¿Has reparado alguna vez —comento a Zalabardo—
los duros contrastes entre hechos simultáneos que la vida nos depara? El
domingo pasado, 5 de mayo, me encontraba en la Fiesta de Verdiales de la Ermita de las Tres Cruces. Por la
tarde seleccionaba imágenes y preparaba los textos para esta entrada de la Agenda; al mismo tiempo, era
ajeno por completo a que perdíamos a Pablo para siempre.
Por
eso hoy me cuesta transcribir aquí mis impresiones sobre aquel evento
folclórico y he decidido cambiarlo. Me limitaré tan solo a mostrar algunas de las
imágenes que recogí y acompañarlas de palabras típicas de esta manifestación. Espero no
cansaros con ello.
Los
aficionados y cultivadores de esta modalidad del folclore malagueño son
llamados fiesteros o tontos. Este segundo nombre, que
no gusta a nadie, tiene su origen en que primitivamente las fiestas de
verdiales se celebraban el día de los inocentes.
Los
grupos reciben el nombre de pandas
y están dirigidas por un alcalde,
que, con su varilla, va dando
entrada a músicos, cantantes y danzantes.
El
baile recibe el nombre de lucha
o revezo. Lo practican por lo
común parejas solas o en grupo; suelen ser parejas de mujeres y,
excepcionalmente, mixtas. Existe una modalidad que se llama baile en tresillo (dos mujeres y
un hombre) al estilo del llamado zángano
de Álora.
Por
fin, cada panda dispone de sus abanderaos, que muestran su baile
característico. Este año, el público esperaba con ansia la actuación de un abanderao de una panda llamada El Negocio. Sin embargo, a mí me
gustó más la actuación de una bella y morena abanderá del mismo grupo.
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