domingo, junio 09, 2024

ISRAELÍ / ISRAELITA

 

Le leo a Zalabardo un texto de Álex Grijelmo contenido en Defensa apasionada del idioma español (1998): «Las palabras consiguen que los conceptos existan, y no al revés […] Las palabras no forman, pues, una caja de cartón en cuyo interior solo se ve el dibujo de una idea. Al contrario, dentro de la caja se halla la idea misma. Quien logra cambiar las cajas de sitio, anularlas, agrandarlas o reducirlas habrá conseguido también alterar los pensamientos». Le leo a mi amigo esto mientras hablamos del conflicto entre el Estado israelí y el pueblo de Palestina.

            Sería conveniente, le digo antes de liarnos o dejar que nos líen con las palabras de modo que se altere nuestro pensamiento, revisar unos hechos objetivos. Hamás, grupo terrorista que se plantea como objetivo la destrucción del Estado israelí y la imposición de un Estado islámico en la región histórica de Palestina, ha sido autor de un atentado sin precedentes en territorio israelí; resultado, 1.200 muertos y 200 rehenes. El Estado israelí, alegando una justa defensa propia, inicia un ataque represivo, también sin precedentes, contra el territorio de Gaza, que ha dejado hasta el momento un resultado de casi 40.000 muertos y un desplazamiento de casi el 80% de la población palestina, con independencia de que sean o no miembros de Hamás. Ese ataque podemos llamarlo como queramos, pero no cabe duda de que está suponiendo un verdadero genocidio, «exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivos de raza, etnia, religión, política o nacionalidad».

 


           El origen de esta situación no es cosa de hoy ni tampoco de unos años. Intento resumírselo a Zalabardo en muy pocas palabras. La bíblica Israel la integraban el Reino de Israel y el Reino de Judá, descendientes de los hebreos que habitaban el levante mediterráneo y a los que se les acabó llamando judíos. La historia de este pueblo es conflictiva, pues mantuvo constantes choque con pueblos vecinos y, cuando los romanos conquistaron la zona, protagonizaron varias rebeliones contra los conquistadores. El emperador Adriano, en el siglo II d.C. acabó decretando la expulsión de los judíos del territorio e impuso a la región el nombre de Palestina. Fue el inicio de la Diáspora de los judíos, que fueron asentándose por todo el mundo.

            Tras siglos de diáspora y persecuciones varias, a finales del siglo XIX surgió en Europa central y oriental un movimiento político de corte nacionalista, el sionismo, cuyo objetivo era crear un Estado judío con unidad cultural, religiosa y económica. El nombre le viene de Sión, una de las denominaciones bíblicas de Jerusalén. En la Conferencia de Paz de París, 1920, se acordó que tanto Palestina como Mesopotamia quedasen bajo jurisdicción de Reino Unido a la vez que Francia se hacía con el control de Siria y Líbano. Y en 1947, la Naciones Unidas acordaron la división en dos el territorio; una parte sería para el establecimiento del moderno Estado de Israel que venía pidiendo el movimiento sionista y la otra para los palestinos. Desde entonces, ya se sabe, el conflicto no se ha superado y a cada movimiento palestino contra Israel este ha respondido anexionándose nuevos territorios.

            ¿De qué manera influye en todo esto el lenguaje, la posibilidad de manipulación y la confusión de conceptos? Entramos ya en lo que significa cada una de las palabras que se emplean porque, según las usemos, podemos dar a entender una cosa u otra. En principio, es necesario dejar claro que israelita e israelí no son la misma cosa. Israelí es todo nacido en el moderno Estado de Israel o que se ha establecido en él. En cambio, israelita es cualquier habitante del antiguo Reino de Israel y descendiente de Jacob. Por tanto, es un error que la agencia France Presse publique una foto en la que dice mostrar rehenes israelitas, o que un profesor de la Universidad de Navarra hable en un artículo de la fuerza aérea israelita.

            ¿Quiénes, entonces, son los judíos? Son una colectividad étnico-religiosa y cultural descendiente del pueblo hebreo y de los antiguos israelitas. En sentido estricto, se consideran judíos los descendientes de Judá, que fue hijo de Jacob, que fue hijo de Isaac, que a su vez lo fue de Abraham. Los casos de conversión al  judaísmo son realmente escasos. Suele aceptarse que, tras la Segunda Guerra Mundial, había unos 13.000.000 de judíos en el mundo, repartidos entre 134 países. De ellos, en el moderno Estado de Israel viven aproximadamente el 41%. Luego carece de sentido que Netanyahu defienda su desproporcionada respuesta escudándose en que quienes lo critican lo hacen apoyándose en un histórico odio a los judíos. En la situación actual no hay nada contra los judíos; se critica el comportamiento genocida de Netanyahu y su ejército.



            Otro argumento que emplea el Gobierno del moderno Estado de Israel: cualquier crítica que se haga a su legítimo derecho de defensa es consecuencia de un irredento antisemitismo. También este término se emplea con deliberada ambigüedad o con innegable deseo de manipular. Los pueblos semitas carecen de una base étnica apreciable. Se consideran semitas a todos los pueblos que, según la Biblia, eran descendientes de Sem, uno de los hijos de Noé. En tiempos antiguos, eran semitas los arameos, los asirios, los babilonios, los sirios, los cananeos, los hebreos, los filisteos, los fenicios… En la actualidad, son pueblos semitas Israel, Líbano, Etiopía, Siria, Irak, Túnez, Palestina y Jordania.

            Por eso, le digo a Zalabardo que se comete error, y grave, cuando se habla de Netanyahu como primer ministro hebreo, cuando se habla de tropas israelitas, cuando se denuncia el odio a los judíos o cuando se habla de actitud antisemita o antisionista. Lo que no debe olvidarse nunca es que la tragedia que está sufriendo Gaza es un genocidio sin paliativos, lo que de ningún modo excusa la barbarie del atentado de Hamás. No puede aceptarse que, amparado en el justo objetivo de combatir el terrorismo de Hamás, el ejército israelí bombardee colegios y hospitales causando un número importante de muertos inocentes. Mientras escribo esto, leemos que la ONU acaba de incluir al ejército israelí en la lista negra de entidades que cometen crímenes contra la población infantil, con lo que lo iguala con Hamás y con la Yihad Islámica Palestina.

1 comentario:

siroco-encuentrosyamistad dijo...

Muy aclaratorio, gracias