Fes que seguin segurs els ponts del diàleg
i mira de comprendre i estimar
les raons i les parles dels teus fills.
[Haz
que sean seguros los puentes del diálogo
e
intenta comprender y amar
las
diversas razones y las hablas de tus hijos.]
Salvador Espriu: La pell de brau (La piel de
toro)
Capricho, de Goya |
Zalabardo, que me conoce bien, sabe
que no soy independentista ni nacionalista. Y al rechazar el nacionalismo,
señalo a todos los posibles, no solo al catalanista. Me duele la boca de
decirlo.
No niego que estoy preocupado. Hoy
es viernes y normalmente me pongo a escribir los apuntes para esta Agenda el sábado o el
domingo. Pero es que el domingo es 1 de octubre. ¿Hay en España quién no lo
sepa? ¿Hay alguien que tenga tan templados nervios que espere impasible la
llegada de ese día? Yo creo más bien, así se lo digo a Zalabardo, que hay
muchos que, ávidos de morbo, esperan ese día deseando que pase algo, en el
sentido que sea. Hasta ese punto llega su estupidez.
En esta espera inquieta, me viene a
la cabeza ese refrán español: aquellos polvos trajeron estos lodos.
¿De dónde proviene el refrán? Gregorio
Doval, escritor y periodista, quiere convencernos de que el dicho nació en
1784, a raíz de celebrarse un auto de fe de la Inquisición contra varias
personas acusadas de haber fabricado unos polvos de efectos afrodisiacos.
Incluso pone como autoridad de su tesis que Goya dedicara uno de sus Caprichos
a este episodio. Pero se equivoca, pues ya en 1611 Covarrubias comentaba el refrán con su sentido moderno. Y en el Diccionario
de la Academia de 1734 también aparece. En la edición de 1832 se
explica con un sentido que coincide con el que hoy se sigue admitiendo: ‘refrán
con que se denosta que muchos males que se padecen provienen de errores o
desórdenes cometidos anteriormente’.
¿Se han cometidos errores en esto
del problema catalán? Creo que sí, aunque dejemos claros que los errores se han
cometido dentro y fuera de Cataluña. ¿Se podrían haber evitado? Por supuesto
que sí. ¿Qué errores se han cometido? A mi humilde juicio, uno muy gordo: no
dialogar y echar demasiada leña al fuego. Pero no ahora ni hace unos meses. Hace
años que este problema se tendría que haber puesto sobre la mesa. Sin embargo,
nos hemos limitado a ver quién mea más largo
y a soltar bravuconadas.
Mafalda, viñeta de Quino |
Alejo
Vidal-Quadras, político del que pocas dudas hay acerca de su filiación,
dice en un artículo que la culpa de todo la tiene la Constitución de 1978,
texto lleno de lagunas, inconsistencias y trampas que da pie a izquierdistas e
independentistas para romper la baraja a la primera ocasión propicia. Es decir,
que este señor de extrema derecha piensa exactamente lo mismo que los del otro
extremo: Podemos, ERC y la CUP. La culpa, de la Constitución. ¡Qué suerte tener a quién o a
qué echar las culpas para eludir las propias! Otro periodista, José Ignacio Rufino, del Diario
de Cádiz, tras remontarse hasta una frase de Stendhal sobre Cataluña (los catalanes quieren seguir disfrutando de
los privilegios comerciales que con influencia y extorsión lograron de la
monarquía española) afirma que la culpa es de Franco, que protegió en exceso la industria catalana conduciendo al
resto del país a un erial industrial. Pues muy bien, eso sí que es echar
la culpa al muerto.
Lo que nadie repara es en que, en
este asunto, entre todos la mataron y ella sola se murió. No voy a dar
nombres de posibles culpables, que serían muchos, pero sí voy a recordar
algunos hechos que no debiéramos olvidar. Hay muchos ahora que elogian a Serrat o a Boadella por su oposición al independentismo. ¿Nos acordamos de
cuando Serrat fue vetado en la
televisión y las radios españolas por el grave pecado de querer cantar el La,
la, la en catalán? ¿Quién no se acuerda del desprecio hacia Boadella por su catalanismo? ¿Quién ha
olvidado los problemas de Raimon (valenciano,
aunque muchos, tanto en Cataluña como en el resto de España, no tengan ni
puñetera idea de qué diferencia hay entre catalán y valenciano) por sus
conciertos en Madrid?
Bienaventurados, de Serrat. |
Si antes los denigramos, ahora los
elogiamos. Ahora no nos importa que digan que son catalanes con tal de que
digan que no son independentistas. Que en Cataluña miren con malos ojos hacia el
resto de España es algo que entiendo porque veo que en el resto de España se
mira también con malos ojos hacia Cataluña. Y nos dejamos llevar como rebaños
porque no hay nadie con los redaños suficientes (quiero ser suave en mis
palabras) para sentarse ante una mesa y hablar, con claridad y sin tapujos, de
todos los problemas. Y solucionarlos. Ya está bien de escudarse tras argumentos
como ‘Constitución’, ‘ley’ ‘sistema judicial’ ‘procés’, ‘mandat del poble’
‘Espanya ens roba’ y tantas otras estupideces. Que hablen de una puñetera vez
de política. Que hablen hasta arreglar este descosido que han hecho. Que no se
levanten hasta comprender les raons i les parles, las razones y las hablas de
los otros. Porque, al final somos nosotros quienes quedaremos con las
vergüenzas al aire. En “nosotros” están incluidos también, por supuesto, los catalanes.
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