No hay mejores “ratos
perdidos” —que no son perdidos sino ganados— que los que se pasan junto a un
grupo de amigos en torno a unas cervezas y hablando sin restricciones y sin temor
a ser mal interpretado, porque todos nos conocemos y sabemos de qué padre y de
qué madre es cada uno, lo que impide fricciones que no sean rápidamente
salvables. Zalabardo sabe bien que me gusta el trato directo, cara a cara. Peor
llevo los hoy casi inevitables grupos de whatsapp; pienso que las
redes sociales, si uno no anda con cuidado, pueden enredarnos más de lo
deseable y convertirse en fuente de discordias. Porque las redes sociales, como
las armas, las carga el diablo, que en este caso no se llama José María Pérez, uno de los amigos del
día que ahora tengo en mente, que es un bendito pese a que él lo niegue.
Los amigos de
que hablo vivimos muy desperdigados y nos vemos de tarde en tarde. La última vez
que nos vimos, uno de ellos, Pepe Sarria,
soltó una expresión, estar najabeta, desconocida por mí,
pero sobre cuyo origen le prometí indagar. En ese momento, discutíamos a quién
le tocaría ir a comprar pasteles. Pepe
Zamora alegaba en, en horas de siesta, con él no contásemos para nada; Prada ponía no sé qué excusa de la
rodilla; José María argumentaba que,
siendo él excelente repostero, suponía desdoro que lo viesen entrar en una pastelería;
las mujeres, sobre todo Pepa Garrido
y Mariloli, y también Pepa Márquez, disimulaban y fingían
estar distraídas hablando de otras cosas. Total, que me tocó a mí ir a comprarlos.
Le cuento esto a Zalabardo para que comprenda la razón de la confusión que
sufrí. Y es que me pareció entender que estar najabeta, según Pepe, significaba ‘estar loco, con la
cabeza perdida’.
El asunto,
expuesto así, cambiaba de forma radical; mi investigación debía dirigirse en
otras direcciones. Esta misma mañana comencé a catalogar las diferentes formas de
manifestar que no se tiene dinero: estar sin un duro, sin
un céntimo, sin una pela, sin blanca, a la cuarta pregunta, a dos
velas, sin un real, sin guita, con una mano detrás y
otra delante, canino, tieso, pelao…
Pero por ninguna parte me aparecía najabeta. Intenté otra forma de
búsqueda, analizar sus posibles elementos integrantes; e imaginé que fuese un compuesto
de naja,
que conocía, y de beta, que no me decía nada.
El Vocabulario
andaluz, de Antonio Alcalá
Venceslada me dio la primera alegría con una pista importante. Dice que beta,
primero, que es término marinero que designa la ‘cuerda que sirve para
arrastrar el copo’; y, después, recoge la expresión, tirar de beta, que define,
figuradamente, como ‘usar de algo sin miedo: gastar dinero, comer, beber, etc.’
A continuación, da un ejemplo del que no indica procedencia: “En cuanto heredó,
comenzó a tirar de beta hasta que quedó sin un real.” Tirar
de beta, según esto, parece que pasa de ‘ser rumboso’ a ‘no tener nada’,
es decir, ‘estar tieso’.
Aun así, no me
cuadraba mucho la cosa, porque el primer elemento, naja, najarse,
de origen caló, significa ‘irse, huir precipitadamente’. ¿Cómo relacionar tirar
de beta con estar najabeta? ¿Puede en algún momento naja pasar de ‘irse’ a ‘quedarse
sin nada’? Zalabardo, que siempre sale en mi ayuda cuando me ve perdido, me
dijo: ¿Por qué pensar en un compuesto y no en una palabra simple? Y como es
persona sensata que se deja llevar por la lógica, me dio un segundo consejo: “Olvida
beta
y céntrate en naja, sin olvidar el posible origen gitano.”
Dicho y hecho.
¡Qué alivio cuando se comienza a ver la luz en lo que parecía un oscurísimo
túnel! En el Diccionario romanó-kaló, de Rober Heredia Jiménez y en Aproximación al caló, de José Antonio Plantón, encuentro el
verbo najabar, ‘perder, desperdiciar’; y el Diccionario caló que
incluye la web Portal del Flamenco y Universidad, me ofrece toda una familia
léxica: el sustantivo najab, ‘pérdida’; el adjetivo najaba,
‘perdidoso’; y los verbos najabar, ‘perder’ y najabelar,
‘derrochar’.
Queda una breve
duda por resolver: si najaba es ‘perdidoso, el que se ha
quedado sin nada’, y najabelar 'derrochar' ¿qué proceso nos lleva a najabeta? Recuerdo en este momento la expresión
recogida por Alcalá Venceslada tirar
de beta, ‘gastar hasta quedarse sin nada’; ¿pudiera existir alguna relación,
algún contagio? La verdad es que no lo sé. De todas formas, creo que a Pepe Sarria le bastará con esto. Y
estoy contento porque, de alguna manera, le debía este apunte; aquel día
compartimos unas horas agradables, gozamos de una magnífica sobremesa y, luego,
acompañamos a José Manuel Ramírez. Aunque
me tocase a mí ir por los pasteles, encontrase cerrada la pastelería que me recomendó
y tuviese que ir a comprarlos a las monjas.
Muchos lectores no sabrán quiénes son las personas que aquí nombro. Son amigos míos y a ellos dedico este apunte y les envío saludos de Zalabardo, que se alegraría de conocerlos.
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