lunes, octubre 17, 2011


ERRATAS Y ERRORES

    Suelo leer con atención la sección de la Defensora del lector del diario El País porque en ella se recogen las quejas de los lectores y, al propio tiempo, se observa cómo el diario asume dichas quejas y hace autocrítica de sus errores. También yo me he dirigido en ocasiones a dicha sección y debo reconocer que siempre he recibido atenta respuesta y, cuando he tenido razón en mi queja, alguna vez, adecuada acogida a mi propuesta.
    Dos de los más recientes artículos de la Defensora iban dirigidos a comentar las quejas acumuladas durante el verano, cuando la sección estaba cerrada. La mayor parte de quejas se referían a cuestiones ortográficas, aunque otras muchas apuntaban a errores de conceptos y a otros de diferente tipo. Llama la atención que un periódico que se considera el más prestigioso de la prensa española incurra en los errores reconocidos y aceptados, que no justificados, por la Defensora: constantes confusiones entre a (preposición) y ha (verbo), barbaridades del tipo hacabar, no hacer diferencia entre astrología y astronomía, confundir el billion de los Estados Unidos (mil millones) con nuestro billón (un millón de millones). En fin, no quiero seguir, pues pienso que habéis leído los artículos a los que me refiero.
    Lo que me interesa es destacar la frase con la que la Defensora da fin al primero de estos artículos. Dice así: Todo apunta a que hay un problema de exigencia individual, un problema de supervisión y también un problema de formación. Parece muy fuerte esto último, porque apunta a que no todos son errores coyunturales (erratas más o menos disculpables) sino, en algunos casos, falta de conocimiento, formación deficiente de quienes, se piensa, deberían ser fieles cuidadores del lenguaje.
    ¿Tiene razón la Defensora del lector del diario El País? No tengo una opinión definitiva al respecto, pero, le digo a Zalabardo, a veces me asalta la impresión de que es verdad que vivimos tiempos en que la formación lingüística de quienes se supone que la tienen (los universitarios, por ejemplo) es bastante deficiente. A lo mejor sucede que los profesores, me incluyo entre ellos, nos preocupamos por que sepan mucha sintaxis, pero descuidamos que dominen una correcta ortografía y se expresen con un adecuado estilo.
    Sobre esto hablaba con Zalabardo (¿es que no hay temas de conversación más amenos?) mientras realizábamos nuestra diaria caminata cuando, llegábamos ya al Puerto de la Torre, mi buen Zalabardo me cogió del brazo y apuntó con su dedo hacia una furgoneta municipal aparcada junto a la acera. “Ya que hablas de ortografía”, me dijo, “¿qué te parece eso?”
    “Eso” era el rótulo que lucía en el lateral del vehículo (blanco, limpio y nuevo) de nuestro Ayuntamiento. En su puerta delantera, muy bien rotulado en un agradable tono azul, se leía: Málaga. ½ Ambiente y Jardines. Así, tal cual. ¿Cuántos errores, barbaridades, se dan en dicho rótulo? Parto de que la culpa, me parece claro, no es de quien hizo materialmente el rótulo, del rotulista (que a lo mejor también), sino de quien lo encargó, de quien ordenó que se hiciera y dio el visto bueno a lo hecho, que debe ser alguien a quien se supone mayor conocimiento y que fue, supuestamente también, quien proporcionó el modelo. Cuando me encuentro un error de este tipo recuerdo lo que me decía José A. Garrido sobre la dureza de la crítica y me contengo. Pero me aceptaréis que tiene delito la cosa.
    Por lo pronto, el rótulo incurre en dos errores graves: uno, formal, usar la fracción ½ en lugar de la palabra medio; y otro, de concepto, confundir un sustantivo con un adjetivo numeral. Vamos por partes. La Ortografía de la Academia deja claro que las entidades abstractas denominadas números pueden ser representadas gráficamente de dos maneras: mediante símbolos o cifras, lo que constituye un lenguaje formal, o mediante palabras (llamadas numerales) y entonces pasan a formar parte de cualquiera de los lenguajes naturales. Los numerales, como palabras, constituyen un subconjunto del léxico de una lengua, por lo que su escritura debe atenerse a las normas ortográficas de cada lengua. Entre ellas, ser escritos con letras.
    El segundo de los errores no sé si es más grave, pues se ha confundido un adjetivo con un sustantivo y un significado con otro. En efecto, medio, adjetivo numeral, significa ‘igual a la mitad de algo’ y así decimos medio queso, media paga, etc. En esto, coincide con la fracción ½. Pero resulta que medio, como sustantivo, significa, entre otras cosas ‘conjunto de circunstancias o condiciones exteriores a un ser vivo que influyen en su desarrollo y en sus actividades’, que es a lo que están destinados quienes hacen uso del  vehículo en cuestión. Y la locución medio ambiente es tan usada en nuestro tiempo que incluso el Diccionario panhispánico de dudas aconseja que se adopte la forma medioambiente.
    Me pregunta Zalabardo si tendría sentido dirigirnos al Ayuntamiento denunciando el rótulo. Yo, que soy más escéptico que él, le respondo si cree que valdría la pena. Y como él no lo tiene muy claro, la cosa se queda así. Por tanto, optamos por seguir paseando, que parece más provechoso.

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