Me pregunta Zalabardo si he tenido tiempo de
revisar a fondo la lista de modificaciones que la RAE introdujo en su diccionario en línea el pasado mes de junio. Le
respondo, primero, si hay guasa en su pregunta por el tiempo que tiene ya la
lista. Y, luego, le contesto que, sinceramente, la he mirado bastante por encima,
pues el tiempo lo he dedicado a otras lecturas que me parecieron más productivas.
Pero
el buen Zalabardo insiste y me dice que, aun habiéndolas visto superficialmente,
alguna opinión tendré. Total, que me veo precisado a tener que participarle mis
impresiones al respecto. Por supuesto, él ya sabe que en más de una ocasión he
mantenido que la RAE debiera imitar
algunas de las actitudes de la Académie
francesa en estas cuestiones del diccionario. Sobre todo, que no hay que correr
demasiado a la hora de dar entrada a nuevos términos porque una vez que se les
dé el visto bueno hay que procurar que perdure el uso. Quiero decir que el
diccionario no está para acoger modas que podrían resultar efímeras, sino que
debe ser un epítome del buen hablar de una lengua. Y creo que nuestra Academia actúa en ocasiones más como
una editorial que busca el pelotazo de un best-seller antes que una
muestra fehaciente de nuestro léxico. A los hechos me remito. Mientras el DRAE prepara ya su vigésima
tercera edición, el Dictionaire
va, con muchos más años de vida, tan solo por la novena.
Pero
vayamos a la lista. Debo decir, de principio, que alabo el hecho de la publicación
de tales listas de novedades, que se ofrecen, o al menos eso creo, para su
análisis y comentario antes de ser definitivamente incorporadas.
Pero,
aun habiendo realizado un análisis muy somero de su contenido, la verdad es, le
digo a Zalabardo, que encuentro algunos casos que debieran ser analizados con
más detenimiento. Y voy a tratar de exponer con brevedad los casos a los que me
refiero.
Hay
dos términos deportivos sobre los que no acabo de entender la razón de su introducción.
Uno, beisbolero, porque es el
béisbol un deporte de muy escaso arraigo en nuestro país. Pero, aun así, la
persona que practica béisbol debería llamarse, juzgo yo, beisbolista (que ya figura), en consonancia con futbolista, baloncestista, golfista
y otros. Pero, puestos a aceptar el término, no me explico que no entre pelotero como ‘jugador de fútbol
que destaca por su depurada técnica en el juego’, vocablo frecuente, por otra
parte, en los últimos tiempos. El otro que incluye la lista es paradón, ‘parada meritoria y espectacular’;
¿por qué no aparecen, en esa línea, golazo,
patadón o jugadón?
En
el campo de la gastronomía hallo un extraño ejemplo: si se da entrada a sushi, ¿por qué no aceptamos también
shawarma, sobre todo si
miramos que kebab sí que
está? Por otro lado, parece que cedemos ante algún que otro extranjerismo olvidando
que existe el vocablo español correspondiente. Por ejemplo, demos por bueno blog, en lugar de agenda o bitácora, debido a su extensa utilización; pero no veo que
haya que hacer lo mismo con extradir,
si ya tenemos extraditar; racord, si existe conexión o continuidad; o inculturación,
habiendo culturización.
Los
tecnicismos y términos científicos también me hacen pensar. Aún recuerdo que
una vez me dirigí al gabinete de consultas de la Academia para preguntar por la ausencia de cupirosis. Se me contestó, con mucha prontitud y amabilidad,
que los términos médicos, por la especificidad de su uso, quedan generalmente
fuera del diccionario y tienen su lugar en los de medicina. Ahora, sin embargo,
nos encontramos con estent y estenosar, que me parecen que
están en la misma línea del otro.
También
se atiende en esta lista a términos políticos. Ya estaban, por ejemplo, socialista y ugetista; ahora se da entrada,
con razón, a cenetista; bien,
¿pero para cuándo dejamos, pregunto yo, peneuvista
u otros de la misma condición?
Y
por último, me encuentro en esta lista dos términos considerados propios de
jerga: okupar y okupa. Vuelvo a lo que decía de
cuidar lo que puedan ser modas pasajeras. En cualquier caso, si okupa es santificado, ¿por qué
no se trata por el mismo rasero a otros términos jergales como, y son breves
ejemplos, guindar, mangui o manguta?
Es posible que esté equivocado en alguna de
mis apreciaciones, le digo a Zalabardo, como también es posible que haya otros
vocablos que igualmente merezcan ser comentados y no los incluya aquí, pero ya
he avisado que mi análisis de la lista ha sido muy superficial.
Cuando
tenía ya redactado este apunte, leo una nota de la Academia Norteamericana de la Lengua Española que informa de que la
próxima edición en papel del DRAE
recogerá una serie de estadounidismos. Dado que comentar los términos de los
que se dice que entrarán me llevaría un espacio considerable, dejo el asunto
para el próximo apunte.
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