viernes, junio 05, 2009


PRECUELA
Es seguro que si le preguntamos a José Manuel Mesa, gran aficionado al cine, por esta palabra sabe perfectamente a lo que se refiere; y no digamos ya si la pregunta se la hacemos a Pablo Cantos, que no es que sea aficionado, sino que es ya un profesional en esto del cine, es decir, un cineasta. ¿O sería mejor decir cineísta? El asunto es que precuela es un neologismo y aún no está recogida en el Diccionario, como tampoco lo está la acepción que nos interesa de secuela, término con el que se relaciona.
Podríamos definir secuela como 'obra (película, novela...) publicada con posterioridad a otra anterior de éxito y de la que aprovecha asuntos y personajes, aunque la historia se sitúa en tiempo posterior al de la obra a la que sigue'. Secuela procede del latín sequela, que, a su vez, se deriva de sequor, 'seguir'. Por lo tanto, una secuela es una continuación. Son muchos los vocablos españoles derivados del verbo latino del que hablamos: secuencia, séquito, secuaz, asequible, exequias, ejecutar, secta, obsequio, además de seguir, conseguir, proseguir, etc. Lo que quiero destacar con esto es que se trata de una familia léxica que se mueve dentro del significado 'lo que va detrás de otra cosa'. Son secuelas, especialmente en el cine, todas aquellas películas que continúan a otra que ha tenido éxito y de la que se quiere obtener el máximo beneficio. Zalabardo me recuerda que, de pequeños, ya éramos aficionados a dichas secuelas, especialmente a las de aquel malvado Fu-Manchú, a las del valiente Llanero solitario, indefectiblemente acompañado por su caballo Silver, o a las de otro héroe del oeste, Bob Steele. Quiero destacar también que sequor, en latín, es lo que llamaríamos una palabra simple, en la que no hay ningún elemento, prefijo o sufijo, que aporte el significado de posterioridad. No es comparable, pues, a post-erior o a ant-erior.
De acuerdo con lo explicado, debemos decir ahora que ni en latín ni en castellano existe palabra alguna que sea antónimo de secuela, que signifique, sigo la definición dada para esta última, 'obra (película, novela...) compuesta después de otra obra de éxito con la que se relaciona y cuyo acontecer se sitúa en un tiempo anterior al de la obra de la que se deriva, generalmente para explicar las causas del argumento de la obra original'. Y aquí es donde entra el término precuela que, como vemos, se vale de un prefijo pre- que se une a una raíz inexistente -cuela. ¿Es válido este recurso empleado para nombrar a un concepto no unido a ninguna palabra? ¿Y por qué no?
Es posible que a algunos les suene el término a algo muy nuevo. Debo confesar que yo no lo conocí hasta no hace mucho, cuando oí hablar de un proyecto de este tipo relacionado con la película Alien. Pero así como hace años todo se podía encontrar en el Libro gordo de Petete o en la Enciclopedia Espasa, hoy podemos enterarnos de todo en el inagotable universo de Internet. Así es como me entero de que, igual que las segundas y terceras partes de películas que, sin embargo, remontan sus asuntos a un tiempo anterior al de la exitosa obra original vienen haciéndose desde 1948, un tal Anthony Boucher, editor y autor de obras de ficción y misterio, ya utilizó en 1958, para referirse a ellas, el neologismo prequel, del que posteriormente se formará el castellano precuela.
Aunque el sistema de creación del término pueda parecernos poco académico, creo que no hay nada que impidiera su inclusión en el Diccionario, si bien antes habría que dar cabida a la entrada de secuela, que, como queda dicho, tampoco aparece. Trasladé la cuestión al departamento de consultas de la RAE, que me contestó exponiendo lo que ya he dicho antes, pero sin aclarar por qué no entran ni la una ni la otra en el Diccionario. Sé que hay que tomar muchas cautelas antes de abrir el camino hacia los diccionarios a determinados vocablos, pero tampoco debemos dar lugar a que acontezca lo que con precalentamiento. Cuando esta palabra comenzó a utilizarse, en el ámbito deportivo, muchas voces fueron las que se levantaron contra ella porque, decían, con razón, que 'los ejercicios que un deportista efectúa como preparación para el esfuerzo que posteriormente habrá de realizar' no eran un precalentamiento, sino un calentamiento, ya que los músculos, como aquellos antiguos aparatos de radio de lámparas, de los que me habla Zalabardo, necesitan calentarse antes de funcionar bien. Pues bien, mira por dónde la mayoría de los cronistas deportivos entraron por el aro y casi todos han aceptado y usan el correcto calentamiento. Aunque lo que el Diccionario registra ahora es precalentamiento.

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