viernes, enero 11, 2019

EN BREVES MOMENTOS ATENDEREMOS SU LLAMADA

El mismo fotograma con subtítulos diferentes

            Es bueno, ¿quién lo discute?, preocuparse por cualquier cuestión imporrtante. Pero la importancia debería nacer de la propia naturaleza y del valor de aquello a lo que prestamos nuestra atención; nunca de modas artificiales o efímeras que se quedan solo en lo superficial. El lenguaje, no cabe la menor duda, es nuestro mayor patrimonio cultural. La moda, sin embargo. nos lleva a fijar posiciones más o menos rígidas acerca del llamado lenguaje inclusivo, resolver asuntos o realizar cursos on line o a debatir la conducta de un coach en un concurso televisivo. Mientras tanto, olvidamos cuestiones mucho más simples que, por esa misma simpleza, debiéramos tener bien asentadas: si un verbo es o no transitivo, el uso de los pronombres o por qué se debe decir detrás de mí y no detrás mía. Y, fijándonos en el último ejemplo, por qué uso por qué en lugar de porqué, o por qué he empleado se debe decir y no se debe de decir.
            En estos días, se han levantado voces muy críticas contra el hecho de que una película mexicana, Roma, del director Alfonso Cuarón, se esté proyectando subtitulada. Naturalmente, le aclaro a Zalabardo, debo unirme a esas críticas. Las razones esgrimidas por los productores, si es que son ellos los culpables del atropello, es que con los subtítulos la película se entiende mejor. O sea, que consideran natural que, en un concurso de talentos, los aspirantes a estrella canten, la mayoría, en inglés, y, en cambio, creen que una película hablada en español hispanoamericano debe subtitularse. Porque Roma es, ya lo he dicho, una película mexicana y México es el país con mayor número de hablantes de español, casi 130 millones. ¿Es igual el español de México que el español de España? No, como tampoco es igual el español de Palencia que el de Sevilla. Pero eso no debería de empañar la comprensión. Vale que se subtitulen los pocos diálogos en mixteco (lengua aborigen de una extensa zona mexicana) que aparecen en la película, pero subtitularla toda, si no una ofensa como cree el director, me parece un despropósito.

            Y vamos a lo que decía acerca del descuido hacia cosas aparentemente nimias, pero que deberíamos considerar importantes. Hace unos días, llamábamos al ayuntamiento de una pequeña población de Jaén y nos contestaba una grabación: En breves momentos le atenderemos. Casi nadie se escandaliza al oírla, salvo que la atención ofrecida se demore de manera excesiva. Pero pocos repararán en que la frase, de tan solo cinco palabras, contiene dos errores. El de mayor bulto afecta al uso de la preposición en; el otro, al del pronombre átono le. Estas dos cuestiones, tan simples, tan fáciles, nadie las ha tenido en cuenta. Y estoy seguro de que, en ese ayuntamiento, todos emplearán la duplicidad ciudadano/ciudadana, niño/niña y cosas así. ¿Por qué, entonces, despreciamos el buen empleo de preposiciones y pronombres?
            Tanto si consultamos la Nueva Gramática de la Lengua Española (2009), como si consultamos una Gramática Castellana, también de la RAE (1883), o la Gramática de la RAE resumida y aclarada (1993), o La Gramática descomplicada, de Álex Grijelmo (2006), encontramos una total unanimidad en que la preposición en indica tiempo (Las lluvias caen en otoño), lugar (Te espero en la cafetería), modo (Me contestó en inglés) y aquello en que se ocupa o sobresale alguien (Entendido en matemáticas). En la NGLE incluso se nos advierte: “Se recomienda usar al cabo de o después de cuando el tiempo del que se habla no es el empleado en realizar la acción, sino el que transcurre hasta que se inicia o se lleva a cabo”. Por eso es incorrecto decir Te llamaré en quince minutos y debemos decir Te llamaré dentro de quince minutos o una expresión equivalente.
            Esto último se ve muy claro en un titular periodístico de hace unos días: La Universidad afronta la salida del 50% de sus catedráticos en siete años, porque, si leemos la información, se nos dice que esa pérdida se producirá en el periodo que va entre 2016 y 2023, no dentro de siete años.
            ¿Y qué pasa con los pronombres personales átonos? Debiera estar claro que lo y la funcionan como complementos directos (Lo vi esta tarde y La llamé por la mañana), mientras que le, invariable para femenino o masculino, es complemento indirecto (Le he dejado un recado, tanto si es a él o a ella). Así de simple.

           Me pide Zalabardo que le aclare qué mensaje tendría que utilizar entonces el ayuntamiento de la provincia de Jaén al que llamé. Le digo que sería más correcto decir Dentro de breves momentos atenderemos su llamada. Con ello, nos estarán diciendo, por un lado, que confían en que nuestra espera sea breve y que nos dedicarán el tiempo que necesitemos; y, por otro, reconocerán que quien llama puede ser tanto un hombre como una mujer.
            Para cerrar, quiero contarle a mi amigo una de esas incongruencias en que incurrimos cuando pensamos que una respuesta, para ser clara, ha de ser extensa. Un entrenador de fútbol respondía hace unos días cuando le preguntaban sobre sus proyectos: Trabajo para mejorar y optimizar la mejora de mi club. ¿No hubiese sido preferible que dijera Trabajo para mejorar mi club?


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