viernes, enero 10, 2020

POR QUÉ MUERE UNA LENGUA

Viñeta de la revista El Jueves

            Acabé el año hablando del “tirón de orejas” que el Consejo de Europa dio a España por su descuido en el cumplimiento de lo dispuesto por la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias o Regionales. Tal vez algún lector, le digo a Zalabardo, pudo pensar que había exageración en mis palabras y no se crea que el gallego, por ahí se dirigían los tiros de la amonestación a España, corra ningún tipo de riesgo.
            Pero las lenguas, es una afirmación que he repetido innumerables veces, se comportan como organismos vivos y, como tales, sujetas a ese proceso cuyas tres principales etapas son nacimiento, desarrollo y muerte. El desarrollo puede durar muchos años, muchos siglos incluso, pero la muerte siempre estará ahí acechando. Veamos si no: lenguas tan prestigiosas como el latín, el griego clásico, el sánscrito, el chino clásico, son hoy lenguas muertas, cadáveres gloriosos a los que recurrimos, pero no son el instrumento de comunicación de ningún país.
            Pero, y esta es una pregunta interesante, ¿por qué mueren las lenguas? Sin ahondar en demasiadas cuestiones, digamos que hay dos tipos principales de causas. Una es la de la sustitución por otra lengua. Esta sustitución viene explicada por razones violentas (epidemias, guerras, genocidios que hacen que una lengua desaparezca con el grupo que la hablaba o que su uso sea prohibido), por razones de prestigio (se considera que otra lengua reúne más requisitos para ser adoptada en perjuicio de la materna) o razones socioeconómicas (el nivel de desarrollo tecnológico de otro país crea la necesidad de aprender su lengua). Otra causa es la evolución que un idioma padece; el latín, por ejemplo, se extendió con fuerza, pero los pueblos que lo aprendieron comenzaron a introducir modificaciones fonéticas, léxica y gramaticales que la hicieron descomponerse en multitud de lenguas distintas.
            Así pues, las tres señales que nos indican que una lengua está en trance de desaparición son: la falta de función que hace que los hablantes consideren más útiles para su comunicación otras lenguas; la falta de prestigio, que afecta especialmente a los más jóvenes y que los lleva a optar por una lengua diferente; y la falta de competencia, que lleva a los “semihablantes”, desconocedores del sistema, a simplificar y modificar la gramática de su lengua de origen.

Lenguas de América del Norte antes de la conquista
            Se dice que una lengua se enfrenta a un riesgo grave de desaparición los abuelos y las generaciones anteriores la hablan entre ellos, pero la omiten ante los niños. Y se considera que el estado es ya crítico cuando los hablantes más jóvenes son abuelos y personas mayores y la usan de forma esporádica.
            Un estudio de National Geographic sostiene que cada dos semanas muere una lengua y que de las aproximadamente 7000 que hay ahora, es probable que, para finales de siglo haya desaparecido la mitad, si atendemos a las causas antes expuestas.
            Pero lo que quizá descuidemos, le digo a Zalabardo, es que hay otra causa de muerte tan dañina o más que las ya citadas, la digital. Leo en un informe de BBC Mundo que las lenguas más utilizadas en Internet son: inglés, chino, español, árabe, portugués, japonés y ruso. Y, en ese análisis, se recoge que se hallan en riesgo de extinción digital el croata, el gaélico, el letón, el maltés y otras más, que prácticamente no tienen cabida en el mundo digital.
            Acerca de este último caso, es peculiar la situación del islandés. Islandia es un país que recibe al año cinco veces más turistas que habitantes tiene, que son solo unos 350000. Eso ya hace que, aparte de cuestiones puramente económicas, estos habitantes se inclinen por el empleo de la lengua inglesa en lugar de la oficial del país. Incluso se tiende al desdoblamiento lingüístico de las señales. Pero es que a esto hay que sumar otro dato: el islandés es una lengua de una complejidad morfológica grande, en verbos, en tipos de sustantivos y adjetivos, etc. Pero hay más: esta lengua no tiene versión válida para Whatsapp ni para Instagram y ni Siri ni Alexa, los asistentes virtuales de los principales sistemas operativos actuales, lo reconocen.

 
Señal de tráfico en islandés e inglés
          
¿Y qué pasa con el gallego?, me pregunta Zalabardo. Según un reciente artículo publicado en El País, el gallego, lengua que resistió durante 40 años, época en que se restringía el uso de catalán y euskera, comenzó a desmoronarse en el periodo de la Transición. Hay dos razones principales, conectadas ambas: por un lado, por eso del prestigio antes citado, el gallego siente un complejo de inferioridad y los padres han dejado de hablar en gallego a sus hijos. Y, como digo, conectado con este argumento, una mala política lingüística de las autoridades.
            Llama la atención que Fraga Iribarne, procedente del más acendrado franquismo, luchase por revitalizar el gallego durante sus años como Presidente de la Xunta. En cambio, el Presidente actual, Núñez Feijóo ha abandonado ese camino y ha suprimido la prioridad del gallego en las aulas. Todo ello deriva en esa situación que denuncia no solo el Consejo de Europa, sino la propia Real Academia Galega y muchos enseñantes. No es ya que se haya retirado el gallego de las aulas, es que cuando los niños salen de los colegios, usan solo el español, porque es la lengua que oyen hablar a sus padres. Eso, principalmente, es lo que explica que si hace unos años el número de niños que no hablaban gallego suponía un 29%, en poco tiempo el número se haya elevado hasta un 44%. No sé quién ha dicho que dejar descomponerse el gallego sería como derribar la Catedral de Santiago.

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