sábado, noviembre 16, 2024

COMO CHUPA DE DÓMINE

 


Que la lengua es cambio y evolución es algo muy repetido aquí, aunque no es idea mía ni, por supuesto, nueva. Van a pensar ―le comento a Zalabardo― que somos muy pesados por tanto insistir en ello. Pero es que la lengua, como todas las cosas de este mundo está sujeta ―aparte de a otros muchos factores― a las modas. La moda, si atendemos a cómo la define la RAE es una costumbre que está en boga durante un tiempo o, también, un gusto colectivo y cambiante.

            Si queremos decir que algo nos gusta bastante no vale solo decir de ello que es muy bueno; podemos decir que es el summum, que mola mazo, que es lo más de lo más, que no es muy bueno, sino lo siguiente, que está guapo… La manera de decirlo va con los tiempos. Algunas modas son efímeras. En cualquier caso, las razones de estos cambios son muchas veces difíciles de explicar.

            De la fuerza de la costumbre en la evolución de la lengua dejó constancia Juan de Valdés, que vivió en la primera mitad del siglo XVI, cuando en su Diálogo de la lengua dice a sus interlocutores: «…aunque para muchas cosas tenemos vocablos latinos, el uso nos ha hecho tener por mejores los arábigos…y de aquí que decimos antes alfombra que tapete, y tenemos por mejor vocablo alcrebite que piedra sufre, y aceite que óleo…». En el siglo XVIII, Benito Jerónimo Feijóo escribía: «Siempre la moda fue la moda. Quiero decir que siempre el mundo fue inclinado a los nuevos usos. Esto lo lleva de suyo la misma naturaleza. Todo lo viejo fastidia». Y recordemos que mucho antes, en el siglo II de nuestra era, el emperador Marco Aurelio dejó escrito: «Las palabras de moda de antaño han quedado en el olvido». De ello da prueba que ese término alcrebite que citaba Valdés fue rechazado y el uso recuperó el antiguo azufre.

            Puesto que muy frecuentemente tendemos a asociar la palabra moda con la vestimenta ―tal vez de manera inconsciente, ya que la moda existe en arquitectura, en pintura, en música, en literatura, en gastronomía…, en todos los aspectos de nuestras vidas y costumbres―, Zalabardo y yo recordamos la época en que vestíamos niquis y no polos, como hoy se dice; también nuestras madres nos abrigaban con prendas que llamábamos saquitos y que son los modernos jerseys. En esa línea, han desaparecido las sayas, los miriñaques, los jubones… Y, como digo, estas desapariciones ―por moda o por la razón que sea― se ven acompañadas de otras que nada tienen que ver con el vestir. Difícilmente se oye hablar de alcabala, ‘impuesto’, cilla, ‘despensa’, alcuza, ‘recipiente para aceite’; se extiende el empleo de pareja, que desplaza a novio o a esposa; también ocultamos el adjetivo craso, ‘grave, inexcusable’, y apenas se oye calavera para calificar al juerguista disipado…


            Sucede, sin embargo, que algunas palabras se quedan como atascadas. Tendrían que haberse ido por el sumidero del olvido, pero permanecen fosilizadas en el habla sin que nada ni nadie las condene de manera definitiva, sin que haya moda que atine a desplazarlas. Puede que no sepamos qué sea un chuzo, ‘palo con un hierro en su extremo, pica’, pero seguimos diciendo que han caído chuzos de punta cuando llueve demasiado fuerte. Y, si reprenden a alguien con dureza, o lo critican con saña, decimos que lo han puesto como chupa de dómine, cuando es muy posible que no sepamos ni qué sea la chupa ni qué es un dómine.

            Volvemos aquí a la vestimenta. Zalabardo me dice que a nadie se le oculta que una chupa es una cazadora, una chaquetilla corta, especialmente si es de cuero y del estilo a las que usan los motoristas, roqueros y grupos así. Pero eso es ahora, pues el dicho y la palabra son muy anteriores. La chupa es una prenda muy antigua. Joan Corominas nos dice que debió entrar en nuestra lengua a comienzos del siglo XVIII procedente del francés jupe. Pero podría discutirse esa afirmación, ya que en el árabe andalusí existía ḡubbah, especie de túnica amplia, con mangas, que se ponía sobre la ropa habitual para protegerla y de la que era posible desprenderse fácilmente. Eso era la chupa, prenda semejante a una sotana, a un guardapolvo o a un sobretodo. De la palabra árabe salieron las castellanas aljuba y jubón, entre otras. Y el jupe francés, por supuesto. Pero por unos cambios fonéticos que aquí están de sobra, la palabra originaria árabe también derivó hacia la casaca. Y jupe acabó designando lo que nosotros llamamos falda. La casaca, no olvidemos, siempre ha sido más elegante que la chupa.



            Miremos ahora ―le sugiero a Zalabardo― hacia el dómine. Vocativo del latín dominus, ‘señor’, dómine era la palabra con que los niños llamaban al maestro que les enseñaba las primeras letras latinas. Este dómine, por lo general, era persona humilde y económicamente carente de recursos. Eso le imposibilitaba lucir una vestimenta más cuidada. Su sobretodo, sotana o guardapolvo ―es decir, su chupa― solía estar sucia, manchada de tinta, grasa y llena de remiendos y él presentar un aspecto andrajoso. Le pido a mi amigo que piense en el dómine Cabra que aparece en El Buscón, de Quevedo. De su sotana ―que sería su chupa― se dice que algunos afirmaban ser milagrosa, por no saberse su color. Y que, de tan raída y sin pelo, se podía afirmar que era de cuero de rana e incluso pura ilusión.

            Por eso, denigrar a alguien, hablar mal de él, reprender sus maneras de ser, equivalía a ponerlo al mismo nivel que la vestimenta de aquellos maestros, ponerlos como chupa de dómine, es decir, puerquísimos. Quizá esto explique que, al tratar de esta expresión, el DEL la equipare a poner a alguien como un trapo, es decir, dirigirle palabras ofensivas o enojosas, porque un trapo sucio y raído es lo único que se ve en él.

3 comentarios:

siroco-encuentrosyamistad dijo...

Siempre es un placer leerle. Me preguntó si es la función lo que hace al lenguaje o al contrario. Los modismos, que siempre los ha hanido, en ocasiones se han quedado y en otras no, a qué se debe?

Anónimo dijo...

Se ha puesto de moda decir "desde el minuto uno" o "cero". Supongo que será por la influencia de las retransmisiones deportivas.

Anónimo dijo...

Se ha puesto de moda decir "desde el minuto uno" o "cero". Será por la influencia de las retransmisiones deportivas.