Ella
reía. Tenía un saquito verde oscuro sobre una blusa blanca. Estaba despeinada,
pero nada más que en la mitad derecha, como si un ventarrón la hubiera alcanzado
solo de ese lado. (Mario Benedetti)
La Maroma, Málaga, nevada |
Cuesta imaginar que hace 60 años existiera
en España un instituto de bachillerato mixto. El de mi pueblo, Osuna, no solo
era el único centro de bachillerato de la provincia de Sevilla, aparte de los
de la capital, sino que era mixto. Los compañeros (y compañeras, pues en este
caso es casi obligado decirlo) que comenzamos a estudiar en él en 1956 hemos creado
un grupo de whatsapp y, cada vez que tenemos ocasión, nos reunimos. A uno de
los miembros, el querido e inefable Bertuchi,
aprovechando la baja temperatura de estos últimos días, se le ha ocurrido preguntar
quién sabe la continuación del refrán Cuando el grajo vuela bajo… Le comento
a Zalabardo que eso nos ocurre a los mayores, que soltamos obviedades pensando
que nadie las conoce, aunque sean más viejas que andar para adelante. Por
seguir en la línea, yo le he contestado si conocía él la continuación del
refrán, pues la tiene: y si se posa en los balcones…
Osuna, 1955 |
Pero, hablando de frío, he recordado
otras cosas que, estas sí, es posible que mucha gente joven no conozca. Por
ejemplo, cuando yo era niño, mi madre no dejaba de recordarme, en días
invernales, que me pusiera el saquito. En algún lado (aunque no recuerdo
dónde) he leído que saquito es una palabra andaluza. Pudiera ser, aunque lo cierto
es que hemos abandonado su uso, mientras que en bastantes países de Sudamérica la
conservan. Alcalá Venceslada dice
que el saquito es ‘casaca corta femenina de paño o punto’. Siento no
estar del todo de acuerdo, ya que la casaca lleva mangas y es generalmente
abierta por delante. La foto que adjunto, del año 1955, cuando nos preparábamos
para el examen de ingreso, muestra que la mayoría llevamos saquito, con o sin mangas
(ese zagalillo sonriente y de piel cetrina que está junto al fraile de gesto
serio soy yo, le indico a Zalabardo).
Saquito viene de saco,
que ya Covarrubias decía que era una
‘vestidura vil de que usan los serranos y gente muy bárbara’. Este saco
no procede del latín saccus, ‘costal, talega’, sino de sagum,
que a su vez viene del griego σάκκος, que significa ‘sayal’. O
sea, que o esa pandilla con caras inocentes éramos unos salvajes o la prenda fue perdiendo
vileza con el tiempo. Ese mismo tiempo que, a su vez, le ha quitado hasta el
nombre. Hoy, sin que todas esas prendas coincidan, se emplea más jersey,
suéter,
sudadera,
chándal,
buzo…
Casi todas ellas, de origen foráneo. Jersey procede, parece no haber
dudas, de la prenda confeccionada con lana en las islas Jersey y que cubría
desde el cuello hasta la cintura. Hacia el siglo xix, el jersey comenzó a llamarse suéter
(de sweater,
‘para sudar’). La diferencia está en que el suéter tiene mangas y el saquito
podía ser con o sin ellas. Luego fueron viniendo las demás.
Viaje de estudios, ¿1962? |
Lo que describe Alcalá Venceslada es más bien la rebeca, que es una chaquetilla
de punto, sin solapas, abierta y con botones. En la otra foto de grupo, ya de
bachillerato, se ve que mientras algunos llevamos saquito, algunas de ellas
llevan rebeca. La rebeca, que hoy usan tanto hombres
como mujeres, es lo que se llamaba, y en muchos lugares aún se le sigue llamando,
cárdigan.
Se dice que el nombre proviene de James
Thomas Brudenell, séptimo conde de
Cardigan, que popularizó su uso. ¿Por qué, entonces, rebeca? Muy fácil; en
1940, Alfred Hitchcock rodó una película,
Rebeca,
en la que la protagonista usaba dicha prenda. La película se hizo tan popular
en nuestro país que el nombre de la protagonista se desplazó hasta el de la
prenda. Para no quitar del todo la razón a Alcalá
Venceslada digamos que la rebeca es un saquito abierto y con botones.
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