domingo, octubre 07, 2018

O TEMPORA!, O MORES!


            Prevengo a Zalabardo de que no pienso hablar del tiempo de los moros, como, se cuenta desde tiempo inmemorial, que traducía un mal estudiante de latín la queja ciceroniana. Cicerón se quejaba de la corrupción en que se había hundido su tiempo; hoy, su frase se emplea como recordatorio nostálgico de un periodo en que las costumbres eran mejores. Al fin y al cabo, no ha variado tanto la cosa.
            Nunca defenderé que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque no es cierta tal aseveración. Aunque veamos en el actual muchas cosas que no nos gusten o aunque, a veces, muchas que recordemos del pasado nos hagan sentir nostalgia. Le pese a quien le pese, siempre iremos hacia mejor.
            De lo que quiero hablar a Zalabardo es de las abreviaturas, de la escritura en las redes sociales, de esos lenguajes que nos vamos inventando (el políticamente correcto, el inclusivo…), de las citas mal usadas y de cosas así. Pero hablar de todo eso nos llevaría, por desgracia, demasiado tiempo. Así que me pondré límites.

            Parto de la base, le digo a Zalabardo, de que hoy se escribe de otra manera. ¿Mejor, peor? No sabría qué decir. Observo que hoy tendemos a una simplificación grande y que en ello tienen algo que ver las redes sociales. Pero tampoco debemos culparlas solo a ellas. Sin embargo, a veces pienso que, en nuestros días, muchos tendrían dificultades para redactar una carta como la que nos presenta Campoamor en su poema ¡Quién supiera escribir! o como la que envía ese pobre soldado de la guerra de África, casi analfabeto, a su tío dando cuenta de su situación y pidiendo noticias de la familia.
Porque hoy impera la brevedad. Twitter, Whatsapp, Facebook han impuesto el mensaje corto, acelerado, de pocas palabras, de consumo rápido e inmediatamente desechables. En los mensajes que digo se usan en ocasiones más emoticonos que palabras, se acude a las abreviaturas para no pasar un determinado número de caracteres. Hace unos días, me comentaba un señora que había leído un texto mío en Facebook a pesar de ser tan largo (unas diez líneas). Por fortuna, ahora mismo mientras escribo siento el consuelo de haber leído una columna de César Antonio Molina, que se inicia con este recuerdo de Séneca: “¿Qué mal puede hacer leer una carta? Puede que hasta en ella haya algo que te guste”.

           Comencemos con lo de las abreviaturas ¿Son censurables? Ni mucho menos; siempre se han usado. Pero su aceptación se explica cuando hay una razón que las justifica. Cuando en mis tiempos de estudiante se tomaban apuntes —y uso el pasado porque hasta los apuntes, con lo que pierden su sentido auténtico, se venden ya fotocopiados— empleábamos tb, pq (‘también’, ‘porque’) y otras muchas para poder retener mayor cantidad del mensaje recibido.
            Es pues una razón de economía la que nos fuerza a la brevedad. En la antigüedad, porque grabar sobre piedra un texto era trabajo arduo o porque escribir a mano sobre pergamino todo un libro no solo exigía tiempo al monje aplicado a la tarea, sino que el material era escaso y caro. Se imponía, pues, la búsqueda del atajo que da la abreviatura.
Mirad, por favor, la lápida funeraria romana cuya foto adjunto: D·M·S / Q·PVBL·HERACLIDA / AN V H·S·E  S·T·T·L, lo que viene a decir Deis Manibus Sacrum. Quinto Publio Heraclida, Quinque Annorum, Hic Situs Est. Sit Tibi Terra Levis, o sea, Consagrado a los Dioses Manes. Quinto Publio Heraclida yace en este lugar. Que la tierra te sea te acoja. O esa otra imagen del comienzo del Beato de Liébana: IN NME DEI NSTRI IHV XRI INCIPIT LIBER REVELATIONIS DNI NSTRI IHV XRI, que traducido es: En nombre de Nuestro Señor Jesucristo comienza el Libro de las revelaciones de Nuestro Señor Jesucristo. Pero es que en libros ya impresos, mirad esa página de la Gramática de Nebrija, también las encontramos.

           ¿Qué impedirá que las sigamos empleando hoy? Ahí quiero ir a parar; si nos fijamos, una vez que una abreviatura ha sido aceptada, se respeta el criterio de su empleo: el STTL latino es equivalente a nuestros RIP, DEP, etc. ¿Por qué no aceptar esa economía en la lengua de las redes sociales? Lo que a mí me molesta es que no haya un criterio unánime ni lógico. Por eso no le veo sentido a escribir TKM, ‘te quiero mucho’, si podemos escribir TQM, respetando la ortografía. O que se escriba pl, ‘please’ cuando deberíamos, en español, escribir pf, ‘por favor’.
            Lo que digo de las abreviaturas y las redes lo traslado a ámbitos más amplios. No me gusta que nos abandonemos en brazos de unos correctores ortográficos que, hoy por hoy, son incapaces de distinguir entre vaya, valla o baya, por ejemplo. Así ocurre que, en un medio de prensa leo puya, ‘punta acerada de la extremidad de la vara de un picador’ donde debería decir pulla, ‘expresión aguda con la que se humilla a alguien’. El autor del texto, imagino, confió plenamente en un corrector que lo dejó en mal lugar.

           Lo anterior es dejadez, desgana. Pero, ¿y la falta de criterio? También hace unos días leía: tod@s los malagueñ@s incluidos…, frase que incurre en dos errores: el de  falta de criterio (¿por qué no l@s e incluid@s, ya que estamos?) y el de desconocimiento de que la @ no es símbolo alfabético, sino de capacidad y de peso; véanse, si no, las barricas de la Antigua Casa de Guarda. Es la misma dejadez o desconocimiento que cuando nos da por utilizar latinajos que escribimos o decimos mal: *Oh tempus, oh more, *Alia jacta est, *de motu proprio, *a grosso modo (por no citar más), son, en buen latín, O tempora, o mores, Alea jacta est, motu proprio y grosso modo.
            ¿Ves, le digo a Zalabardo, como en esto hay mucho que decir? He comenzado por una cosa y he acabado saltando a otra. Le pido que nos quedemos con que, para escribir, no es imprescindible ser más o menos extenso, usar o no abreviaturas, valerse de un medio u otro. Lo importante de verdad es tener un criterio y procurar ser lo más correcto posible.

1 comentario:

nikkolayebba dijo...
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