El
feminismo no es la lucha de sexos, ni la enemistad con el hombre, sino que la
mujer desea colaborar con él y trabajar a su lado (Carmen de Burgos, 1927)
Carmen de Burgos y Seguí (1867-1932) |
Leía recientemente un artículo de Pedro Álvarez de Miranda, catedrático y académico (Nosotras venimos dispuestos), en el
que, con no poco humor, vuelve sobre la tendencia de nuestros
políticos a seguir dando la tabarra a cuenta del dichoso desdoblamiento del género.
Aconsejo su lectura a quien no lo conozca: http://elpais.com/elpais/2016/09/05/opinion/1473088930_657891.html
.
En fecha más cercana, una amiga, Mariloli Corrales, compañera del grupo
de quienes hicimos juntos el bachillerato en Osuna, en años que ya no hay ni
que recordar, pedía ayuda para localizar la fecha de publicación de un libro de
cocina escrito por Carmen de Burgos y
Seguí. La búsqueda me resultó muy instructiva. Confieso que ni Zalabardo ni
yo teníamos la menor idea de quién fuese esta mujer, que vivió a caballo entre
los siglos xix y xx. Quien piense en una
eficiente ama de casa ocupada en reunir sus recetas se lleva la sorpresa de que
Carmen de Burgos fue maestra, novelista,
ensayista, periodista, corresponsal en la Guerra de África, pionera del feminismo
en nuestro país, defensora del divorcio, sufragista, defensora de la objeción
de conciencia ante la guerra y no sé cuántas cosas más.
Quise conocer algo sobre ella y he localizado
un libro suyo, La mujer moderna y sus derechos, de 1927, y un artículo (creo
que reciente) que Mar Abad le dedica:
Carmen
de Burgos, la escritora y activista que Franco borró de la historia. Por
supuesto, aconsejo su lectura de ambos. Se pueden encontrar en Internet.
Del libro de Carmen de Burgos me han llamado la atención dos detalles: uno (de menos
valor), que siendo ferviente defensora de los derechos de la mujer, no acaba de
cuadrar con lo que hoy pensamos que es una feminista; y el otro (más importante),
que al hablar del tema, nunca confunde sexo con género. Por eso recordé
el artículo de Álvarez de Miranda. Y
me hice una pregunta: ¿pero aún es necesario insistir en que una cosa es género
gramatical y otra muy diferente es sexo? Pues parece que sí. Porque
resulta que la inmensa mayoría de quienes hoy claman por el desdoblamiento del
género en el habla y la escritura (niños y niñas, andaluces y andaluzas,
etc.) no quieren entender que el encomiable deseo de alcanzar la necesaria igualdad
de derechos entre mujeres y hombres no tiene que pasar por pisotear la lengua. A
quienes siguen esa senda aconsejo especialmente la lectura del libro de Carmen
de Burgos, obra discutible en algunos aspectos, se escribió hace ya
casi un siglo, pero digna de elogio en bastantes más.
Zalabardo me pide recordar un artículo de Fundéu sobre el género
titulado ¿Lenguaje inclusivo? Se dirige a quienes acusan de exclusivas,
porque piensan que quedan fuera las mujeres, expresiones del tipo Se
invitó a todos los abogados y solicitan la “creación” de un lenguaje
inclusivo, es decir, que refleje por igual a hombres y mujeres. Fundéu argumenta que, precisamente por
existir eso del género no marcado, la frase criticada es más inclusiva que
cualesquiera de las otras soluciones propuestas. Razón: cuando se habla de abogados
se sobreentiende a hombres y mujeres; en cambio, al hablar de abogadas
quedan claramente excluidos los hombres. Fundéu
prueba, además, que el desdoblamiento no solucionaría la cuestión denunciada,
puesto que hay muchos casos en los que es de todo punto imposible (¿qué
desdoblamiento sustituiría a Ella
y él están casados?) o incurre en creaciones aberrantes que contravienen
la necesaria economía del lenguaje (Todas nosotras y todos nosotros estamos equivocadas
y equivocados). No hay, concluye, un lenguaje más inclusivo, pese a las
críticas, que el que emplea el masculino como género no marcado. También
recomiendo esta lectura (http://www.fundeu.es/noticia/lenguaje-inclusivo-6151/
Álvarez
de Miranda intenta aclarar esto de dice Fundéu apoyándose en la naturaleza de lo que llamamos género
no marcado. Como los no especialistas, la mayoría de la gente normal, no tienen
por qué saber qué es eso de marcado y no marcado, intentaré explicarlo
con brevedad.
La lengua funciona, básicamente,
obedeciendo un sistema de oposiciones. Por lo común, de dos elementos, aunque
pueden ser más (singular/plural, masculino/femenino, presente/pasado/futuro, sordo/sonoro,
individual/colectivo, etc.). Para alcanzar un sistema sencillo y de fácil
aprendizaje y uso para el hablante, aparecen las marcas y, consecuentemente,
se habla de elementos marcados y no marcados. El elemento marcado es el que
presenta el conjunto de las características de la palabra más una, que es la
que lo diferencia del no marcado. ¿Qué quiere decir eso?
Pongo un ejemplo fácil. Si yo digo El francés es elegante, hablo de ‘todas
las personas nacidas en Francia’; pero si digo La francesa es coqueta,
estoy hablando de las ‘personas nacidas en Francia que, además, sean mujeres’
(esa es la característica de más). Si nos fijamos, vemos que francesa,
femenino, es el género marcado por tener una característica propia (‘ser mujer’)
que no hay en francés, masculino, que será el género no marcado y, por
ello, podrá designar tanto a la mujer como al hombre. Si en lugar de género
atendemos al número, francés, singular, es el número
no marcado pues sirve tanto para uno como para muchos; en cambio, franceses,
plural, es el número marcado, ya que une a su significado la característica
de referirse a muchos.
No conocer esto, que género
es categoría morfológica y sexo es rasgo biológico, o que la
lengua busca atajos (economía de lenguaje) para ser lo más sencilla posible es
la razón de la sinrazón lingüística que hemos de soportar. Por eso pediría a
nuestros políticos (y políticas), que son quienes han impuesto tan nociva moda,
por encima incluso de las propias feministas, lo siguiente: primero, que se
dejen de zarandajas y piensen que, en este momento, es más importante lograr un
gobierno que dedicarse a maltratar el lenguaje. Y segundo, que si en sus
absurdas peleas por ver quién es más tozudo les queda algo de tiempo, lo ocupen
aprender de Carmen de Burgos muchas cosas
sobre las que ellos no tienen ni puñetera idea. Por muy diputados y diputadas
que sean. Y, de paso, que aprendan un poquitín de gramática, que nunca viene
mal. Pues, puestos a renovar y ya que el desdoblamiento es antiestético, aparte de que infringe el principio de economía, pidamos convertir el femenino en género no marcado. Eso sí, con todas sus consecuencias.
1 comentario:
(El comentario anterior iba para este post. Creo que el móvil me la ha jugado esta vez)
Publicar un comentario