El
arroyo Valdeascas o del Jabalí, que cae al Tormes o a la garganta del Cuervo,
que tanto monta, por la orilla de la sierra, viene
escurriéndose, por el canal del Águila, desde el cerro del Mediodía, y se nutre
de la fuente del Charco y de los torrentillos de los Horcos, olla del Pino, el
Ranchito, las Pilas y los Pastores. (Camilo
José Cela)
Comento con Zalabardo cómo, a veces,
un cambio en el acontecer de la historia da un giro interpretativo a una
palabra, a un símbolo, a una costumbre, etc., que, de ser inocuo se nos
convierte de pronto en algo rechazable debido al nuevo sentido que ese
acontecimiento inesperado le dio.
Eso pasó, por ejemplo, con el
llamado saludo romano. En la columna de Trajano, se observa a un grupo de legionarios saludando al
emperador con ese gesto que, desaparecido el imperio, también decayó. Pero en
el siglo xviii retorna ese saludo
e incluso se le otorga un carácter solemne y se lo hace válido para los juramentos.
Tan es así que en los Estados Unidos se creó el llamado saludo Bellamy. Sin embargo,
en el siglo xx este saludo solemne
experimenta un giro notable y se carga de significado político. Mussolini lo impone como propio del régimen
fascista y no mucho después, veremos que Hitler
también lo impone en Alemania y Franco
en España. El saludo romano se carga, pues de connotaciones nazis y fascistas
hasta el punto de que, en 1942, en EEUU se prohíbe el saludo Bellamy para evitar
confundirlo con el nuevo aire que ha tomado ese brazo en alto.
En España tenemos un caso semejante.
Se repudia, hasta prohibirlo, el escudo que Franco decidió recuperar (aunque con modificaciones) como símbolo
del nuevo régimen surgido tras la guerra civil. Y así, nos encontramos con que
incluso se habla despectivamente del escudo (o la bandera) del aguilucho,
por considerarlos privativos de la dictadura y olvidando que su origen no es
otro que el que se dieron los Reyes
Católicos.
Esta confusión se acompaña de otra
(u otras), le digo a Zalabardo. La de convertir el mote o lema que aparecía en
el escudo de los Reyes Católicos, Monta
tanto, en Monta tanto, tanto monta, Isabel como Fernando, dando a
entender con ello que el mismo valor tenían las decisiones del rey que las de
la reina. El primer error que hay en esta interpretación es que esa versión
extensa es apócrifa, pura invención popular; el segundo, que, cuando Franco decidió recuperar el escudo de
los RRCC, suprimió el lema original
y lo sustituyó por el bien conocido Una, grande y libre; y el tercero,
que el Tanto monta correspondía solo a Fernando de Aragón y no tenía nada que ver con el sentido que
muchos quieren darle.
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Si consultamos el DRAE,
leeremos solo que la expresión tanto monta indica que una cosa es
equivalente a otra. Pero si miramos el Tesoro de la lengua castellana o española,
de Covarrubias, hallamos: Proverbio Tanto monta cortar como desatar; tomose este modo de decir de aquel
ñudo gordio, que no pudiéndole desatar Alejandro, lo cortó. Y si acudimos
al Vocabulario
de refranes, de Gonzalo de Correas,
podemos ver: Tanto monta cortar como desatar (es lo del nodus gordianus). Luego tenemos pruebas más que
suficientes de que Tanto monta cortar como desatar es un antiguo proverbio que se
remonta a la leyenda que nos cuenta cómo resolvió Alejandro Magno el problema de aquel intrincado nudo sobre el que
se afirmaba que quien lo desatara sería conquistador de Asia.
Y vamos ahora, le advierto a
Zalabardo, a meternos un poquito en historia y en cuestiones heráldicas, aunque
no demasiado, porque corremos peligro de perdernos; al menos yo, que no soy
experto en la materia. A lo largo de la historia, los monarcas han tenido la
costumbre de dejar bien diseñados sus escudos, con sus correspondientes lemas,
armas, motes, empresas y demás. Y no son caprichosos. Todo lo que digo, o casi
todo, lo tomo de artículo de Faustino
Menéndez Pidal titulado “Tanto monta”. El escudo de los Reyes
Católicos. Cuando Isabel y Fernando se casan y unen sus reinos,
acuerdan, en la Concordia de Segovia, de 1475, cuáles serán los títulos y armas
que representarán a ambos en el escudo conjunto, de forma que no haya armas del
rey y armas de la reina, caso único, por el momento, en España y, posiblemente
en Europa.
Desde antes de ser reina de
Castilla, parece claro que ya Isabel
había adoptado como divisa propia el águila por la devoción que tenía a san Juan. Y no está tan claro cuál fuera
la divisa de Fernando, aunque parece
ser el nudo gordiano. Cuando se diseña el escudo de los reinos unidos,
este aparecerá sostenido por el águila de la reina. Pero, además, y siguiendo
una costumbre muy de la época que buscaba un sentido galante y hacer un juego
de ingenio con las iniciales de los esposos (y aquí se dice que solicitaron
asesoramiento a Antonio de Nebrija)
se acordó que, en la parte baja, figurase, a la izquierda, un yugo
con el nudo roto, en representación de Fernando, acompañado del mote Tanto monta (con lo que se aludiría
a la política mediterránea de Aragón) y, a la derecha, un haz de flechas atadas
(inicialmente once, aunque el número iría variando en diferentes versiones del
escudo) como representación de Isabel.
El juego de ingenio consistía en que el yugo de Fernando comenzaba por la inicial del nombre de Ysabel, que así se escribía en la época,
y las flechas de Isabel
comenzaban con la inicial del nombre de Fernando.
Más tarde, como se decía del saludo
romano, la Falange joseantoniana se apoderó del haz de flechas (cinco),
el yugo
y el nudo
gordiano como símbolo propio y el régimen de Franco recuperó para el escudo de España el águila de san Juan y sustituyó
el lema Tanto monta por Una, grande y libre. En todo caso, y
fuera de cualquier valoración que se haga, nunca ha existido eso de Tanto
monta, monta tanto, Isabel como Fernando. Y el Tanto monta era privativo
de Fernando, ya que Isabel
no tenía lema, al menos que yo sepa.
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