Zalabardo, nunca con mala intención,
me plantea de vez en cuando celadas lingüísticas y hoy me pregunta si me parece
correcta la generalización del tuteo o creo que es una pérdida de
los buenos modales. No creo que sea Zalabardo la única persona que se hace la
misma reflexión. Tal vez piense en aquellos tiempos de nuestra infancia en que era frecuente en muchas familias que los hijos tratasen de usted
a sus padres. Más tarde, ya en la Universidad, recuerdo que ese trato respetuoso era
recíproco entre profesores y alumnos; en cambio, cuando accedí a mi función de profesor, allá por 1970, el tuteo empezaba a extenderse entre profesores y alumnos, aunque de modo restringido. Por mi parte, jamás me opuse, siempre que en
nuestra relación no se olvidara cuál era mi papel y cuál el de ellos. Confianza
y respeto, es mi opinión, no tienen por qué confundirse.
La pregunta de Zalabardo me exige necesariamente analizar la evolución de los pronombres como formas de tratamiento,
análisis que ayudará a comprender cómo la lengua evoluciona con el paso de los
siglos y cómo, si dicha evolución se produce de manera natural, no tiene por
qué afectar a su más genuina función: la de facilitar el entendimiento entre los
individuos que la hablan.
Juan
Alcina y José Manuel Blecua, en
su Gramática
española, que tiene ya casi cincuenta años de vida, hacen una
exposición muy clara de la evolución histórica de dichas formas de tratamiento.
Intentaré resumirla. En latín, tu, segunda persona del singular,
señalaba a un individuo, y vos, segunda del plural, señalaba a
varios. Es decir, no existía nada parecido a nuestro usted. No obstante, en los años del Imperio se documentan casos de vos
para una sola persona como signo de respeto. Este uso fue heredado por el
español medieval. La cosa no quedó ahí, pues, a partir del siglo XI, vos se extiende en el habla popular como forma de tratamiento entre iguales a los que une mucha
confianza, lo que genera que vos empiece a confundirse con tú,
aunque el primero expresa siempre un mayor grado de confianza, en tanto que el
segundo se utiliza más para dirigirse a inferiores. Tal confusión hace necesario encontrar
una nueva forma de expresar el respeto. Así nace, en el periodo clásico, vuestra
merced, que, en un proceso más o menos dilatado (vuesa merced, vuesarced,
vuerced,
vuested…)
acaba en la actual forma usted. Nacido usted, vos, sin esa compañía de merced,
se considera ofensivo por parte de quien cree merecer respeto.
Ese fue el camino que condujo al sistema formado por tú
y vosotros/usted.
Pero los hablantes, que son los dueños de la lengua, reaccionan de diferente
manera en distintos lugares y nos encontramos con soluciones diversas. Por
ejemplo, que usted, segunda persona de respeto, se use con
verbo en tercera persona (tú sabes/usted sabe, vosotros
sabéis/ustedes saben); que en amplias zonas de América, especialmente
Argentina, Uruguay, Paraguay y parte de América Central, se opte por mantener vos, en lugar de tú, como forma familiar de tratamiento (el llamado voseo), pero unida a
verbo en segunda persona plural, que sufre a su vez una modificación (no se
dice tú
sabes, sino vos sabés, donde sabés es contracción de sabéis);
o que en Andalucía se produzca una gran alteración del sistema, puesto que el
lugar de vosotros es ocupado por ustedes, que pasa a ser la forma de
confianza, con verbo en segunda persona (ustedes sabéis).
Pero Zalabardo no gusta de quedarse solo
en la teoría y lo que desea es mi opinión sobre la generalización del tuteo.
Por eso me veo obligado a aportarle otros datos, de naturaleza menos erudita y,
quizá, más práctica. La Nueva Gramática de la Lengua Española,
de 2009, sin desatender a esta evolución histórica de las formas de tratamiento,
pone más atención a los cambios producidos, no en las formas, sí en el uso, a
partir del siglo XX. Lo primero que dice es que, aunque la distinción
tradicional entre trato de familiaridad y trato de respeto sigue siendo válida
en lo fundamental, no se aplica de manera estricta y apunta que tal vez sea más
procedente, de acuerdo con la evolución social de los últimos tiempos, hablar
de trato
de confianza en lugar de respeto; esto supondría que, según circunstancias,
la confianza entre interlocutores pueda inclinar al empleo de tú
sin menoscabo del respeto que nos merezca la otra persona.
Partiendo de esta base, la gramática
académica señala además que, junto a la relación familiaridad/respeto, hay que
considerar otras formas de tratamiento. Por ejemplo, un trato simétrico o recíproco,
por el que se da y recibe el mismo tratamiento entre los interlocutores. En el trato
recíproco es posible alternar la familiaridad con el respeto
según el momento y situación; dos parlamentarios emplearán su señoría (equivalente a
usted)
dentro del hemiciclo, aunque, fuera, la confianza les permita tutearse.
El trato asimétrico supone,
por contra, usar la forma de respeto usted frente a alguien de quien se
recibe la forma de confianza tú. Esto no tiene que suponer ni
actitud ofensiva por parte de quien emplea usted, ni de sumisión por parte de
quien usa tú. Todo depende de las convenciones culturales y sociales. La
edad y la jerarquía son factores que influyen en ello. A un anciano se lo tratará de usted,
aunque él responda con un tú al joven. Lo dicho no impide que el trato asimétrico pueda ser considerado a veces censurable.
Y está el trato variable o circunstancial,
que depende de muy variadas situaciones comunicativas. Un cura, desde el
púlpito, el espectador de un partido de fútbol, un conductor, tutearán
a sus feligreses, al árbitro o a otro conductor de quien piensa que ha
realizado una maniobra incorrecta; pese a ello, en un ambiente diferente,
utilizarían la forma de respeto usted frente a las mismas personas. Pensemos, incluso, que la
frase-amenaza ¡Usted no sabe con quién está hablando! no tiene matiz de
respeto, sino todo lo contrario. El trato variable no depende en modo
alguno del conocimiento o confianza entre hablantes, sino de convenciones que
impone en ese momento la situación.
¿Entonces, me dice Zalabardo, no hay
norma a la que atenerse? Claro que la hay. Y la NGLE también trata eso.
Se parte del hecho constatado de que en el español contemporáneo, especialmente
desde la segunda mitad del siglo XX, se ha ido imponiendo el trato
de confianza entre profesionales o trabajadores de una misma empresa,
entre colegas, entre amigos, entre jóvenes..., con independencia de que se
conozcan o no. Un caso notable es el de la publicidad, que emplea el tuteo
precisamente porque se considera que crea un ambiente de mayor proximidad entre
anunciante y receptor.
No obstante, la gramática académica
deja bien claro lo siguiente: se puede considerar inadecuado e incluso ofensivo
el tú
dirigido a un anciano, el que prodigan los sanitarios a los pacientes de edad (al
amparo de un injustificado paternalismo), el que usa un alumno frente a su
profesor, o un vendedor frente a un cliente a quien no conoce, el que algunos
dispensan a un camarero adulto o al dependiente que los atiende… si el interpelado no ha dado su beneplácito a ese trato de confianza. A esta norma, le
indico a Zalabardo, es a la que siempre he procurado atenerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario