EL CAMINO DE SANTIAGO. HISTORIAS Y ESTAMPAS DEL CAMINO. 3
Taberna Farruco. Furelos es una pequeña parroquia de Melide, apenas 250 habitantes, a la que se entra tras cruzar un bonito puente medieval del siglo XII. En una revuelta de las que el Camino hace entre las casas de la población, un pequeño local sorprende al caminante. Se llama Taberna Farruco y ameniza la estancia y descanso del viajero con ¡sevillanas rocieras!
Una lección de geografía política. O Pedrouzo es el final de la penúltima etapa, antes de afrontar la llegada a Santiago. En O Pedrouzo, al igual que antes en Palas de Rei, nos tomamos un día de descanso. Pero este descanso no era realmente tal, pues para mantener los músculos en forma nos buscábamos alguna ruta por el concello que nos permitiera conocer otras sendas que no fueran solo las del Camino. En Palas, en el hotel nos ayudaron a diseñar una de estas rutas: Palas-ribera del río-Carballal-Lalín-Palas. Aproximadamente, unos ocho kilómetros. En O Pedrouzo, paseamos por los bosques de los alrededores.
Pero lo que quiero contar aquí es el galimatías administrativo que puede ser Galicia para quien no esté al tanto. La Comunidad está dividida en comarcas; las comarcas, en concellos (municipios); y los concellos, en parroquias. Pero, a veces, suceden cosas curiosas, como la que voy a comentar. Cuando el Camino llega, a falta ya de veinte kilómetros para Santiago, a una intersección con la carretera de Lugo a Santiago, un cartel reza: O Pedrouzo. Pero si a esta misma población se entra desde la intersección de la continuación del Camino con la carretera de Lameiros, el cartel que hay junto a la señal de stop dice: O Pedrouzo-Arca. Y en esta misma carretera, unos metros más adelante, un tercer cartel nos dice: Arca.
Para complicar más la cosa, cuando pedimos información sobre la situación de la iglesia de O Pedrouzo, pues queríamos sellar la credencial del peregrino, en el frontal del templo al que nos enviaron pudimos leer: Iglesia de Nuestra Señora de Arca; y en el sello que nos pusieron dice textualmente: Parroquia de Arca y Pino. Si alguien se ha perdido a estas alturas, le aviso que no hay error en el relato, que igual de perdidos nos sentimos nosotros. Así que, al salir de la iglesia, nos dirigimos a una señora que venía en dirección opuesta a la nuestra y le preguntamos: “Señora, ¿cómo se llama este lugar donde estamos?” A lo que nos respondió: “Esto se llama O Pino”. Comprenderéis nuestra sorpresa. Intenté continuar el interrogatorio: “¿Pero esto no es Arca?” “Sí”. “¿Entonces…?”, añadí. La buena mujer, armándose de paciencia, dijo: “Es que Arca es O Pino. ¿No han visto ustedes ahí arriba la Casa del Concello (ayuntamiento)?” “Pero eso está en O Pedrouzo”, insistí, creyendo que nos tomaba el pelo. Y la señora, viendo las pocas entendederas nuestras, optó por una respuesta más larga: “Es que O Pedrouzo es Arca y Arca es O Pedrouzo. Y todo es O Pino. O Pino es el concello, cuya capital es O Pedrouzo, que es Arca. Por eso, O Pino es todo y lo demás son parroquias, que en este concello son doce (y las enumeró, según tuve después ocasión de observar, alfabéticamente): Arca, Budiño, Castrofeito, Cebreiro (que es distinto de O Cebreiro de Lugo), Cerceda, Gonzar, Lardeiros, Medín, Pastor, Pereira, San Mamede de Ferreiros y San Verísimo de Ferreiros”.
Le dimos las gracias a la señora por su buena información y la dejamos con cara de estar pensando que éramos, pese a venir de tan lejos, personas que ignorábamos hasta cómo se llamaba la tierra que pisábamos.
Labacolla. Esta población se encuentra ya en la última jornada del Camino, a solo 10 kilómetros de su finalización. Actualmente, en ella se encuentra enclavado del aeropuerto de Santiago. Pero lo peculiar de esta población es, precisamente, su nombre, debido al del río homónimo que la cruza. ¿Qué importancia tiene tal corriente? En lo antiguo, mucha, ya que a sus aguas se les concedía un efecto lustral, es decir, de purifi-cación. Aquí es donde los peregrinos se paraban para lavar sus ropas y sus llagados cuerpos antes de presentarse, por fin, ante la tumba del apóstol. De ahí, de ese carácter lustral, purificador, tomaron su nombre río y lugar. Lo que muchos ignoran es el significado de tal nombre. Yo lo supe leyendo el primer volumen del Diccionario secreto (sobre coleo y afines), de Camilo José Cela. Porque dicho nombre significa, literalmente, ‘lavacojones’. El origen es fácil de rastrear. En el Liber Sancti Iacobi, sí, ese libro que han robado, su autor, Aymeric Picaud, habla de “un río que dista de la ciudad dos millas, en un frondoso lugar, al que llaman Lavamentula (‘lavagenitales’), donde los peregrinos lavan no solo sus mentulas (‘genitales’), sino todo su cuerpo y sus ropas”. La razón y el momento del cambio en el hidrónimo del latino mentula (más genérico) por el también latino colea (más específico) son aspectos que ya desconozco. Eso sí, aunque la lluvia ya nos había mojado bastante, yo quise cumplir la tradición mojándome las manos, al menos, en aquel río.
Monte do Gozo. O mi gozo en un pozo. El caminante de Compostela tiene, cuando parte, dos objetivos: llegar a Monte do Gozo y llegar a Santiago. El primero es índice de que se han podido superar las fatigas del Camino (y, en consecuencia, de que nada impedirá ya el logro del segundo), de que se han vencido las ampollas, las torceduras de tobillos, el dolor de las rodillas, la incomodidad de la lluvia y el peso del calor, cada cosa en su momento, cuando no varias de ellas juntas. Monte do Gozo es una colina desde la cual ya es posible contemplar Santiago. Dicen que, en la antigüedad, los peregrinos, cuando llegaban a este lugar, se arrodillaban y daban gracias al apóstol por haberlos ayudado a superar todos los inconvenientes.
Pero a mí, he de decir, me ha desencantado. Con lo que allí se ha hecho, Monte do Gozo tiene toda la fealdad y frialdad de un moderno centro comercial, y el monumento que se levantó en su cumbre para conmemorar la visita de Juan Pablo II en 1992 desentona, a mi juicio, con los humildes y bellos cruceiros y con las pequeñas iglesias que, esos sí, han acogido y animado al peregrino durante el Camino.
No obstante, la visión de Santiago tan a tiro de piedra, conmueve el ánimo. Desde esta colina, ya solo queda algo más de una hora para poder dar el abrazo al apóstol. Entonces sí, el Camino habrá terminado.
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