Dans
une bourgade de la Manche, dont je ne veux pas me rappeler le nom, vivait, il
n’y a pas longtemps, un hidalgo de ceux qui ont lance en râtelier, rondache antique,
bidet maigre et lévrier de chasse.
(Traducción al francés del Quijote, por Louis Viardot, 1836)
En el Génesis leemos que Dios hizo
desfilar ante Adán a todas las
clases de animales creados para que les pusiese nombre; pero debemos pensar que nuestro ancestro común
tendría que nominar todo lo creado, pues nada tenía nombre. Desde entonces, ha
llovido y Adán dejó de estar entre
nosotros. Pero no ha cesado la necesidad de poner nombre a cuanto existe. Y esa
obligación fue una parte mínima de la herencia que nos quedó. Pero, le digo a
Zalabardo, la lista de posibles nombres se va agotando y cada día cuesta más
trabajo encontrar el que cuadre. Por eso, en bastantes ocasiones, tenemos la
impresión de que el origen de algunas palabras es chusco y, en no pocos casos,
diríamos que, por lo menos, curioso.
Aunque para muestra vale un botón,
yo voy a tener la osadía de traer tres: estraperlo, bidé o esnob.
No quiero preguntarle a Zalabardo si conoce su origen porque, aunque mi amigo
no es ningún zoquete, tampoco hemos de pedirle que sea el Espasa. La primera, estraperlo,
es española. En tiempos de la Segunda República Española, de modo fraudulento
pero a lo que parece poco extraño, corrompiendo a autoridades de todos los
niveles, se autorizó una ruleta que, aparte de ilegal, ya que el juego estaba
prohibido, estaba trucada. Su marca era Straperlo, acrónimo del nombre de
los propietarios de su licencia (Strauss, Perel y Lowann). La palabra llegó a convertirse en
nombre común y en el DRAE leemos que estraperlo significa
‘comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa’.
Bidé procede del francés bidet
y, no tenemos que extrañarnos de que en el texto que encabeza esta entrada se
use para nombrar al rocín de don Quijote, pues la palabra
significaba tanto ‘rocín’ como ´caballito’. Por eso, cuando se inventó ese ‘aparato
sanitario para la higiene íntima’, se le puso tal nombre por el modo en que una
persona se sienta sobre él, a horcajadas, como si montase un caballo.
Y nos queda esnob, un anglicismo. Cuentan
que su origen hay que buscarlo en el periodo en que centros educativos muy
elitistas se vieron obligados por ley a admitir alumnos de clase humilde, uno
de ellos —dicen que Oxford, Cambridge o Eton— escribía en la ficha de inscripción
de los más defavorecidos S/nob (sine nobilitate, ‘sin nobleza’),
que no tardó en convertirse en snob y aplicarse a la ‘persona que imita con afectación las maneras,
opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos’.
Las palabras, pues, le digo a Zalabardo,
aparecen y desaparecen, o, con el tiempo, suben y bajan de categoría sin que
haya más razón que el azar. Y le explico a Zalabardo por qué motivo cuento todo
esto. Hace unos días, en una charla de amigos, a través de whatsapp (intervenían
José María Pérez, Carmen Olid y no recuerdo quién más) surgió
por casualidad la mención de una manzanilla jerezana y que lleva por nombre Papirusa.
Alguien planteó la cuestión de qué significaba papirusa y hubo quien respondió
que ‘mujer bonita’ o algo así.
Confieso que no conocía la palabra
ni tenía la menor idea de su significado. Pero me picó la curiosidad y me puse
a buscar. No la encontré en ninguno de los diccionarios españoles merecedores
de crédito. Me lancé, pues, a Internet. Y ahí encontré el primer cabo que podía
ayudarme a desenredar la madeja. Descubrí que es un término argentino, propio
del habla marginal, que significa ‘mujer bonita’. Regresé a los diccionarios y
esta vez eché mano del Diccionario de Americanismos. Allí
estaba papirusa. Leí que se emplea en Argentina y Uruguay, que es poco
usado, que se da tanto en la lengua culta como en la popular y que es más común
en el habla espontánea. Significado: ‘Mujer, especialmente hermosa y atractiva’.
Varios aspectos me llamaron la
atención. ¿Por qué, al mismo tiempo, se dice que es marginal y poco usado, o
que se da en todos los ámbitos, pero de manera espontánea? No lo tenía claro y
volví a rastrear en Internet; encontré algo más: ahora se me decía que su significado
es ‘mujer de vida licenciosa o irregular’, que es un lunfardismo y que sinónimos
suyos son mina y percanta. Busco mina, que, aunque
genérico de ‘mujer’, especialmente si es joven y atractiva, muy extendido en
toda América hispana, significa también, en determinados países, ‘prostituta’.
Y lo mismo sucede con percanta, que vale tanto para
‘mujer, especialmente la hermosa y atractiva’, como para ‘prostituta’.
¿A qué carta quedarse? Decidí,
finalmente, consultar el Vocabulario lunfardo de Adolfo Enrique Rodríguez. El lunfardo
es una jerga, un habla marginal propia de delincuentes y asociada al mundo del
tango, que se originó en Buenos Aires y sus alrededores en el siglo xix. Allí me encontré con que papiruso/a
se define como ‘lo que es muy bueno o hermoso // mujer’. Pero, mira por dónde,
le digo a Zalabardo, un lector, Ernesto
José Orueta aporta una breve nota que da la clave para entender esa oposición
‘mujer hermosa/prostituta’: deriva de las jovencitas polacas que allá por los inicios del 1900 eran
traídas engañadas con promesas de trabajo y terminaban esclavizadas en
prostíbulos, con sólo un camisón y un par de chancletas, para evitar su fuga.
Las chicas se animaban a pedirles “papjerosy”
(cigarrillos en polaco) a los clientes
jóvenes, que luego se daban dique [presumían] diciendo que estuvieron con una "papirusa".
Lo que no he conseguido saber es por
qué esa manzanilla luce tal nombre. Aunque he escrito a la bodega que la
elabora, no he recibido contestación.
1 comentario:
Estimadísimo:
Acá en ARGENTINA el término 'mina' perdió su fuerte significado marginal original y se lo utiliza como sinónimo de 'mujer' independientemente de su edad; así es muy común decir y oír frases tales como "es una buena mina" o "¡qué linda mina!" o "a esta mina no la entiendo".
El origen marginal de fines del siglo XIX y principios del XX era cuando la mujer estaba relegada a un papel secundario en el hogar, y aquellas que no cumplían con ese mandato (de casarse y tener hijos) eran dejadas de lado y consideradas de lo más bajo.
Y aquí el origen de su uso. ¿Qué hay más bajo que una mina? Pensemos que muchos de aquellos inmigrantes venían de ASTURIAS entre ellos mis ancestros.
Lic. Faustino Velasco - Buenos Aires - Argentina.
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