domingo, diciembre 01, 2019

HAKETÍA. NOTA ACERCA DE UN ESPAÑOL NO PERDIDO


            Las casualidades nos deparan en ocasiones alegrías insospechadas. Zalabardo sabe bien lo que digo. Llevo un tiempo rastreando para hallar muestras en nuestra literatura y nuestro folclore que prueben cómo nuestra sociedad, la española, ha sido injusta, desde bastante antiguo, con comunidades que han aportado mucho a nuestra cultura. Judíos y moriscos, por ejemplo, perseguidos hasta el punto de ser expulsados de nuestra tierra, pueden dar fe de lo que digo.
            No hace falta recurrir al muy conocido episodio de la segunda parte del Quijote en la que el morisco Ricote, disfrazado, regresa a España para recoger a su familia. Casualmente, se encuentra con Sancho, a quien conocía por ser ambos del mismo pueblo; en la larga conversación que tienen, dice en un momento dado: Doquiera que estamos lloramos por España, que, en fin, nascimos en ella y es nuestra patria natural.
            Alguien me podría decir que, al cabo, cito un texto literario en el que Cervantes insiste en el tópico del moro bueno que se cultivó en los siglos XVI y XVII. Pero nada de tópico hay en mi descubrimiento, hace apenas dos días, de la haketía. Digo descubrimiento porque, aunque sabía del ladino, del judeoespañol, la lengua de los sefarditas expulsados de España, nada conocía de la haketía. Escuchando una canción sefardita, Zalabardo me acompañaba, me topé con unas palabras que se me resistían: kappará, al-azbas, fughrearSalomon Corcia, de la comunidad sefardita de Sevilla me señaló un camino: La lengua de esa canción no es exactamente ladino, sino haketía, me dijo.
            Casualidad sobre casualidad, así contacté con Mordejay Guahnich, presidente de la asociación Mem Guímel, de Melilla, con quien he podido tener una interesante conversación y a quien estoy muy agradecido. Hemos hablado del respeto que merece toda cultura y me ha explicado que la haketía es una modalidad del ladino específica del norte de Marruecos. En la charla, me manifestaba con un deje de amargura su queja: La gente dice que esto es lengua de hebreos, pero no saben que es una lengua española, que es el español que, desde la Edad Media, nosotros hemos venido manteniendo.
            Al encuentro de Mordejay ha seguido el de Alicia Risso Raz, de quien encuentro cosas en el portal Voces de haketía. Ella llama a la haketía el vernaculó ĵudeoespañol del norte de Marruecos, es decir, la lengua que aún emplean los descendientes de los judíos expulsados de España. De ella, licenciada en Filosofía y Arte por la Universidad de Nueva York, criada en Israel, pero cuya madre es de Tetuán y su padre de Fez son también estas palabras: Yo me puĵí (crecí) en Israel desde los 20 días en una caza ande se cantaba, se soñaba, se sentía, y se jammeaba (pensaba) en español, es dizir, haketía españolizada que me parecía español espejeado ḥatta (hasta) que me parece que fui yo la que me puĵí ahí! O que en la pequeña población del este de Marruecos Debdú a la kehi.la (comunidad) judía de allí se la sigue conociendo como la de los sevillanos.

fragmento del Quijote en haketía
            Zalabardo y yo hemos disfrutado con este acercamiento a la haketía. Hemos conocido un pequeño glosario y una colección de expresiones que suenan a un dulce español de hace siglos que resiste en una especie de estado fósil. Nos enteramos de que suelen saludar con un ansí me quedís vivos e sanos, que a ‘fallecer’ lo llaman arrancar de la vida o que ‘una cosa extraordinaria’ es eso que no viene en libro; que a quien está abatido o desanimado se le cae el alma al suelo, que al orgulloso se le suben los humos, que el derrochador tiene la manos aburacadas (con un agujero) o que para no ser molesto en una visita es aconsejable alibianar el pie (no quedarse quieto mucho tiempo en un lugar). También conserva la haketía muchos refranes y sentencias que no deberían sorprendernos: al enemigo que escapa, ponle puente; cuando la vaca cae, todos le dan con el pie; emenda la gotera y adobarás la caza entera; si tienes prisa, vístete debagar; todo lo lava la agua y lo leva el tiempo… Nada de ello debiera extrañar en el español de nuestros días.
            No es solo Ricote, pues, personaje de un libro. Los hablantes de esta reliquia del español de otros tiempos se consideran españoles y presumen de que el propio Cervantes utilice una palabra, hoy muy rara entre nosotros, desmazalado, ‘abatido, descuidado’, que entre ellos es muy común; o de que un personaje de El casamiento engañoso use el refrán Pensóse don Simueque que me engañaba con su hija la tuerta, y por el Dío, contrecho soy de un lado, en que aparece la forma Dío, que así lo llaman los sefarditas, en lugar de Dios. Y aún más, de que en El Quijote universal. Siglo XXI, edición que recoge traducciones en lenguas y modalidades a las que nunca había sido vertida la obra de Cervantes, aparezca un capítulo en haketía.
            Pero hay algo, se lo confieso a Zalabardo, que me ha sorprendido más. En español actual tenemos boca a boca o de boca en boca para referirnos a ‘lo que se transmite oralmente’. Así lo recoge el DLE. Mucho se ha discutido sobre si no sería más correcto decir de boca a oreja. A este respecto, la Fundación para el español urgente afirma: boca a boca es lo correcto (o, con valor adverbial de boca en boca); boca a oreja tal vez sea un catalanismo (y traducido no muy propiamente, pues bocaorella aquí en todo caso sería “boca a oído”). No sé si la locución será catalanismo o no; lo único que puedo decir es que en este castellano medieval jaltedo con palabras de otros manaderos lingüisticòs que es la haketía, lo que se transmite oralmente va de boca a orella.



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