Casino de Osuna. Acuarela de Eloy Reina |
En ocasiones,
le digo a Zalabardo, me encuentro en una situación, si no azarosa, sí bastante
complicada al ser incapaz de dar recta y clara respuesta a una pregunta que, en
apariencia debería resultar sumamente sencilla. Es el caso que, hace unos días,
en Osuna, en una reunión de amigos, durante una charla informal (como deben ser
todas las charlas de amigos) uno de los presentes contó que él acostumbra a
llamar nena a su esposa y ella lo llama a él nene,
y que le gustaría saber el origen de tales palabras. No supe contestar en el
momento, pero me propuse consultarlo, sin saber en qué berenjenal me metía.
Porque la
verdad es que hay palabras de las que no se sabe cómo, ni cuándo ni por qué
entraron en el diccionario al no existir un campo léxico con el que se las
pueda relacionar ni un étimo al que anclarlas para proceder a su explicación.
No creo que nadie dude de que nene y nena son
formas de referirse a niño y niña, pero la primera
sorpresa nos la podemos llevar cuando reparamos en que el latín nos ayuda bien
poco cuando queremos establecer su etimología. En latín encontramos infans
y puer/puella; ni la primera, ‘el que no
sabe hablar’, que se aplica al bebé y de la que procede infante, ni
la segunda, que designa al muchacho de hasta 17 años y de la que deriva pueril,
nos dan ninguna pista para explicarnos el sentido de niño/niña,
nene/nena.
Primera página del diccionario de Fco. del Rosal |
El diccionario
de la Academia ha ido dando bandazos a lo largo de los años en su
criterio de asignar un origen a niño: que si es voz
onomatopéyica, que si es voz expresiva propia del lenguaje infantil…; en su
última edición dice que procede de la voz infantil ninno, sin
aclarar la razón de esta. Joan Corominas se moja algo más y mantiene que
es voz común en el castellano relacionada con el catalán nin y
muchas otras occitanas e italianas, todas ellas procedentes de una antigua
creación expresiva romance ninnus. Pero si me voy a uno de los
más completos diccionarios de lengua latina, el de Agustín Blánquez, lo
más parecido que encuentro es nenia, de procedencia griega, uno
de cuyos significados es ‘cantinela infantil’, de donde el verbo nenior,
‘hablar frívolamente, sin reflexión’. Y cada lexicógrafo apunta en sentido
distinto: Covarrubias dice que procede del hebreo nin, ‘hijo,
regalo del padre’. Rodríguez Navas, en 1876, afirma que procede de una
forma de ascendencia ibero-celta ninno que, entre otras, es la
que ha originado el portugués me-nino, y, en zonas de Lombardía, nana
para referirse a la canción de cuna. Incluso el diccionario de Larramendi
aporta un posible origen vascuence ninia. O sea, que teorías no
faltan, aunque pruebas testificales hay pocas. Naturalmente, todos coinciden en
aceptar que nene y nena son una forma derivada de niño
y niña.
Ahí debería
haberme rendido, le confieso a Zalabardo, de no ser por haberme topado con el
que se afirma ser el primer diccionario etimológico de nuestra lengua,
compuesto hacia 1610, que nunca fue publicado y que ha llegado a nosotros por
una copia manuscrita realizada en el siglo XVIII por el agustino Miguel Zorita,
que encontró el original en la biblioteca de los agustinos de Madrid. El autor
de este raro diccionario no es otro que el médico cordobés don Francisco del
Rosal, que nació hacia 1537 y murió hacia 1613.
Osuna. Antigua Universidad |
Me pregunta
Zalabardo cuál es el interés de este descubrimiento y le respondo que no tanto
el diccionario citado, sino la figura del autor, que podemos considerar
compañero de quienes ese día estábamos hablando distendidamente en un salón del
Casino de Osuna. Porque este médico cordobés, Francisco del Rosal, fue
bachiller en Artes por la Universidad de Osuna en 1553. Y esa
Universidad es la misma que, pasados los años, fue el Instituto donde también
nosotros nos graduamos como bachilleres. Del Rosal pasó después a
Salamanca, donde se doctoró en Medicina y donde parece que conoció a Sánchez
de las Brozas, El Brocense, el famoso gramático. Se sabe que
recorrió toda Castilla ejerciendo como médico.
De las obras de
Francisco del Rosal prácticamente no se conserva nada a excepción de
este citado diccionario, Origen y etymología de todos los vocablos originales
de la lengua castellana. De él copio el artículo completo:
Niño
y Niña, de Minimo y Minore, de donde el catalán dice Miño
y el Portugués Menino. Aunque parece del Griego ínis, que es el ίνις,
Hijo o Nieto, que sea criatura pequeña, de donde el Arábigo llama Nena a
la Ama que cría, y de allí el Vulgo llama Nene y Neno a la
criatura, y arrullandolos las Amas cantan Nenene.
No sé, le digo
a Zalabardo, cuál será en realidad la etimología de niño y nene;
pero me hace gracia quedarme con la opinión de este cordobés que estudió en las
mismas aulas que quienes disfrutamos hablando aquellos momentos. Imagino que quien planteó la pregunta pensará lo mismo.
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