Rastrear
el origen de las palabras, Zalabardo lo sabe, es actividad placentera a la
vez que instructiva porque nos ayuda a desentrañar el funcionamiento del idioma
y nos aporta curiosidades. A raíz de un chiste que mi amigo me contó (y que, si
tengo espacio, contaré al final) le pregunté si conocía la historia de los
términos cepillo y púlpito. Dada su respuesta negativa,
mientras paseábamos por el parque se la conté.
Miliario |
El latín cippus designaba el ‘troncón de un árbol’ o la ‘estaca que se usaba para las empalizadas’. La forma del cippus hizo que, mediante la correspondiente metáfora, se denominase también con ese término tanto la ‘pilastra o media columna que se erigía en memoria de un difunto’ como el ‘miliario, hito o mojón con que, en los caminos se indicaba la distancia o dirección a un lugar’. O sea, que la palabra se va haciendo polisémica.
Cristo de G. Fernández |
Cepo de tortura |
Cepillo Catedral de Barcelona |
¿Y
el cepillo?
El cepillo
da para más, aunque, le aclaro a Zalabardo, me voy a limitar a uno solo de sus
sentidos. En muchas iglesias antiguas fue costumbre colocar, y tomo la
definición de Covarrubias, ‘media
columna que por lo alto está hueca y cerrada con una tapa de hierro y una
abertura por donde se pueda echar la moneda que se da de limosna’. Dos cosas
vemos aquí; una, que ese dinero difícilmente escapa si no se posee la llave; la
otra, que el tiempo también ha modificado los cepillos y ya no son esa
media columna, sino una pequeña caja, con su ranura y su llave. Por lo demás,
todo sigue igual.
Nos queda el púlpito. También es palabra de origen latino, pulpitum. Inicialmente, designaba un simple ‘tablado o estrado’. Pero el término se relacionaría con el teatro. Horacio atribuye a Esquilo haber hecho levantar sobre el proscenio de los teatros griegos una especie de tribuna, que llamaron λογειον, sobre la que se situaban los personajes relacionados con el cielo o bien otros actores del drama para pronunciar discursos importantes. En su Arte poética, Horacio tradujo este λογειον como púlpito.
Púlpito Catedral Málaga |
Las basílicas romanas incluyeron en su estructura estas zonas elevadas, púlpitos, y las iglesias cristianas, que adoptaron la estructura basilical, también dejaron los púlpitos para la lectura de las epístolas y el evangelio, así como para que las homilías llegasen mejor a los fieles. El cristianismo, sin embargo, modificó algo los púlpitos al colocarles un pretil o antepecho y un tornavoz que impidiera que la voz se perdiese hacia las bóvedas.
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