Hace tiempo que
Zalabardo y yo no hablamos de refranes. Y eso que ambos somos aficionados a
ellos, pese a que, lamentablemente, su uso se vaya perdiendo. No sabría
explicar de dónde nos viene ese interés, aunque me atrevería a sugerir dos
posibles razones. La primera es que los dos somos de pueblo y los pueblos
suelen ser más propensos a conservar tradiciones, formas de hablar y todo
aquello que pueda quedar incluido en lo que se llama acervo popular, sea eso lo
que sea, que a veces no lo tengo claro. Y la segunda, en mi caso, es que
comenzaron a apasionarme con la lectura del Quijote, donde aparecen
como margaritas en el campo.
Sin embargo,
Zalabardo me pregunta hoy por uno que, aunque debe ser muy antiguo, nos extraña
que no aparezca en la obra de Cervantes, ni tampoco en el Diccionario
de Covarrubias. Me plantea mi amigo una duda que, debo confesar, también
yo tenía antes de que nos pusiésemos a investigar: cuál sea el verdadero
sentido de Al santo se lo adora por la peana, que tiene una
variante más común, Adorar al santo por la peana. No sabe, me
dice, si critica a quienes dan más valor a lo accesorio o, por el contrario,
aconseja que se debe llegar a lo principal a través de lo accesorio.
Esa posible
ambigüedad nace de la propia concisión que acaban presentando los refranes. En este,
todo dependería de que entendamos (No hay que) adorar al
santo por la peana o bien (Es conveniente) adorar
al santo por la peana. De cómo interpretemos peana puede
depender el significado que demos al refrán. La peana es la base
sobre la que se coloca una escultura, en especial una imagen religiosa. Hay
ocasiones en que la peana está tan ricamente decorada que nos
distrae de atender a la imagen que soporta. Pero, a veces, la peana
incorpora un cepillo o limosnero, lo que inclina a
pensar que cuanto mayor sea la limosna, mayor será el beneficio recibido.
Tratando de
dilucidar esta cuestión me doy cuenta, le digo a Zalabardo, de que nos hallamos
ante una alteración que ha sufrido el refrán original en el dominio ibérico.
Utilizo esta expresión para aclarar que Adorar el santo por la peana
es una manera peculiar que el refrán o proverbio ha tomado en la península
debido, creo, a una influencia de la religión en la vida diaria, aunque no
tengo pruebas para afirmarlo. Y es que, si vamos a las diferentes lenguas de
nuestro entorno, nos encontramos con: Al sant l’adoren per la peanya
(catalán), Pola santa bicase a peaña (gallego), Santua
oinarritik gurtzen da (euskera) y Pelos santos beijam-se os
altares (portugués). Incluso en Francia, zona cercana, existe Pour
l’amour du sant on baise les reliques,
Sin embargo,
los caminos por los que ha transitado este refrán son (supongo) más claros que
lo que sugiere la forma peninsular. Si nos vamos a la página que el Centro
Virtual Cervantes dedica a la paremiología, estudio de los refranes, leemos
que con él se aconseja no tomar la vía más directa para conseguir algo, sino un
camino más largo pero más seguro y eficaz. Y cuando señala la correspondencia
des este refrán con los de otras lenguas, vemos lo que sigue: Chi vuol
figlia, accarezzi la mamma (italiano, ‘Quien desea a la hija acaricia a
la madre’), Many Kiss the child for the nurse’s sake (inglés, ‘Muchos
besan al niño para acercarse a la niñera’), Man schmeeichelt den Hund
wegen des Hewen (alemán, ‘Se adula al perro para ganarse al dueño’) o Οι
καλοι παρακλητόροι ξέρουν πιανουν το χερι (griego, ‘Los buenos mediadores
saben dónde cogen la mano’).
Pero, en esta
búsqueda, lo que sorprende poderosamente es la existencia de un equivalente latino,
Puer osculatur propter matrem (latín). O sea, que estamos ante un
proverbio que ya tenían los romanos y cuyo sentido es: ‘Besemos al niño si lo
que queremos es besar a la madre’, lo que nos lleva al mejor entendimiento de
la explicación que Sbarbi da a Adorar el santo…: ‘Es
conveniente conquistar la simpatía, la amistad, amor, protección de una persona
ganándose antes la de aquellos que sabemos que les son queridos’. Que la
conclusión acertada es la de un origen latino se basa en el hecho de que Augusto
Arthaber, en su Dizionaio comparato di proverbi e modi proverbiali,
de 1929, recoge la frase latina Puer osculantur propter matrem del
que señala una variante: Oscula nutrici pueri dant eius amici (‘Hay
que hacerse amigo del niño si queremos besar a la criada’), formas ambas que
vuelve a recoger Jesús Cantera Ortiz en su Diccionario Akal del
refranero latino de 2005. Pero, además, añaden que, en francés, existe Pour
l’amour du chevalier on baise la dame (‘Por el amor al caballero
besamos a su dama’), que tiene una variante más vulgar: Pour l’amour du
chevalier, baise la dame l’écuyer (‘Por amor al caballero folla la dama
al escudero’) que, leo, aparece en la Crónica métrica de Godefroy
de Paris.
Y, para
terminar, le recuerdo a Zalabardo que, en español, tenemos otros refranes que
vienen a significar lo mismo, aunque parezcan haber perdido la referencia
inicial: El que quiere la col, quiere las hojas de alrededor y Las
caricias que hago al perro para el amo son. Y le cuento que, hace ya
muchos años, cuando hacía la mili, entre los reclutas que salían por la tarde
de permiso era frecuente oír la frase: Dejad que los niños se acerquen a
mí, que detrás vendrán las niñeras. O sea, que en la mili, entre otras
muchas necedades, nos enseñaban los evangelios e, incluso, latín.
2 comentarios:
Jaja. Qué gran entrada <3
Un libro de Ángel Ganivet me trajo a esta lectura *****
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