sábado, abril 30, 2016

HISTORIAS DE PALABRAS: FLAMENCO



            Los gitanos llaman gachós a los andaluces, y estos a los gitanos flamencos, sin que sepamos cuál sea la causa de esta denominación; pues no hay prueba alguna que acredite la opinión de los que afirman, ora, que con los flamencos venidos a España en tiempos de Carlos i, llegaron también numerosos gitanos; ora, que se trasladó a estos en aquella época el epíteto de flamencos, como título odioso y expresivo de la mala voluntad con que la nación veía a los naturales de Flandes (Antonio Machado y Álvarez, Demófilo)

            Me pregunta Zalabardo si tienen algo que ver los flamencos, habitantes de Flandes, con el flamenco, cante y baile propio de los gitanos e, incluso, denominación que se ha dado a los miembros de esta etnia. Y le respondo que no está descaminado en su sospecha.
            Como afirma el padre de los Machado en su introducción a la Colección de cantes flamencos, de 1881, la cosa no está muy clara, aunque, salvo leves variantes, muchos son los que se mueven por caminos de interpretación no muy diferentes.
            La verdad es que, a excepción de Blas Infante, que se inclina por una etimología de origen árabe (felah mengus, ‘campesino errante’) todos los demás que consulto se atienen más bien a una relación entre los habitantes de la región de Flandes y nuestros flamencos.
            Algunas teorías son bastante endebles, como la que mantiene que el nombre se debe a que para las interpretaciones de sus cantes y bailes se ponían camisas rojas o de color chillón, como el de las llamas, flamma en latín, de donde viene flamenco. Y, por esta vía, se los relaciona con el colorido del ave igualmente llamada flamenco.
            Louis-Jean Calvet, en su Historias de palabras, parte del nombre que los habitantes de la zona se aplicaban a sí mismos, flaming, ‘llameante, encendido, que tiene el pelo rojo’, por ser altos, de piel y cabello claros. Más adelante, continúa, se aplicará el término a las mujeres de piel clara. Y después, y en este caso Calvet no da explicación alguna, se produce un desplazamiento significativo y el término pasó a entenderse como ‘chulo’, ‘provocador’, como consecuencia de la idea que se tenía de los gitanos.
            Muy cercano a esta tesis se sitúa Manuel García Matos, quien señala que flamenco se entendió entre los siglos xvii y xviii como ‘ostentoso, pretencioso, fanfarrón’, ‘echao p’adelante’. Coincide, pues, con el criterio defendido por Calvet acerca de la consideración en que se tenía a ciertas personas, especialmente a los gitanos. De ahí vendría, según él, la expresión ponerse flamenco.
            Y recojo, por fin, la tesis que defiende Félix Grande, importante investigador de los gitanos y de sus manifestaciones culturales. Nos dice que, desde muy temprano, a los gitanos, que nunca fueron bien considerados, se los tenía encerrados en una especie de guetos, las gitanerías, de las que no se les permitía salir. Pero, a partir de la época de los Austria, a los hombres de esta raza se les permitió la salida de esos reductos con la condición de que se enrolasen en los tercios que combatían en Flandes. Muchos lo hicieron y a aquellos que regresaron vivos se les empezó a llamar gitanos de Flandes, gitanos flamencos o, simplemente, flamencos.
            Y hasta hoy.

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