sábado, mayo 25, 2024

HIPOCORÍSTICOS

 


Suelo comenzar el día leyendo la prensa. No es masoquismo. No quiero arrancar con mal pie dejándome azotar por tantas malas noticias con que nos amargan la jornada. Por el contrario, busco las firmas de esos columnistas que, huyendo como yo de tanto catastrofismo informativo, meditan, analizan y escriben sobre otros asuntos que algunos calificarían de faltos de finalidad práctica; pero al menos a mí, me preparan para soportar todo el cúmulo de informaciones desagradables que no podremos obviar.

            Así, le cuento a Zalabardo que lo primero que me ha llamado hoy la atención es un artículo de la escritora Marta Sanz en el que reflexiona sobre la etimología no tanto como ciencia, sino más bien como juego y distracción. Me he quedado con su frase final: «Jugar con el lenguaje puede ser un modo de intervenir la realidad». ¿Y por qué no? ―le digo a mi amigo―. Y se me ocurre citarle el caso ―que no sé si será o no el más adecuado―: ¿qué es lo primero que se nos ocurriría si nos enteramos de que la etimología nos demuestra que ojo, autopsia y antiguo son parientes, ya que proceden de la misma raíz.

            Zalabardo se extraña un tanto y me contesta que, puestos a hablar de los nombres de las cosas y de juegos con palabras, no estaría mal que le explicara qué tiene de lúdico que a un Arcadio lo llamen Kaíto o que Cuca sea un sinónimo tanto de Remedios como de Concepción. La pregunta de mi amigo nos permite traspasar la puerta de una parcela del lenguaje en la que ―no sé si es porque está poco estudiado― encontramos pocas reglas acerca de su funcionamiento, lo que da pie a un juego divertido. Me refiero al atrayente mundo de los hipocorísticos.

            Hipocorístico procede del griego hypocoristós, que significa ‘que acaricia’; por tanto, empezamos sabiendo que es algo bueno. El hipocorístico es una forma de nombre propio de persona ―aunque no deja de aplicarse también a animales― que se usa en el seno familiar ―aunque puede traspasar esa frontera― Y aunque, como veremos, hay variados procesos de formación, los hipocorísticos parte de un deseo de ahorrar sílabas o del inocente y divertido lenguaje infantil. Sírvanos pensar que Gina es el hipocorístico del italiano Luigina, ‘Luisa’, o que Chus lo es de María Jesús; También sirve pensar que Yeyo lo es de Aurelio.

 

           Decimos que el hipocorístico parte de un proceso de acortamiento del nombre. Pero ese acortamiento puede ser por apócope, pérdida del final de la palabra ―Nico, Sebas, Tere…―, por aféresis, pérdida del inicio de la palabra ―Lupe, Colás, Lina…―, por combinación de ambas ―Poli, de Hipólito; Mili, de Emilia…― o por combinación de dos elementos en nombres compuestos ―Joserra, Maite, Luismi… Sin duda, sentimos más cercano a un Nico que a un Nicolás, o a una Mili que a una Emilia. Junto a esos casos, tenemos los que son alteraciones por una pronunciación infantil: Chema, Merche, Nacho

            Vemos, pues, que los procedimientos de formación de hipocorísticos son innumerables. Pero que estos últimos citados constituyen un caso importante. Los mayores adoptan la forma en que un pequeño pronuncia su nombre; es decir, le sigue el juego. Es lo que pasa con Beto, por Roberto; Quique, por Enrique; Goyo, por Gregorio, Mamen, por Carmen. Otros casos, no obstante, requieren mayor explicación. Por ejemplo, sabemos que Manolo es Manuel. Pero quizá desconozcamos que tal cosa se debe a que Ramón de la Cruz llamó así a un personaje de uno de sus sainetes; más tarde aparecería el acortamiento Lolo, probablemente infantil. Y de Dolores surgió Loles, que más tarde acabó siendo Lola. Otros, eso explica la extrañeza de que hablaba, nos dejan asombrados, como oír llamar Chano a un Sebastián, o Cucho a un Felipe. ¿Cómo Cuca, si no es por juego, es el hipocorístico de Concepción?

            Pero le quiero comentar a Zalabardo algunos casos que son curiosos para los que se han propuesto soluciones extrañas. Y pese a ser erradas esa explicaciones, no dejan de circular. ¿Por qué a los José se los llama Pepe y a los Francisco, Paco y Curro?

            En Pepe y Paco se aportan costumbres piadosas ―muy extendidas, pero jamás demostradas―. Se dice que, para evitar que alguien pudiera confundirse en las representaciones de la Sagrada Familia, alguien tuvo la ocurrencia de añadir bajo la figura de San José la inscripción P. P., que quiere decir pater putativus, es decir «padre supuesto, tenido por padre». Sin embargo, en España no se tiene ningún registro de Pepe como nombre hasta el siglo XVIII. La teoría más verosímil es que proceda del italiano, donde el equivalente Giuseppe se acorta en el habla coloquial como Beppe o Peppe, sus hipocorísticos. Le recuerdo a Zalabardo que, hacia 1950, el italiano Giovanni Guareschi escribió una novela, Don Camilo, que contaba la historia de un cura rural y un alcalde comunista llamado coloquialmente Peppone, que en España se tradujo como Pepón.



            El caso de Paco es todavía de aire apócrifo más claro, porque es que, además, son dos los orígenes que se le aplican. Sostiene una versión que, como en el caso de san José, bajo las imágenes de san Francisco de Asís, se escribía Pa.Co., que sería Pater Comunitatis, «padre de la comunidad». La otra es más complicada aún, pues pretende que Paco es la abreviatura de los principios básicos de la orden: Pobreza / Abstinencia / Castidad / Obediencia.

            Lo más probable es que haya que buscar el origen en el lenguaje infantil Una teoría sugiere que dificultades para para pronunciar la F propició que, en lugar de Francisco, se dijera algo semejante a Paquico, que acabó acortándose en Paco/Paqui, según el sexo. No olvidemos que existe también Kiko o que el cambio de F en P no es tan raro. De hecho, desde Menéndez Pidal se defendía que la aspiración de F latina pudo deberse a una influencia del euskera, lengua que en su origen carecía de ese fonema y lo sustituía por B o P. El caso de Patxi, es hipocorístico vascuence de Francisco, podría ser la prueba. Nos queda ya solo Curro. En este caso, es Corominas quien defiende un posible cambio de Paquico a Pacorro y de este al actual Curro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Extraordinario. Gracias. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Soy Carlos ipiens. Extraordinario te escribía antes. Me ha encantado. Gracias y un fuerte abrazo!