.
Supuestamente,
deberían haber cogido el todavía conocido como Camino del Cristo y por él
preguntamos. La gente nos decía: “¿Por qué van a ir ustedes por ahí si por la
carretera se llega antes y mejor?” Si les indicábamos la razón de nuestro
propósito, torcían el gesto y ponían cara de considerarnos locos.
¿Dónde está el camino? |
Primero
nos dieron una información equivocada y, después de mucho circular entre viñas,
y viendo que nos alejábamos de la sierra, tuvimos la suerte de encontrar a un
campesino (La Mancha es una llanura inmensa donde resulta difícil encontrar una
casa o a una persona) que nos avisó de que íbamos mal orientados y aquel no era
el Camino
del Cristo. Vuelta atrás hasta Membrilla y a seguir indagando. Por fin
encontramos a alguien que sí conocía el Camino, pero que insistía: “¡Pero si
por la carretera se llega en un momento!”
Estos son los molinos que don Quijote encontraría hoy |
Andando
y desandando entre viñedos, temiendo en ocasiones que el coche quedara
atascado, descubrimos tres cosas. Una, que la gente no conoce los caminos y siempre
nos soltaban la misma letanía: “¡Si por la carretera se va mejor…!” Otra, que muchos
caminos han sido invadidos por los cultivos. Como por encanto de magos y hechiceros,
de pronto, el camino desaparecía. Y la tercera, que no solo los caminos han cambiado
en La Mancha. El paisaje se va poblando de unos molinos que poco se parecen a
los que exaltaron la imaginación de don Quijote. Pudimos al fin llegar
al hipotético lugar del entierro de Grisóstomo, pero ya no quedaban ni
parientes ni amigos a los que dar el pésame.
Entre esas peñas enterraron a Grisóstomo |
¿Qué ejércitos son estos? |
En
Alcubillas hicimos un nuevo intento de retomar el Camino del Cristo hasta
Villanueva de los Infantes para poder visitar las ruinas de La
Casa del Capitán, supuesta Venta de Juan Palomeque, donde Sancho
sufrió tan humillante manteo. Nuevo fracaso. Idas y venidas, avances y
retrocesos, cruces de caminos sin señalización alguna, extravíos entre viñedos
sin fin… No me extraña que don Quijote, más de una vez, ante
cualquiera de estas infinitas encrucijadas, dejara que Rocinante fuera quien
decidiera por dónde seguir.
La Casa del Capitán, ¿Venta de Juan Palomeque? |
1 comentario:
La Venta de Quesada estaba, justo detrás de donde echaste la foto. Solo queda un amontonamiento de piedras arrinconado. En las fotos aereas del llamado Vuelo Americano del 56, todavía se aprecian restos de paredes y cimientos. Un saludo
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