Cima del Veleta (3396 m.) |
Tiene razón Zalabardo cuando me aconseja que sea
más cuidadoso. No puedo pretender que los demás sean atentos al escribir si soy
el primero en cometer deslices. Me habla del apunte Mis amigos del Parque. Y
mira que Andersen me lo avisó:
“¡Cuidado, no olvides a nadie!” Pues eso, se quedaron atrás los más inocentes, los
amorcillos, como bien me recuerda Javier
(por cierto, ¿qué Javier?). Pero hay
más. Al principio escribía: “Zalabardo y yo no renunciamos a
quedarnos parados y, aunque menos, algunos paseos damos”. Quede claro que lo que
quería decir es que “renunciamos a quedarnos parados”. Y gracias por el interés
hacia mi tendón de Aquiles.
La semana pasada me atreví a ponerlo
a prueba. Si hay jubilados que no ocultan su pesar por los años que se van
acumulando, otros jubilatas, entre los que me incluyo, preferimos aprovechar cuantas
ventajas nos otorga esa condición. Entre ellas, la de organizar el ocio (pues
nuestras vacaciones son ya indefinidas) como mejor nos plazca.
El Veleta desde Fuente Alta |
Por ejemplo, pensando que no hay que
viajar por fuerza en julio o agosto ni en fines de semana. Le digo a Zalabardo
que he terminado convencido de que el sistema mejor es coger dos o tres días
cada cierto tiempo y retirarse a un lugar en el que, además de evitar las aglomeraciones
y los rigores del clima, se pueda gozar de sosiego, tranquilidad y
precios razonables en los alojamientos.
Por eso esta semana pasada hicimos
el petate y nos fuimos a Sierra Nevada. Tres días, pero era suficiente. Allí ahora es temporada baja,
los alojamientos son mucho más baratos y el clima es envidiable.
¿Y qué se puede hacer en Sierra
Nevada en julio? Pues andar, caminar por los muchos senderos que la montaña nos
ofrece, desintoxicarse del agobio ciudadano. Por eso decía que parece que el
tendón de Aquiles va bien, porque ha aguantado. La paz que concede la montaña
no se encuentra en otro lugar. Todo es cuestión de no cometer imprudencias,
porque la alta montaña, por eso de la altitud y la presión, puede jugar malas
pasadas.
Alcazaba y Mulhacén (3478 m.) |
No sé si las fotos que incluyo transmiten
al menos parte de lo que digo. De las dos panorámicas, una pertenece a la zona
por la que estuvimos andando. Es una vista, desde el paraje Fuente Alta,
que coge desde La Hoya de la Mora (a la izquierda, fuera de imagen) hasta la
antena del radiotelescopio del observatorio de los alemanes. A un lado, imponente,
la cumbre del Veleta. Si se presta atención, pueden observarse los caminos. Un
día hicimos la subida al Veleta, que normalmente se inicia desde los albergues,
en La Hoya de la Mora; pero nosotros (por eso de los años y mi talón) hicimos
una pequeña trampa y ascendimos una parte ayudándonos del telesilla.
Otro día fuimos desde La Hoya de la
Mora hasta la laguna de las Yeguas, que queda detrás del observatorio del
Instituto Astrofísico de Andalucía, que es el que se ve, pequeñito, a la
izquierda de la antena del radiotelescopio. No es que sean recorridos demasiado
difíciles, pero en el primer caso hay que salvar un desnivel de casi 900 metros
y, en el segundo, de 470. Pero todo es cuestión de coger cada uno su ritmo y no
avergonzarse de ver cómo los jóvenes nos van adelantando en su avance hacia la
meta. Nadie nos esperaba y no se trataba de hacer una prueba de esfuerzo, sino
de disfrutar. Un refrán montañero aconseja: si
quieres llegar a como un joven, empieza a andar como un viejo. Aun así, no
pude impedir llegar tal como empecé, como un viejo.
Llegando al Veleta |
Por si hubiera algún desconfiado, no
debe faltar la imagen demostrativa de que se ha llegado a la cumbre. Nos veis
sentados junto al poste que marca el vértice geodésico y mostrando una lasca de
pizarra que señala el nombre y altitud del lugar (Veleta, 3396 m.).
Camino de las Yeguas |
¿Y qué más se hace, aparte de andar?
Pues como con los años se duerme menos, le digo a Zalabardo, me llevé el
ordenador y en el silencio y paz del paraje aproveché para escribir y leer. Sin
despreciar alguna que otra cervecita. En uno de los bares, nos pusieron de tapa
¡un huevo frito con patatas a lo pobre! O extasiarse ante una bella puesta del
sol como las que se veían desde la terraza de nuestro alojamiento. Es decir, mens sana in corpore sano.
Solo una queja. En Borreguiles hay
un bar que pone la música a un volumen terrorífico. Se oía casi desde la cima
del Veleta. A la bajada, le pregunté la razón al camarero y respondió: “es que
nos obliga el dueño, porque como estamos un poco escondidos, así se atrae al
personal”. Alguien debería evitar tal atentado a la naturaleza.
Y dentro de un mes, o dos, o cuando
encarte, dos o tres días más de descanso en otro bello paraje. No hay que
irse al Caribe para encontrarlos.
Puesta de sol desde Pradollano |
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