Manifestaciones estudiantiles contra el cambio climático (El País) |
Zalabardo
me recordaba la columna de hace unos días en la que Álex Grijelmo, en El
País, denunciaba el desmedido afán de muchos políticos por parecer que
se dicen sin llegar a decir, por evitar pronunciar una frase que alguien pudiese
tomar como “molesta” simplemente negando lo contrario de lo que quieren decir.
Por ejemplo, recurren a no aplaudo su actitud para no decir
que condenan
dicha actitud; o dicen no ha estado acertada esa persona
cuando piensan que ha estado fatal.
En
retórica, ese recurso se denomina litote. Demetrio Estébanez, en su Diccionario de términos literarios,
define la litote como una
atenuación consistente en decir menos de lo que se piensa para dar a entender,
por el tono y por el contexto, que se quiere expresar más de lo que se ha dicho.
En otros lugares, se define como negación
de lo contrario de lo que se quiere decir.
Desembocadura del Guadalhorce (diciembre 2018) |
Pero,
del conjunto de la conversación, a mí se me quedó más grabada otra frase: “Con
este tiempo que tenemos, no se sabe adónde iremos a parar; hace demasiado buen tiempo.”
Y pensé: ¿es que lo bueno puede ser malo? Resolvió mi duda el ejemplo
que me expuso: “Tengo ahí naranjos en los que se juntan tres cosechas
diferentes: unas naranjas que habría que coger ya porque se van a caer del
árbol; otras, pequeñas, verdes, que sustituirán a estas; y la flor de azahar,
que anuncia la cosecha que seguirá a estas.”
Espino albar (marzo 2019) |
Y es verdad; porque aún
no ha terminado el invierno y nos encontramos que la primavera viene adelantada
desde el pasado mes de diciembre, en que ya veíamos el campo florecido. Hoy
mismo he visto florecido un espino albar, árbol del que leo que florece entre
mayo y junio. Nos hemos pasado el invierno sin una gota de lluvia y ya es poca
la que se puede esperar. Salvo que este tiempo loco, imposible de pronosticar,
nos traiga una primavera tan lluviosa que acabe por ser dañina.
O
sea, el buen tiempo, este que ahora tenemos, es malo. Como cuando
decimos de alguien buena pieza está hecho por no decir que es un mal bicho,
empleamos una litote al decir tenemos demasiado buen tiempo, que
no es más que insistir en que padecemos un tiempo fatal. Lo bueno,
pues, se nos ha convertido en malo. Y cuando el agricultor se nos
queja de que hace muy mal tiempo, los turistas se extrañan, pues llevan
desde enero disfrutando del buen tiempo para el baño en la
playa.
Por
eso, le digo a Zalabardo, ver a tantos jóvenes protestar por el estado de las
cosas y exigir a los gobernantes que tomen en serio de una vez el problema del
cambio climático me produce alegría, pues ellos, esos jóvenes airados, son los
que muy pronto nos gobernarán. Confiemos en que ellos, sus quejas, no sean litotes,
que sus mensajes sean claros y directos y digan lo que en verdad desean decir,
aunque muchos se sientan molestos por sus juicios.
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