sábado, febrero 20, 2016

LA IMPUNIDAD DE INTERNET



De qual guisa salió decir non lo sabría,
ca fellesçio el libro en que lo aprendía;
perdiose un quaderno, mas non por culpa mía,
escribir aventura sería grant follía
(Gonzalo de Berceo)

            Que el concepto de autoría ha cambiado desde la Edad Media a nuestros días no tiene discusión. No obstante, creo que en aquellos lejanos tiempos, en los que también se practicaba una especie de “propiedad común de la cultura”, por darle un nombre, la reelaboración, la transmisión de lo que otros habían dicho o escrito se hacía con otro talante; yo diría que, por lo que vemos en Berceo, con más respeto.
            No debe olvidarse, le explico a Zalabardo, la situación de aquellos escritores: inexistencia de la imprenta (los libros se copiaban a mano), complejidad para preparar la vitela utilizada para escribir los libros, escasez de bibliotecas (solo algunos monasterios disponían de scriptorium), altísimo nivel de analfabetismo incluso entre las clases privilegiadas…
            Le pido a Zalabardo que medite la diferencia entre los medios de información y documentación con que contábamos en nuestra juventud y los que hoy se ponen a nuestro alcance. Había que meterse en una biblioteca, si se disponía de alguna cerca, en la que existiesen la enciclopedia o los libros necesarios para una investigación. Si el libro ya estaba prestado, había que engrosar una extensa lista de espera. Luego, leer capítulos completos hasta hallar el dato buscado y copiarlo a mano para utilizarlo más tarde. En fin, algo que los más jóvenes, afortunadamente, ya no tienen que hacer.
            Porque un día llegó Internet. Y, con ello, se nos concedió un caudal de información incalculable. No seré yo quien reniegue de Internet. ¡Ojalá hubiese dispuesto de tal instrumento en mis tiempos de estudiante! Y, sin embargo, hay bastante que decir de tal adelanto.
            El mal, le digo a Zalabardo, no está en el instrumento, sino en cómo lo empleemos. ¿Condenaremos un cuchillo porque puede herir? El progreso tecnológico hay que acogerlo con los brazos abiertos, pero hay que ser consciente de cuanto bueno o malo pueda tener. Y, yo al menos no lo dudo, el mal solemos añadirlo nosotros, no viene de fábrica.
            Con frase publicitaria, diríamos que Internet nos pone todo un mundo al alcance de un clic. Y ahí está el quid, saber cuándo pulsar la tecla. El peligro que encuentro en Internet es el de la impunidad con que podemos actuar: unas veces de manera inconsciente; otras, eso es lo malo, con total inconsciencia. Lamentablemente, con facilidad sucumbimos a la tentación de creer que cuanto aparece en la Red es dogma de fe. Y no dudamos en aceptarlo con cándida credulidad. Renunciamos a ejercer nuestra capacidad crítica.
            Digo impunidad porque resulta muy fácil subir contenidos no contrastados, opiniones, datos de muy variada naturaleza, sin que nadie nos pida responsabilidad por ello. Y donde digo impunidad digo también irresponsabilidad. Si lo hacemos inadvertidamente, por ignorancia, malo; pero si lo hacemos con intenciones torcidas, es peor aún.

            Lo peor de todo es cuando ponemos en boca de alguien palabras que el interesado nunca empleó. A diario tenemos muestras de ello y las redes sociales son su mejor exponente. El actor gallego Moncho Borrajo se ve obligado a tener que explicar que una carta abierta dirigida a Pablo Iglesias, aunque suya, ha sido manipulada en tono y contenidos hasta modificar y/o añadir frases que él nunca escribió. Libremente circula como carta escrita por el humorista Antonio Fraguas, Forges, un texto escrito hace cuatro años por otra persona en su blog. Un periódico publica una foto en la que, según el pie, aparecen militantes de Podemos orinando y defecando ante la madrileña Catedral de la Almudena. Detalles de la foto permiten ver que ni es la catedral madrileña, sino la de Buenos Aires, ni la foto es actual, ni los guarros que en ella aparecen son de Podemos. En Facebook se difunde una frase de Antonio Machado, acompañada de la foto del escritor; el problema es que la frase es de Manuel Azaña. Nos llega un poema de Benedetti (en otros lugares se atribuye a otra persona) que no encuentro en ningún libro del escritor uruguayo. Ayer mismo leía que Matteo Renzi, primer ministro italiano, quiso mostrarse elogioso hacia los argentinos, durante una visita a Buenos Aires, leyendo un poema de Borges que, ¡oh, desdicha!, no es de Borges. Sus asesores lo habían tomado de… Internet.
            Creo que necesitamos ser menos cautos, pensar un poco cuanto vemos en Internet y, si vamos a contribuir a su difusión, cerciorarnos de su veracidad. Algunos casos son del todo irrelevantes, pero otros pueden provocar un daño irreparable. Todo, porque no pensamos como Berceo que, si desconocemos la fuente, escribir al buen tuntún es grave locura. Con la lamentable moda del copiar y pegar, nos acostumbramos  a dar como propio lo que tiene una autoría diferente. Además, con la falta de elegancia que supone apropiarnos de lo que no es nuestro.
            Esta misma Agenda de Zalabardo no se ha librado de sufrir actos que, aunque diferentes a los comentados, casi rozan el pirateo. No digo que de manera premeditada. Ni somos el Pentágono ni el hecho reviste mayor importancia. Esta página recibe un número modesto de visitas. Algún apunte tiene suerte y acuden a él más lectores. Uno ha sobrepasado las 6000 visitas; otros están entre las 1000 y las 5000. Varios superan unas centenas. Pero un buen día (o malo) de septiembre de 2013 un apunte comenzó a recibir un número desproporcionado de visitas (más de doscientas diarias). El dato era a todas luces falso. No sé explicar bien el caso. En él clavó sus garras uno de esos programas fantasmas que circulan por ahí y lo reproducía de manera descontrolada. Traté de poner medios para evitarlo y ya recibe menos visitas anormales, aunque el caso no ha concluido. Ese programa, logré saberlo, aparecía ligado a una inexistente compañía de vuelos baratos. Si entrabas en ella, te llevabas el chasco de que lo que veías era esta Agenda. ¿Y a quién se piden responsabilidades? Pues vaya usted a saber.

1 comentario:

Señor Potoca dijo...

Es curioso, pero me he topado mas a menudo de lo que usted creería, con gente que asume que si algo está en internet, es cierto. Y el asunto no tiene discusión. Vaya uno a saber porqué se le tiene mas fe que a algunos dioses.