lunes, enero 12, 2009


NO ES LO MISMO
Paseábamos días atrás Zalabardo y yo (ya sabéis de mi reciente costumbre de callejear) y nos hallábamos en los límites de la barriada de Carranque. Se nos acercó un hombre portador de un paquete que, a lo que se veía, debía entregar y nos dijo, tal cual: "¿Saben ustedes dónde está Franz Kafka? No sé cómo, pero lo primero que se me vino a la mente fue contestar: "Por desgracia, se encuentra enterrado en el cementerio judío de Praga desde 1924". Menos mal que me contuve a tiempo, pues, como es lógico, lo que el buen señor pretendía era que le indicásemos dónde estaba la calle que lleva el nombre del escritor checo. Luego, cuando se lo conté a Zalabardo, se alegró de que no hubiese dado tal respuesta y me recriminó lo que, según él, hubiese sido una mala muestra de humor negro. Y comenzamos a hablar de cómo nos movemos por lugares que conocemos y somos ignorantes de la denominación de las calles por las que andamos. Por ejemplo, los dos desconocíamos el nombre de la vía en la que nos encontrábamos en aquel preciso momento. Lo averiguamos; era la calle Virgen de la Cabeza, que va desde el final de la avenida de Andalucía hasta el Polideportivo de Carranque. Total, que el pobre señor que nos preguntó se hallaba algo lejos de su destino, pues la dirección que buscaba está, lo averiguamos también, junto al polígono universitario de Teatinos. Desde entonces, he hecho propósito de mirar los rótulos de las calle por las que voy.
La conversación callejera sobre calles dio pie a otra que ya nos tuvo entretenidos durante todo lo que duró el paseo: la de confusiones que se producen al utilizar una serie de palabras que indican algo diferente de lo que intentamos indicar con ellos. Por ejemplo, citó Zalabardo las confusiones que originan indio, hindú e hindi, sobre todo los dos primeros, que muchas veces usamos como sinónimos, aunque en este caso la cosa es explicable. En principio, indio es la voz que designa a los habitantes de la India, mientras que hindú se aplica a los fieles del hinduismo. Lo que sucede es que al aplicarse, a causa de la confusión de Colón, el adjetivo indio al individuo de cualquiera de los pueblos pobladores de América en el momento del descubrimiento, con objeto de deshacer cualquier equívoco hindú ha asumido también el sentido de habitante de la India. Por fin, hindi sirve para significar la lengua derivada del sánscrito que se habla en la India.
Más confusión existe entre América, americano y norteamericano. En estos caso, ya sé que solemos entendernos bastante bien pero lo cierto es que con frecuencia cometemos impropiedades en su uso. Empecemos por decir que América es el nombre de todo un continente subdividido a su vez en América del Norte, América Central y América del Sur. Por tal motivo, no debiera emplearse para designar solo a una parte de ella, que más propiamente se llama Estados Unidos de América o, en su forma simplificada, Estados Unidos. A esta confusión colaboran no poco los propios ciudadanos de ese país, muy dados a considerarse a sí mismos como América; no tenemos más que ver que, junto a lo que es su himno oficial, The Star Spangled Banner (La bandera cuajada de estrellas), poseen una canción patriótica que es considerada como el segundo himno nacional y que se llama God Bless America! (¡Dios bendiga a América!). A todo esto, no olvidemos que en el mismo subcontinente norte hay otro país cuyo nombre es Estados Unidos Mexicanos, aunque este país sea más conocido como México.
Esta confusión arrastra a otra no menos desaconsejable, la de llamar, con un carácter de casi exclusividad, americanos o norteamericanos a los estadounidenses. Tengamos presente que tan americanos como ellos son, sin necesidad de citar a nadie más, los argentinos. Y que tan norteamericanos como ellos son los mexicanos y los canadienses.
Y como todo había empezado por Kafka, qué decir del grupo israelí, israelita y judío. El autor de El proceso, por ejemplo, era judío, pero no israelí, sino checo. Porque israelí es el gentilicio que corresponde a cualquier ciudadano del moderno estado de Israel o el adjetivo que designa cualquier cosa relacionada con dicho estado. Su plural es israelíes. Israelita, que es voz sinónima, en algunos casos, de hebreo y de judío, tiene, por su parte, dos acepciones; como gentilicio, se aplica a todo lo concerniente al antiguo reino de Israel, aunque también tiene una acepción religiosa, puesto que se aplica a la persona que practica la religión judía. Por fin, judío ofrece igualmente dos acepciones, pues tiene un sentido histórico-étnico que se aplica a lo que pertenece a la antigua región de Judea o al pueblo que habitó la antigua Palestina; y también tiene un sentido religioso, ya que judíos son los adeptos a la religión de Moisés.
Y puesto que hablamos de Israel y Palestina, alguien debería impedir lo que los israelíes están haciendo en Gaza. Nada, ni siquiera el argumento de la defensa propia, puede justificar la masacre que allí se está produciendo con la connivencia de otros muchos, en primer lugar los estadounidenses, que miran para otro lado. No es lo mismo una guerra, siendo malas todas las guerras, que la despiadada matanza que allí se está llevando a cabo.

No hay comentarios: