sábado, febrero 16, 2019

¿USTED SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?


            Zalabardo, nunca con mala intención, me plantea de vez en cuando celadas lingüísticas y hoy me pregunta si me parece correcta la generalización del tuteo o creo que es una pérdida de los buenos modales. No creo que sea Zalabardo la única persona que se hace la misma reflexión. Tal vez piense en aquellos tiempos de nuestra infancia en que era frecuente en muchas familias que los hijos tratasen de usted a sus padres. Más tarde, ya en la Universidad, recuerdo que ese trato respetuoso era recíproco entre profesores y alumnos; en cambio, cuando accedí a mi función de profesor, allá por 1970, el tuteo empezaba a extenderse entre profesores y alumnos, aunque de modo restringido. Por mi parte, jamás me opuse, siempre que en nuestra relación no se olvidara cuál era mi papel y cuál el de ellos. Confianza y respeto, es mi opinión, no tienen por qué confundirse.
            La pregunta de Zalabardo me exige necesariamente analizar la evolución de los pronombres como formas de tratamiento, análisis que ayudará a comprender cómo la lengua evoluciona con el paso de los siglos y cómo, si dicha evolución se produce de manera natural, no tiene por qué afectar a su más genuina función: la de facilitar el entendimiento entre los individuos que la hablan.
            Juan Alcina y José Manuel Blecua, en su Gramática española, que tiene ya casi cincuenta años de vida, hacen una exposición muy clara de la evolución histórica de dichas formas de tratamiento. Intentaré resumirla. En latín, tu, segunda persona del singular, señalaba a un individuo, y vos, segunda del plural, señalaba a varios. Es decir, no existía nada parecido a nuestro usted. No obstante, en los años del Imperio se documentan casos de vos para una sola persona como signo de respeto. Este uso fue heredado por el español medieval. La cosa no quedó ahí, pues, a partir del siglo XI, vos se extiende en el habla popular como forma de tratamiento entre iguales a los que une mucha confianza, lo que genera que vos empiece a confundirse con , aunque el primero expresa siempre un mayor grado de confianza, en tanto que el segundo se utiliza más para dirigirse a inferiores. Tal confusión hace necesario encontrar una nueva forma de expresar el respeto. Así nace, en el periodo clásico, vuestra merced, que, en un proceso más o menos dilatado (vuesa merced, vuesarced, vuerced, vuested…) acaba en la actual forma usted. Nacido ustedvos, sin esa compañía de merced, se considera ofensivo por parte de quien cree merecer respeto.

Ese fue el camino que condujo al sistema formado por y vosotros/usted. Pero los hablantes, que son los dueños de la lengua, reaccionan de diferente manera en distintos lugares y nos encontramos con soluciones diversas. Por ejemplo, que usted, segunda persona de respeto, se use con verbo en tercera persona (tú sabes/usted sabe, vosotros sabéis/ustedes saben); que en amplias zonas de América, especialmente Argentina, Uruguay, Paraguay y parte de América Central, se opte por mantener vos, en lugar de , como forma familiar de tratamiento (el llamado voseo), pero unida a verbo en segunda persona plural, que sufre a su vez una modificación (no se dice tú sabes, sino vos sabés, donde sabés es contracción de sabéis); o que en Andalucía se produzca una gran alteración del sistema, puesto que el lugar de vosotros es ocupado por ustedes, que pasa a ser la forma de confianza, con verbo en segunda persona (ustedes sabéis).
            Pero Zalabardo no gusta de quedarse solo en la teoría y lo que desea es mi opinión sobre la generalización del tuteo. Por eso me veo obligado a aportarle otros datos, de naturaleza menos erudita y, quizá, más práctica. La Nueva Gramática de la Lengua Española, de 2009, sin desatender a esta evolución histórica de las formas de tratamiento, pone más atención a los cambios producidos, no en las formas, sí en el uso, a partir del siglo XX. Lo primero que dice es que, aunque la distinción tradicional entre trato de familiaridad y trato de respeto sigue siendo válida en lo fundamental, no se aplica de manera estricta y apunta que tal vez sea más procedente, de acuerdo con la evolución social de los últimos tiempos, hablar de trato de confianza en lugar de respeto; esto supondría que, según circunstancias, la confianza entre interlocutores pueda inclinar al empleo de sin menoscabo del respeto que nos merezca la otra persona.

     Partiendo de esta base, la gramática académica señala además que, junto a la relación familiaridad/respeto, hay que considerar otras formas de tratamiento. Por ejemplo, un trato simétrico o recíproco, por el que se da y recibe el mismo tratamiento entre los interlocutores. En el trato recíproco es posible alternar la familiaridad con el respeto según el momento y situación; dos parlamentarios emplearán su señoría (equivalente a usted) dentro del hemiciclo, aunque, fuera, la confianza les permita tutearse.
            El trato asimétrico supone, por contra, usar la forma de respeto usted frente a alguien de quien se recibe la forma de confianza . Esto no tiene que suponer ni actitud ofensiva por parte de quien emplea usted, ni de sumisión por parte de quien usa . Todo depende de las convenciones culturales y sociales. La edad y la jerarquía son factores que influyen en ello. A un anciano se lo tratará de usted, aunque él responda con un al joven. Lo dicho no impide que el trato asimétrico pueda ser considerado a veces censurable.
      Y está el trato variable o circunstancial, que depende de muy variadas situaciones comunicativas. Un cura, desde el púlpito, el espectador de un partido de fútbol, un conductor, tutearán a sus feligreses, al árbitro o a otro conductor de quien piensa que ha realizado una maniobra incorrecta; pese a ello, en un ambiente diferente, utilizarían la forma de respeto usted frente a las mismas personas. Pensemos, incluso, que la frase-amenaza ¡Usted no sabe con quién está hablando! no tiene matiz de respeto, sino todo lo contrario. El trato variable no depende en modo alguno del conocimiento o confianza entre hablantes, sino de convenciones que impone en ese momento la situación.
            ¿Entonces, me dice Zalabardo, no hay norma a la que atenerse? Claro que la hay. Y la NGLE también trata eso. Se parte del hecho constatado de que en el español contemporáneo, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX, se ha ido imponiendo el trato de confianza entre profesionales o trabajadores de una misma empresa, entre colegas, entre amigos, entre jóvenes..., con independencia de que se conozcan o no. Un caso notable es el de la publicidad, que emplea el tuteo precisamente porque se considera que crea un ambiente de mayor proximidad entre anunciante y receptor.
            No obstante, la gramática académica deja bien claro lo siguiente: se puede considerar inadecuado e incluso ofensivo el dirigido a un anciano, el que prodigan los sanitarios a los pacientes de edad (al amparo de un injustificado paternalismo), el que usa un alumno frente a su profesor, o un vendedor frente a un cliente a quien no conoce, el que algunos dispensan a un camarero adulto o al dependiente que los atiende… si el interpelado no ha dado su beneplácito a ese trato de confianza. A esta norma, le indico a Zalabardo, es a la que siempre he procurado atenerme.

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