El
señor Potoca es una de esas personas
que tienen la amabilidad de leer estos apuntes que voy dejando aquí y que, de
vez en cuando, incluye algún comentario. En el de la semana pasada dejó
deslizar su duda sobre cuál pudiera ser el origen de que en Argentina se
utilice a la bartola para
indicar que algo se ha hecho disparatadamente. Zalabardo, que siempre me ha
insistido en el respeto y agradecimiento que merecen los que me siguen, me pide
que trate de solucionar su duda.
Empecemos
por dejar sentado que la locución a
la bartola es un claro ejemplo de lo que ya dejé dicho sobre la
dificultad de explicar de dónde proceden algunas expresiones que son muy
extendidas en su uso. Por ello, pido disculpas y aclaro que todo lo que diga
debe ser tomado con cuidado porque no son más que suposiciones mías, ya que en
ningún lugar he hallado una explicación clara de la locución.
La
primera dificultad está en que en España se dice (echarse, tenderse o
tumbarse) a la bartola,
mientras que en América es más común (hacer
algo) a la bartola.
Vamos con la expresión de acá.
La
primera referencia que encuentro la locución a la bartola está en el diccionario de la Academia de 1852, que se limita a decir
que significa ‘sin ningún cuidado’. Así se viene repitiendo hasta la edición
actual que dice: ‘1. Descuidando o abandonando el trabajo u otra actividad; 2.
Despreocupándose, quedando libre de toda inquietud o preocupación’. Pero, ¿y el
origen? En el Diccionario Histórico
de 1936 encuentro el único caso en que se recoge bartola, como sustantivo, con el significado de ‘barriga,
vientre’ y se aporta un texto de Bretón
de los Herreros con ese empleo, y como locución, a la bartola, con los sentidos anteriormente dichos, lo que se
ejemplifica con textos de Torres de
Villarroel y de Tomás Iriarte.
Nada más. Las ediciones del diccionario académico de 1970, 1984 y 1992 añaden,
sin más aclaración, que bartola
‘procede de Bartolo, hipocorístico de Bartolomé’. Sin embargo, en la edición en
línea del DRAE se lee: bártulos (de Bártolo, insigne
jurisconsulto del siglo XIV). ¿Tiene esto algo que ver? Ahora lo sabremos.
Vamos
con la variante americana, la que recoge el Diccionario de Americanismos, que es, según se ha dicho (hacer algo) a la bartola. Se explica que bartola, como sustantivo, significa ‘prisión’ y que la
locución quiere decir ‘de forma improvisada, descuidada o negligente’. Hasta
ahí.
Y
ahora comienza lo que yo llamo pura hipótesis. Cuanto haya en ello de validez
lo ignoro, pero no quiero dejar de exponerlo.
En
el siglo XIV, en Italia, vivió un jurisconsulto llamado Bártolo de Sassoferrato (1313-1357), figura a la que llego tras
investigar lo que el diccionario dice acerca del origen de bártulos. Encuentro que Bártolo
pasa hoy por ser uno de los grandes reformadores de los estudios de derecho.
¿Qué hizo este buen hombre? Pues, ni más ni menos, introducir innovaciones
notables en sus comentarios del Corpus
Iuris Civilis o conjunto de lo que fue la legislación romana. Bártolo
superó lo que eran las tradicionales interpretaciones absolutamente fieles a la
férrea tiranía de la letra de la ley e impuso un método crítico que atendía más
al espíritu del legislador (¿habría que atribuirle a él eso de ‘el espíritu de
las leyes’?) y a la última razón de cualquier norma. Alcanzó gran prestigio y
los estudiantes de leyes solían llevar a clase copias de sus comentarios, los
famosos bártulos. Esta
palabra, con el tiempo, en español pasó de designar los ‘textos de Bártolo con comentarios a las leyes’ a
significar ‘cualquier clase de enseres que se manejan para algo’.
Eso
es historia. Ahora viene la suposición: Bártolo,
igual que ganó admiradores por su método, se ganaría igualmente enemigos, los
partidarios de la antigua metodología, que consideraban su proceder heterodoxo
y desviado de la escrupulosidad con que antes de él se interpretaba el Corpus Iuris Civilis ya que no
se ajustaba a lo escrito, sino que comentaba los textos ‘de cualquier modo’, ‘a
su manera’, ‘de forma improcedente’. Estos enemigos acusaban, a él y a sus
seguidores, de hacer las cosas ‘a la manera de Bártolo’, expresión que adquirió matiz peyorativo. Ya como
locución, iría derivando hacia ‘a lo Bártolo’,
y, en nuestra lengua, generó ese a la bartola.
De
ahí infiero que están más cerca del origen los americanos al decir (hacer algo) a la bartola, ‘de forma improvisada y negligente’, que
nosotros cuando hablamos de (echarse,
tenderse o tumbarse) a la bartola, ‘abandonando el
trabajo, despreocupándose’. Aunque algunos digan que por aquello de que bartola también significa
‘barriga’, la locución quiere decir ‘tenderse boca arriba con la barriga al
sol’. Sin que yo quiera desmerecer, Dios me valga, esta última interpretación.
Al fin y al cabo no es sino un contagio entre dos posibles sentidos, lo cual no
es nada raro.
2 comentarios:
Hombre, me siento muy honrado por la consideración que me ha tenido. Le agradezco.
¡Me ha gustado el artículo!
¡Saludos desde América!
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