martes, julio 03, 2007

ERRAR ES DE HUMANOS

Cuando alguien se queja de haber sido mal interpretado no debe culpar exclusivamente al intérprete, sino antes pensar cuál es la parte que le corresponde a sí mismo por no haberse expresado con la debida claridad. Eso es lo que me ha pasado a mí en dos de los últimos apuntes, el referido a la llegada de las vacaciones y el que comentaba una reciente lectura del Cantar de los cantares.
Mucho hemos meditado Zalabardo y yo el hecho de escribir esta nota que, al final, hemos considerado pertinente. Puede que extrañe que hable aquí de apuntes anteriores y de comentarios hechos cuando era norma declarada no responder a ninguna intervención y aceptar de buena gana cuantas observaciones se quisieran hacer a mis palabras y a las de Zalabardo (pero más a las mías porque yo soy el autor material), porque quien escribe para los demás debe exponerse a la crítica. Solamente una vez se rompió esta costumbre (fue para defender al Viejo de la Colina, cuando me pareció que lo estaban tratando injustamente) y confío en que no haya una tercera, pese a que hay un refrán que mantiene que no hay dos sin tres.
Por otra parte, no es que ahora quiera desdecirme de nada de lo afirmado en esos apuntes. Tanto Zalabardo como yo dijimos en ellos lo que queríamos decir y asumimos con buen talante que se nos quiera rebatir o se nos acuse por alguno de los argumentos utilizados. Tan solo pretendo hoy aclarar cuál era, y es, el sentido de algunas afirmaciones, porque creo haber percibido que no se interpretaron bien, la culpa de lo cual, repito, debe ser mía por no haberme expresado mejor.
Cuando hablaba de los jóvenes escribía exactamente: "unos adolescentes rebeldes, la rebeldía la da la edad, que están dispuestos a cualquier cosa menos a estudiar, y también eso es asunto de la edad". Quiero afirmar ahí que lo natural en los adolescentes, lo propio, es ser rebeldes; y el que no lo es, o ha dejado ya atrás la adolescencia o tiene algún problema que habría que analizar. A nuestros jóvenes no hay que pedirles sumisión, sino rebeldía. Claro es, eso convierte en más difícil el trato con ellos, cosa que bien sabe no ya quien sea profesor, sino cualquier padre que tenga hijos de esas edades. Respecto a lo segundo, también es natural que un adolescente no quiera estudiar. Siempre he dicho a mis alumnos, y a sus padres cuando ha habido ocasión, que ningún joven tiene vocación de estudiante de Secundaria o de bachiller. Cuando yo era joven, si podía robar tiempo al estudio para dedicarme a otro menester, lo robaba. Lo que me crispa no es ese joven que por todos los medios intenta escaquearse (no hace con ello más que lo que cualquier joven sano suele hacer), me crispa un sistema que fomenta ese escaqueo y esas familias (todas, unas cuantas o muy pocas; las que sean) que buscan la promoción de sus hijos aunque sea al precio de una deficiente formación que, antes o después, tendrá sus consecuencias.
Y la referencia a que "quedan todavía muchos Vicente Hernández sueltos por ahí". He de decir que no pensaba en nadie concreto, que no aludía a ninguna experiencia o circunstancia real y palpable; digo mejor, pensaba en el mismo fray Luis de León dejando escrita sobre la pared de la celda en que estuvo cinco años encerrado, si es cierto lo que se viene repitiendo, aquella décima que empieza Aquí la envidia y la mentira / me tuvieron encerrado. / Dichoso el humilde estado / del sabio que se retira / de aqueste mundo malvado... Y reflexionábamos Zalabardo y yo que en todas las épocas se han dado conductas semejantes a la del dominico Vicente Hernández. ¿No iba a saber aquel fraile que el texto del profesor de Salamanca coincidía con el texto latino? Claro que lo sabía, pero lo importante era, en aquel momento, atacar al otro fraile. Porque envidia, ambición, orgullo, malquerencia, etc., son vicios en los que con demasiada frecuencia caemos los humanos. Y Andrés lo dice muy bien: todos estamos cortados por la misma tijera. Y si hoy eres tú quien tropieza, nada de raro tiene que mañana sea yo. Por eso me gusta hablar de tolerancia y respeto, porque esas son las mejores vías para expiar nuestras faltas, que todos las tenemos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien escritor, yo lo he entendido y estoy con usted en lo que dice. Asi que pelillos a la mar.
El viejo de la colina

Anónimo dijo...

En la parte que me corresponde, también yo lo he entendido, sólo que en este caso "no estoy con lo que dice".

Para mí -es sólo mi opinión- no es suficiente con que el escritor titule la entrada como "errar es de humanos".

Ya se sabe que el dicho es algo más completo: "errar es de humanos, rectificar de sabios".

PD: (Para el viejo de la colina). Le agradezco sus amables apreciaciones. Yo no hubiese descrito mejor cuáles eran mis intenciones. Un cordial saludo.