En cuestión de refranes, proverbios
y dichos, le comento a Zalabardo, noto con pesar dos hechos: uno, que la gente
hace un menor uso de ellos, lo que, a mi humilde interés, resta expresividad a
nuestras palabras; dos, que hay menos especialistas, paremiólogos, que se
ocupen de su estudio. Siempre acudimos a casi las mismas fuentes: Gonzalo de Correas, José Mª Sbarbi, Francisco Rodríguez Marín, José
Mª Iribarren… Se diría que ellos lo saben todo en este campo, aunque para
refranes, procuro no olvidarme de Covarrubias
ni, cómo no, de La Celestina o el Quijote. En cualquier caso, fuentes
clásicas todas ellas.
Discutíamos (es un decir) sobre el
origen de la locución al freír será el reír. No es que sea
de uso muy frecuente en nuestros días (pocos refranes y locuciones lo son ya),
pero tampoco es una antigualla. Sin embargo, el DRAE no la recoge, y nos
extrañó. Sí aparece, en cambio, al freír los huevos, que, dice,
‘sirve para expresar el tiempo en que se verá si algo ha de tener efecto’. ¿Hay
relación entre una y otra? En fin, que nos fuimos a los Refranes, adagios, proverbios…
(1922), del gaditano José Mª Sbarbi y leímos:
Cuéntase
que en tiempo del rey Felipe iv
había en la Corte un calderero que tenía
la fama de ser un tuno redomado.
Un
pillo que esto supo, se propuso engañarlo y
reírse a su costa.
Se
fue a la tienda y pidió a este una sartén, diole el calderero una que estaba
rota por abajo; este no lo notó, pero le dio en pago una moneda falsa que el
sartenero guardó sin mirar; pero viendo
que el comprador se estaba riendo, le dijo: Al freír será el reír.
A
lo cual contestó el contrario: Al contar
será el llorar. Y de aquí tomó origen dicha frase.
Todo parece muy bien, solo que Felipe iv
(¡ojo, con el palito delante; el del palito detrás es el de ahora!) reinó en
España entre los años 1620 y 1665. “¿Y qué quiere decir eso?”, me pregunta
Zalabardo. Simplemente, que el Quijote, su primera parte, es de
1605 y La Celestina, de 1499. Sancho (parte i, cap. 37) dice a su señor, tratando de
demostrar que no está equivocado.
…porque
los cueros allí están heridos, a la cabecera del lecho de vuestra merced, y el
vino tinto tiene hecho un lago en el aposento, y si no, al freír de los huevos se verá.
Y la alcahueta Celestina (acto i), grita a Sempronio:
¡Los
huesos que yo roí piensa este necio de tu amo de darme a tomar! Pues ál lo
sueño; al freír se verá.
No parecen demostrar estos ejemplos
la relación entre ambas expresiones. Sí es claro que han de ser más antiguas
que la que comenta Sbarbi. Pero los
comentaristas de las obras citadas coinciden en afirmar que derivan de un
cuento tradicional popular anterior, sin aportar nada más. Sí nos ayuda Covarrubias que, en su Tesoro,
(1616) tras explicar que al freír los huevos lo veréis ‘se emplea
para burlarse de alguno, cuando con descuido, pregunte lo que prestó, en ocasión
vera, echando de menos lo que le falte’ ilustra su interpretación con esta
anécdota:
Un ladrón entró en una casa, no halló
qué hurtar más a mano que una sartén; y
cuando salió, preguntóle el ama: “¿Qué lleváis ahí, hermano?” El otro
respondió: “Al freír los huevos lo veréis”.
¿Es ese el eslabón perdido entre al
freír será el reír y al freír de los huevos? El cuento es
similar. Y es que, como es normal en la literatura de transmisión oral, los relatos
van experimentando cambios y transformaciones sin cesar, aunque perdure un
fondo común. La prueba es que, buscando, nos topamos con una obra de 1547 (anterior
al Quijote,
aunque posterior a La Celestina) escrita por Melchor
de Santa Cruz titulada Floresta española de apotegmas, o
sentencias, sabia y graciosamente dichos, de algunos españoles. En ella
(parte cuarta, cap. v, De
hurtos), aparece este cuentecito:
Vendió
un carbonero una sera de carbón a una mujer, y tomó una sartén, que estaba a
mal recaudo, y echola en la sera vacía. Preguntándole la mujer si era de encina
el carbón, y si era bueno, respondió: Al
freír lo veréis.
Le digo a Zalabardo que la
conclusión a la que quiero llegar no es que Sbarbi esté equivocado (Dios me libre de mantener tal cosa), sino
que lo que el gaditano recoge es una versión evolucionada de un cuentecito
cuyos orígenes se remontan hasta no sabemos cuándo y que es la base de un
refrán que, en este discurrir de los años, también ha ido cambiando, no ya en
su forma, sino incluso en su sentido, puesto que el Refranero multilingüe del
Centro Virtual Cervantes dice que
‘señala que las cosas tienen su precio y
sus consecuencias, por lo que se debe obrar con sensatez y tino. Se
aplica para recriminar tanto a quienes gastan con exceso como a quienes dan por
seguro algo ilusorio o a quienes obran sin previsión’. No estoy muy seguro de que
los tiros vayan por ahí. Creo más bien que, en conexión con el cuento, en
cualquiera de sus versiones, no es sino un aviso contra tanta pillería y
truhanería como hay. El regador regado, el timador timado o el engañador
engañado tienen hoy tanta vigencia como hace siglos. ¿En unos lugares más que
en otros? Bueno, eso ya es cuestión diferente.
1 comentario:
Un vendedor de aceite en tinajas, hizo negocio con un prestamista, usurero y tramposo.El aceitero llenó las tinajas de agua y por encima una capa de aceite, visto está que el aceite flota. El usurero preparó monedas falsas para hacer el pago. Cerrada la transacción, cada cual siguió su camino. A los pocos pasos, el usurero estalló en carcajadas, feliz por el fraude cometido. Entonces, el aceitero exclamó-"Al freir será el reir" recibiendo por respuesta por parte del otro:-"Y al contar será el llorar" No sé donde lo leí, hace bastante tiempo.
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