Compañía del Centro Dramático Galego: La ópera de los tres reales |
Rara es la publicación que no
incluye un espacio dedicado a reconocer los propios errores, débanse estos a
accidente, lapsus o simple desconocimiento. Comento con Zalabardo el amable
comentario del señor Potoca, que me
advierte sobre la confusión en que incurro entre Maki Navaja y Pedro
Navaja. En efecto, como él me indica, la canción de Rubén Blades que yo
mencionaba es Pedro Navaja, mientras que la historia de Mackie
Navaja (que no Maki, como veremos) va
por otro lado. Zalabardo se ríe y me espeta: “¡Vaya, hombre, al primer tapón,
zurrapa!”, que es lo que se dice cuando, a la primera ocasión, se comete un
error.
Agradezco al señor Potoca su corrección por un doble motivo. El primero, porque
me permite corregir el apunte y deshacer el entuerto. Y el segundo porque me da
ocasión y tema para el apunte de hoy, que girará en torno al error humano y al
personaje Mackie el Navaja.
Vamos con los errores. Suele utilizarse
con frecuencia para disculpar nuestros deslices la expresión errare
humanum est, o sea, que equivocarse es algo humano, frase que se atribuye a san Agustín. Por supuesto
que es propio de nuestra condición y no hay que confiar en quienes presumen de
no equivocarse nunca. Pero la frase del obispo de Hipona, que vivió a caballo
entre de los siglos iv y v de nuestra era, era algo más extensa: Es
propio del hombre el error; pero es diabólico mantenerse en él por orgullo.
Por otra parte, debe tenerse en cuenta que la frase no es del todo original, ya
que bastante antes, en el siglo i
a.C., Cicerón había dicho algo así: Común
es errar; solo el ignorante persevera. Y alguien un poco más joven, Tito Livio, matizó: El
error humano siempre es digno de perdón.
Y pasemos al asunto de Mackie
el Navaja. Por supuesto, cuando escribía, los cables se me cruzaron y
en lugar de Pedro escribí Maki. Por lo que sigue, espero que
se entienda que mi error no es que sea ya comprensible, sino que no será
merecedor de que se me ponga de rodillas con los brazos en cruz mirando hacia
la pared, como se hacía antiguamente en algunos colegios, o que se azoten mis
nalgas con una fusta.
Cartel anunciador de La ópera de los tres centavos |
Mackie el Navaja es un personaje que
surge, salvo que yo esté errado, en Die Dreigroschenoper
(traducida en nuestra lengua como La ópera de tres centavos, aunque
otras veces aparece como de los dos o los cuatro e incluso los tres reales), estrenada
en 1928 y cuyo libreto escribió Bertolt
Brecht. El protagonista de la historia contada, un individuo de los bajos
fondos, se llamaba Macheath, conocido también por el alias de Mackie el Navaja (Mackie
Messer). La obra se inicia con la aparición de un músico callejero que
interpreta La verídica historia de Mackie el Navaja, cuyo comienzo es:
El tiburón tiene dientes
y los muestra en su cara;
pero Macheath tiene un cuchillo
y el cuchillo no puede ser visto.
En la edición que yo tengo, esa
estrofa se traduce así:
Los caimanes tienen dientes
que no tratan de esconder;
pero Mackie no nos muestra
su navaja, bien lo sé.
Bastantes años después, me parece
que fue Bobby Darin quien realizó
una versión de la canción, titulándola Macheath the Knife, que, traducida
del inglés, comienza:
Oh, el tiburón tiene dientes bonitos, querido,
y él los muestra de un blanco nacarado.
Sólo una navaja tiene MacHeath,
querida,
pero la mantiene fuera de la vista.
Creo, y digo creo porque no tengo la
plena seguridad, que esta es la versión que luego hizo famosa el mismísimo Frank Sinatra. Sí es seguro que, entre
nosotros, es la que sirvió de base a Miguel
Ríos para la suya:
Si el diablo tiene cuernos,
la serpiente cascabel,
Mackie tiene una navaja,
pero nadie la puede ver.
Como en casi todas las historias
aparece alguna rareza, en esta también la hay: la versión que grabó José Guardiola allá por 1960, cuya
letra transformaba hasta límites insospechados la historia original:
Desde Texas a Montana,
desde Kansas a Oregón,
cruza Mackie
Mackie el Navaja
con el aire de un ciclón.
Makinavaja, de Ivà |
Y nos queda, por fin, Makinavaja,
así, todo junto. Makinavaja fue un personaje de cómic creado por Román Tosas, más conocido como Ivà, dibujante que colaboró con
revistas de humor como El Papus, Hermano Lobo, Barrabás
y El
Jueves. En las páginas de esta última, a finales de la década de los
ochenta, aparecieron las historias de Makinavaja, el último choriso, al
igual que otra serie también famosa, Historias de la puta mili. Este Mikinavaja
de Ivà estaba inspirado, por
supuesto, en toda la genealogía citada, ya que, en efecto, el Macheath
de Brecht era un delincuente.
Así que, señor Potoca, muchas gracias.
1 comentario:
De nada don Anastasio.
Publicar un comentario