viernes, noviembre 21, 2008


SOBRE ETIMOLOGÍAS Y SENTIMIENTOS
La etimología es una ciencia curiosa, atractiva y bonita. Ya sé que utilizar este adjetivo revela una actitud que puede ser cualquier cosa menos científica. Pero en esta agenda nunca hemos pretendido hacer ciencia sino trasladar hechos, comunicar emociones y opiniones, según los casos. Pero sigamos con la etimología. Para los antiguos, me refiero al periodo clásico, la etimología era la búsqueda del sentido 'verdadero' de las palabras porque ayudaba a averiguar la verdadera naturaleza de estas. Por supuesto, se partía de la opinión de que la forma de una palabra corresponde efectivamente y de manera natural a los objetos que designa. De esta manera, Platón podía explicar el nombre del dios Dionisos diciendo que procedía de didus ton oinon, 'el que da el vino'. Los latinos hacían derivar la palabra cadáver de ca(ro) da(ta) ver(mibus), 'carne dada a los gusanos'. San Isidoro, cuyas etimologías son las que más gustan a Zalabardo, hacía derivar la palabra amigo (volveremos sobre ella) de a(ni)mi cus(tos), 'el guardián del alma' o rey de re(cte) (a)ge(re), porque conduce con rectitud.
Ya en la Edad Media, la etimología era una búsqueda basada en la opinión de que todas las lenguas procedían de otra determinada que era la original; muchos decían, e incluso demostraban, que esta primera lengua era la hebrea. Pero en los tiempos modernos la etimología no se mueve por caminos tan sutiles, sino mucho más apegados a lo terrenal. Por eso, y aunque hay muchas tendencias, se limita a explicar la formación de las palabras a partir de la tesis de que estas están constituidas por unidades más recientes que se remontan a otras anteriores ya conocidas. Así, podemos decir que abordar se explica, en español, por la existencia de borde. El término anterior al que se remonta una palabra actual recibe el nombre de étimo.
Claro que la etimología no se para solo en esto. También nos puede ayudar a establecer las dependencias o relaciones de unas lenguas con otras, a constituir las llamadas familias de lenguas, es decir, aquellos grupos de lenguas que se han desarrollado a partir de un mismo origen. Y por eso se habla de la familia indoeuropea, de la camito-semítica, de la fino-ugria, etc. Y también nos ayuda, a veces, a comprender algo del espíritu de las diferentes lenguas. Porque las lenguas, incluso las de una misma familia, eligen caminos muchas veces difíciles de entender y explicar para decidir qué étimo ha sido el elegido como punto de arranque de las palabras que expresan un determinado concepto.
Veamos un ejemplo. Las lenguas de la rama románica y las de la rama germánica, ambas indoeuropeas, no se remontan al mismo origen para las palabras que expresan la noción de 'amor'. Así, hay una raíz indoeuropea, amma-, 'madre', que, por la extensión de la relación afectiva que hay entre la madre y los hijos, puede significar también 'amor'. De ahí proceden los términos latinos amor, amicus, amicitia, de donde salen, en español, amor, amigo, amistad. Igual sucede en francés (amour, ami, amitié), en italiano (amore, amico, amistà) o portugués (amor, amigo, amizade). Pero es que hay otra raíz indoeuropea, leubh-, que significa 'amar' y 'desear'. De ella se derivan el inglés love, el alemán Liebe o el neerlandés gelooven, formas que expresan 'amor', pues la amistad y el amigo la derivan de otras fuentes. Esta raíz, en español, nos ha dejado la forma libido, 'deseo sexual'. Derivar de aquí algún tipo de teoría pudiera ser arriesgado y yo no lo voy a intentar. Solo fijémonos en que en el dominio románico se ha preferido un término de naturaleza más sentimental, afectiva, mientras que en el germanismo ha prevalecido lo químico.
Pero hoy, ahora, lo que de verdad me interesa destacar aquí es que esta noche nos reunimos los compañeros ('los que comparten el pan') del instituto para cenar. ¿Motivo? Han querido celebrar de manera 'oficial' mi jubilación. Han decidido, mostrarme de esa manera su afecto, cariño y amistad. Yo pienso, se lo digo así a Zalabardo, que al hacer esto no me homenajean a mí, sino a cuantos vamos ya saliendo por la edad de este ámbito de la enseñanza. Y se homenajean también a sí mismos. Porque en nuestro terreno todos somos participantes de una carrera de relevos, cada uno es un eslabón de una cadena que no acaba nunca. Al llegar a esta situación, ninguno ha cubierto más que un hito de la carrera total; nadie ha llegado a la meta, porque a esa meta, afortunadamente, no se llega nunca. Siempre hubo alguien antes y siempre habrá alguien después. Y así como cada uno ha hecho perdurar lo que hizo el anterior, lo hecho por nosotros perdurará en quien venga detrás.
Esta noche, ante ellos, espero saber mostrarles el afecto, el amor y la amistad que por ellos siento. Un amor, un afecto y una amistad que no podrá ser tan grande como la que ellos muestran hacia mí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te deseamos una feliz e inolvidable celebración porque creemos que te la mereces como nadie.
Tus compañeros