No siempre es posible explicar bien,
sin temor a errar, el origen de determinadas expresiones. A veces incluso se
repiten unos argumentos tan asiduamente, que uno acaba por creérselos.
Le digo esto a Zalabardo porque en
ocasiones resulta difícil encontrar dicho origen a un giro o locución que nos
parece de lo más habitual. Eso me ha ocurrido cuando mi amigo me ha preguntado
por el de dos expresiones que, en principio, parecen idénticas: meter
un paquete y meter un puro. Ambas, ya digo,
coinciden en su significado, ‘imponer una sanción’, ‘castigar a alguien’. Pero,
ahí está el problema, ¿cómo nacieron?
Llama la atención que el DRAE
no las recoja hasta su edición de 1985. De la primera, que califica como propia
del lenguaje figurado y familiar, dice que es ‘castigar a alguien, multarlo o
censurarlo por alguna cosa’. De la segunda afirma que es frase vulgar que
pertenece al lenguaje militar y su significado es ‘arrestar, imponer un castigo’.
Sin embargo, cualquiera que haya hecho la mili (y de esos ya quedamos pocos)
sabe que son expresiones, las dos, muy cuarteleras, que luego han pasado a la
vida común. ¿O acaso ha sido al revés?
Tengo que confesar que he buscado detenidamente
textos que las expliquen y no he podido hallar más que un artículo El
lenguaje de los soldados, de Juan
Gómez Capuz y Félix Rodríguez
González, que forma parte de un trabajo más amplio, El lenguaje de los jóvenes, publicado en 2002 por
la Universidad de Alicante. Dicho artículo, en uno de sus apartados, desarrolla
la tesis de la tendencia en el lenguaje militar a adoptar metáforas de claro
contenido sexual. Así, afirman que cualquier expresión en la que quepa el verbo
copular
significa en realidad arrestar, castigar, vamos, lo que
en el lenguaje vulgar se dice follarse a alguien. Y no faltan los
ejemplos: pasar baqueta, meter un parte, meter un rabo, meter
un puro o meter un paquete. Creo que no utilizan más y dice que todas
manifiestan una clara analogía con follar. Es posible, aunque no estoy
seguro de que la teoría valga para todos los ejemplos.
Lo digo no por el mero hecho de
llevar la contraria a nadie, sino porque hay ejemplos anteriores en el tiempo y
en el ámbito que, si no son idénticos, presentan alguna similitud. Lo que
sucede, se lo confieso a Zalabardo y a cualquiera que lea este apunte, es que
carezco de argumentos suficientes para demostrarlo.
Pero vamos a ello. Y empecemos por paquete.
La palabra, si miramos cualquier diccionario, significa muchas cosas. Además,
existen, que yo conozca, más de una locución: ser (o parecer)
un
paquete, tragar(se) el paquete y meter
(a
alguien) un paquete. Cada una tiene sentido diferente aunque un inicio
semejante. Paquete, comencemos por ahí, procede de paca, ‘fardo, lío’ y,
ambos, vienen del francés. Un paquete es un ‘lío o envoltorio bien
dispuesto y no muy abultado de cosas de una misma o diferente clase’ y también
‘conjunto de cartas (naipes) o papeles que forman mazo, o contenidos en un
mismo sobre o cubierta’. Además, entre muchas más significaciones, antiguamente
se llamó así a los paquebotes, ‘embarcaciones que llevaban de un puerto a otro la
correspondencia y, también, pasajeros’.
Los primitivos paquetes, tanto los
envoltorios comunes como los que contenían naipes, se preparaban, al parecer,
con todo esmero y primor, por lo que la gente comenzó a llamar paquete
(no sé si en tono de burla o admiración) al ‘hombre que sigue rigurosamente las
modas y va muy compuesto’. El diccionario de Elías Zerolo, de 1895 es el primero en el que encuentro esta
definición. La Academia la recoge en
su edición de 1899. O sea, que un paquete era lo que anteriormente se había
llamado pisaverde, lechuguino y cosas así, alguien
excesivamente preocupado por ir a la moda.
Por otro lado está tragar(se)
el
paquete. Aquí ya se nos une el puro, ‘cigarro hecho con hojas de
tabaco enrolladas y liado sin papel’. Hubo un tiempo en que los puros se
vendían en grupos de seis, simplemente atados por una cinta. El fumador podía
ver sin dificultad el estado del producto que se le vendía. Pero, como todo
cambia, a la Compañía Arrendataria de Tabacos se le ocurrió
meterlos en unas cajas, paquetes, que solo disponían de una
pequeña abertura en un lateral para examinar su contenido. Los fumadores no
tomaron bien este cambio, pues recelaban que fuese una treta para ocultar la
calidad del producto. Se empezó a decir que quien quería fumar tenía por fuerza
que tragarse
el paquete, sin ver su interior, por lo que podía ser engañado. De ahí
que tragarse
un paquete sea igual que ‘sufrir un engaño’.
¿Cómo se llega del piropo, ser
un paquete, o del engaño, tragarse un paquete, a meter
un paquete, aplicar un castigo? Confieso que no lo sé, aunque tengo mi
teoría. ¿Es más o menos verosímil? Tampoco lo sé. Pero me reafirma en ella una
noticia que se difundió no hace mucho tiempo. Un sargento del ejército fue
condenado por haber impuesto a un soldado como castigo tener que llevar encima a
todas horas, en bandolera, unas cadenas de peso desorbitado. Todo ello por
haber incurrido en lo que el sargento consideró grave descuido del soldado. El
tribunal, en su sentencia, determinó que el sargento había impuesto una
humillante sanción medieval. Esto me hizo recordar que, durante la mili, al
menos en la que yo conocí, había oficiales y suboficiales bastante zoquetes,
por no decir una palabra más dura, que a los reclutas que incurrían en una
falta a juicio de ellos merecedora de sanción dura, los obligaban a dar vueltas
alrededor del campamento cargados con todo el armamento, además de una mochila
con el peso que aquellos salvajes considerasen oportuno. Es decir, se les metía
un paquete, que era la carga que debían portar. O sea, en la milicia,
espero que ya no, se ponía (o metía) un paquete o se le
ponía (o metía) un puro a quien unos desaprensivos
consideraban oportuno. Pero ya no se trataba de ningún engaño, no era dar gato
por liebre, era imponer un castigo por lo general injusto.
¿Qué no es eso y la realidad es esa
metáfora sexual que proponen los profesores de Alicante? Que cada cual crea lo
que quiera, aunque, en cualquier caso, a quien le caía la china del castigo lo
jodían bien, hablando en román paladino.
2 comentarios:
Siempre pensé que la expresión podía venir de la pistola Astra modelo 1921, apodada "el puro". Aunque nadie recoge esta idea en ningún libro, por la forma de proceder de algunos oficiales en cuanto a la indisciplina de soldado...
En un libro que relataba hechos médicos antiguos contaba que antiguamente en las dislocaciones de cadera se introducia un puro por el ano, ya que la nicotina, al absorberse rapidamente por vía rectal, producía un relajamiento muscular que facilitaba la maniobra. Así que yo postaria por la metáfora sexual.
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