No sé si alguna vez he hablado aquí,
son tantos los apuntes que hay ya en esta agenda, del aprecio y afición que
siento por todas las manifestaciones folclóricas y populares (como si una cosa
no comportase la otra). Zalabardo sabe que me gusta acudir a las fiestas
populares de cualquier rincón de la provincia de Málaga. Dentro de pocos días
tendrá lugar la fiesta de la castaña de Pujerra, en el valle del Genal, y allí
estaremos, con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide, según se
dice en los carteles taurinos.
De
las manifestaciones populares, hay una muestra para mí especialmente interesante:
la que constituyen los romances, canciones de labor y cantos o cuentos infantiles.
Aún recuerdo que una vez, hace de ello como veinticinco años, propuse a un
grupo de alumnos la realización de una actividad complementaria: la recogida de
romances y refranes para descubrir como en la época actual siguen teniendo vigencia
determinadas manifestaciones folclóricas antiguas. Durante el trimestre que
duró la experiencia recogimos casi cuarenta romances (alguno se remontaba a una
tradición de muchos siglos atrás) y cerca de un millar de refranes (bastantes
de los cuales no pudimos hallar recogidos en ningún refranero existente).
Por
ello me alegró que hace unos días, un amable lector, Álvaro, me elogiara un apunte de hace ya cinco años (Sardinas
al pie de la torre) porque decía que le recordaba a su padre, que solía
utilizar expresiones como la que daba título al apunte y me pedía información
sobre otra expresión que también utilizaba su padre: Polito, politón, la sal y el
perejil. Como no me dejaba ninguna dirección para contestarle de manera
privada, quiero aprovechar el apunte de hoy para hacerlo.
Una
característica especial de las canciones populares y romances es que, por razón
de su transmisión oral, se alteran muchas veces palabras y frases hasta derivar
en soluciones extrañas. De los romances y canciones de que hablo, puedo citar
cómo en uno se decía las salves iban volando en lugar de las
aves iban volando, o cómo en otro se decía lo ponía en el san Juan
por lo
ponía en el zaguán. Se encuentra también floroso en vez de frondoso,
ajilandó
por aguijando
o respreciado
por despreciado.
Esto
explica que Álvaro Rojas no halle
muestras de ese Polito, politón por el que pregunta, que no es sino una canción
popular originaria de Burgos, que se usó también para el juego infantil del
corro (¿juegan las niñas de hoy al corro? ¿A qué juegan niños y niñas de
nuestro tiempo?). Y es que en realidad, lo que la canción original dice es Morito
pititón. Como no sé de qué manera hacérsela llegar me valgo de esta Agenda
de Zalabardo para ver si está esperando mi respuesta y la lee. Y si
alguien más quisiera saber con qué música se canta esta canción, añado que en YouTube
es posible encontrar varias versiones.
Morito pititón,
del nombre virulí,
ha revuelto con la sal
la sal y el perejil,
perejil, don, don,
perejil don, don,
las armas son,
del nombre virulí,
del nombre virulón.
Al tío Tomasón
le gusta el perejil
en invierno y en abril,
mas con la condición
perejil don, don,
perejil don, don,
la condición
que llene el perejil
la boca de un lechón.
Se ufana Melitón,
un vago del lugar,
de jamás anís catar,
mas cuando no lo ven,
perejil don, don,
perejil don, don,
el remolón
se toma sin chistar
un frasco de Chinchón.
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