BOCA A BOCA
El verano, lo vemos por las temperaturas que padecemos, no ha concluido aún, pero me dice Zalabardo que ya está bien de descanso y que va siendo hora de que esta Agenda retome su ritmo habitual. Iniciamos por tanto, pues ya os he dicho que mis biorritmos funcionan así, el nuevo curso.
Y puestos a ello, aprovecho que Zalabardo me planteaba hace unos días el hecho de que los hablantes abandonen unos giros o palabras y los sustituyan por otros que, a lo que parece, son menos correctos que los sustituidos sin que nadie haga nada. ¿No es posible —me decía—que la Academia, o quien sea, actúe de oficio y ponga las cosas en su sitio, restituyendo el giro repudiado por el uso? Zalabardo, que por lo común tiene las ideas muy claras, se hace en ocasiones un lío con cuestiones del lenguaje y me exige respuestas y soluciones que, a decir verdad, yo no soy capaz de ofrecerle. Al menos, tan meridianamente como él pretende.
Trato de explicarle, recurriendo a la frase atribuida al torero Rafael Guerra, Guerrita, que lo que no pué sé no pué sé, y además es imposible. O sea, que el uso de la lengua es como un torrente impetuoso que baja por la ladera del monte y nadie puede alterar su curso por mucho que lo pretenda. ¿Y qué pasa, entonces? Cuando el uso impone una palabra o giro que consideramos “incorrecto” o “inadecuado” en lugar de otros que serían los “correctos”, pueden suceder dos cosas: que el nuevo uso fracase y las aguas vuelvan, solas, a su cauce; o que triunfe y, entonces, el agua abra otro ramal que baje paralelo al primitivo o, incluso, triunfe sobre él; si es así, no nos quede otra cosa que hacer sino aceptar los hechos.
Procuro aclarárselo con un ejemplo que me parece adecuado: si nos preguntaran, diríamos que “siempre” (y fijaos que entrecomillo el siempre como hice antes con correcto e incorrecto) se ha dicho que divulgar algo de manera oral es una transmisión boca a boca. Sin embargo, nos encontramos con que hoy se está haciendo usual decir boca a oreja. ¿Qué es lo correcto?, se preguntarán muchos. Estuve tentado de preguntárselo a Zalabardo, pero no lo quise poner en el compromiso. Ante la duda, decido investigar un poco. Y lo que encuentro es lo que sigue:
María Moliner recoge en su diccionario boca a boca con dos valores: ‘forma de respiración artificial’ y ‘transmisión oral de una información’. Manuel Seco, por su parte, la recoge igualmente con esos dos mismos sentidos. ¿Y el DRAE? Pues el DRAE, sencillamante, no la recoge; o, por mejor decir, la recoge con solo el primero de los dos significados aludidos, ‘dicho de la respiración artificial’. ¿Por qué? Pienso yo que, imagino, por la simple razón de que lo que el diccionario académico recoge para la segunda opción es otra expresión, de boca en boca, ‘dicho de propagarse una noticia, un rumor, una alabanza, etc., de unas personas a otras’, giro que Seco no recoge, pero sí Moliner, que aclara que se utiliza con andar, correr, pasar, transmitirse, etc. ¿Son dos expresiones diferentes y, por alguna razón, la primera se ha apropiado del significado de la segunda? ¿Es, por tanto, anterior de boca en boca y posterior boca a boca? No lo sé, ni creo que haga falta saberlo para lo que aquí interesa. Pero debo decir que me viene a la cabeza un fandango de El Cabrero que dice así: No critiques a mi copla / y apréndela tú también. / Que corra de boca en boca / pa que el pueblo sepa bien /quien lo engaña y quien lo explota. Y es preciso decir que, por lo común, el habla popular es más remisa a introducir cambios y, por ello, más respetuosa con los modos tradicionales y primitivos.
¿Y qué pasa con boca a oreja? No estoy seguro de lo que digo, pero creo haber leído en algún lugar que es un giro del catalán, que dispone de una forma bocaorella para expresar lo mismo. Estaríamos, pues, en el terreno de los préstamos y ya sabemos que este es un campo muy extenso sobre el que se podrían decir muchas cosas. Se suele decir, y yo lo he dicho varias veces en esta Agenda (le aclaro a Zalabardo), que nunca un préstamo debiera prevalecer si viene a sustituir a una forma clara de la que ya se dispone y se hace uso. Pero esa es la teoría y otra cosa diferente es el comportamiento lingüístico de los hablantes. Ya se sabe, eso del torrente que decía al principio.
Zalabardo, que es tozudo, insiste: ¿pero qué es lo que debemos decir? Yo, que me veo precisado a tomar partido, le respondo que, por lo que a mí respecta, seguiré utilizando, indistintamente, de boca en boca, que quizá sea el giro primitivo, y boca a boca, pues los dos me parecen más naturales y espontáneos, mientras que boca a oreja me resulta más artificioso y producto de una moda pasajera (que, no obstante, podría triunfar).
Ah, y respecto a lo que Zalabardo me dice de que nadie hace nada, debo decirle que eso no es verdad. Que la Academia (rae.es) procura llamar la atención sobre los usos inadecuados, al igual que la Fundación de español urgente (fundéu.es). Y, en caso de dudas, siempre nos podemos dirigir a cualquiera de las dos instituciones, que nos responderán con prontitud.
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