Bandera de Juana la Loca y Felipe de Anjou |
En agosto de
2013, en esta Agenda apareció un apunte titulado La tiranía
de algunos símbolos, donde insistía sobre la convencionalidad de los
signos, el valor que realmente tienen y la necesidad de que nadie se apropie de
ellos de manera indebida. Charles Saunder Pierce explica muy bien lo que
es un símbolo y qué lo diferencia de otros signos semejantes. Indicios,
iconos y símbolos expresan una relación entre dos
elementos. El indicio se basa en un razonamiento de inferencia
(humo/fuego); el icono reproduce aquello a lo que se refiere
(retrato/persona retratada); en cambio, el símbolo es una mera convención,
si queremos, caprichosa (balanza/justicia).
En diferentes
lugares se nos dice que los símbolos de España son la bandera,
el escudo y el himno. Rastrear su procedencia no es
algo demasiado complicado. Más lo es aceptarlos como lo que en verdad son. Esos
símbolos nunca fueron representación de territorios ni naciones. Tuvieron
su origen en los vexilos, estandartes rígidos o guiones, que
usaban los legionarios romanos para reconocerse, costumbre que continuarían los
visigodos. Tal como se entienden hoy, paños rectangulares unidos a un astil, las
banderas, proceden de oriente y las trajeron a España los
musulmanes. Zalabardo que Rodrigo Caro, comentándolos en su Antigüedades
y principado de la ilustrísima ciudad de Sevilla y Chorographía de su convento
jurídico, de 1634, afirma que significaban como hazen ahora Reyes,
señores y Cavalleros. Nunca representaban a un territorio o naciones. Eso fue
una convención posterior.
Bandera en tiempos de Felipe II |
Y el símbolo
se inventa. Miremos si no la bandera de España y sus cambios. Tras los Reyes
Católicos, fue blanca con la cruz de Borgoña, porque Felipe el Hermoso
ostentaba ese ducado. Felipe II, cambió el fondo blanco por amarillo. La
casa de Borbón recuperó el blanco y añadió sus armas reales, aunque solo se
utilizaba como enseña de la Marina hasta que Carlos III, avisado de que
nuestros buques se confundían con los de otros países que usaban el mismo
color, convocó un concurso para un nuevo diseño. Entonces aparecieron el rojo y
gualda en franjas horizontales. En 1793, se extendió su uso también para el
Ejército de Tierra. Y, para no alargar, digamos que hasta 1908 no fue
obligatoria su presencia en edificios públicos en fechas señaladas.
Me pide
Zalabardo que pasemos al himno, dado que un amigo común nos ha emplazado
a dar nuestra opinión sobre algo que últimamente está circulando en las redes: ¿es
el himno de España una melodía andalusí que se remonta al siglo
XI? Zalabardo, amante de la rica cultura arabigoespañola medieval, acepta
gustoso el encargo.
Al Ándalus poseía
una rica producción poética y musical y un alto grado de tolerancia, lo que permitía
la fusión entre las diferentes culturas (árabe, cristiana y judía). Tantos
siglos de relación propiciaron la aparición de comunidades mixtas: mozárabes,
mudéjares, moriscos… La interculturalidad era un hecho y su influencia en las
manifestaciones culturales de los siglos siguientes innegable. A la moaxaja,
composición poética en árabe clásico, no tardaría en sumársele un colofón o
especie de estribillo, la jarcha, poemita popular escrito en
mozárabe, que era una lengua romance. En la misma fuente beben los zéjeles
y villancicos castellanos posteriores.
Bandera de la Casa de Borbón |
Tal vez no sea
casualidad que el himno de España sea uno de los solo tres en el
mundo (junto al de San Marino y el de Bosnia y Herzegovina) que carezca de
letra. La razón pudiera estar en lo que sigue. Se recoge por vez primera, con
el nombre de Marcha de los Granaderos, en el Libro de las
Ordenanzas de Toques de Pífanos y Tambores, redactado por Manuel
Espinosa de los Monteros en 1761, aunque este señor no fue su autor, como
algunos dicen, y tampoco lo compuso, como pretenden otros, Federico II de
Prusia, para regalárselo a España. Su procedencia, según indicios, es
anterior.
¿De dónde viene,
entonces, ese himno? Entre los siglos IX al XV floreció un estilo
de música andalusí de tal calidad que no solo influyó sobre toda la música peninsular,
sino que alcanzó a Francia y a Italia y, algo después, se extendió por todo el
norte de África. La muestra más destacada de esta música es la llamada nawba
o nuba. Su creador, según el portal Música Antigua, fue un
ilustre músico persa llamado Ziryab que, envidiado por su maestro
Al-Musuli, tuvo que abandonar la corte persa y acabó
estableciéndose en la Córdoba de Abd al-Rahman II. Allí creó una escuela
de música y se le atribuye la creación del laúd.
La nuba,
que significa ‘turno’, tiene una estructura peculiar: forma como un rosario o
collar en que cada cuenta sería una canción. El número de canciones es
variable, pero, y esto es importante, siempre posee una introducción solo melódica,
sin letra, llamada tawashyya, que se interpreta a modo de saludo.
Entre los tipos de nubas que han llegado a nosotros destaca la nuba
al-Istihal, atribuida por algunos a Ibn Bayya (Avempace),
autoría que otros niegan.
Bandera tras Carlos III |
Las
conclusiones a que llega este cordobés son simples: la composición era muy
conocida en la España medieval, hasta el punto de que hay versos muy semejantes
entre la canción 4 de la nuba
al-Istihal y la cantiga 42 de Alfonso X; Espinosa
de los Monteros debió conocerla, la instrumentó y la incluyó en su Libro
de Ordenanza de Toques… como Marcha de los Granaderos,
que interpreta como confusión con Granadinos; por decreto de Carlos
III pasó a llamarse Marcha Real, porque se usaba en los actos en que
aparecían los reyes; por ser una composición solo instrumental, aquella
“marcha” carecía de esa letra que echamos en falta; que después haya habido
tropecientos de intentos de ponerle letra, sin que ninguno de ellos triunfe,
prueba que nunca en su composición hubo idea de que la tuviese.
En
consecuencia. La opinión que se nos pide acepta que nuestro himno
puede perfectamente proceder de esa melodía medieval andalusí. La idea no es
descabellada. Eso sí, nos revienta que haya quienes se apropien de este, como
de los demás símbolos, como si fuesen una propiedad privada. Los símbolos,
en definitiva, o son de todos o no son de nadie.
1 comentario:
Esto es muy interesante, ya que enseña de manera muy correcta, los cambios que tuvieron los símbolos patrios españoles. Saludos desde Latinoamérica.
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