viernes, diciembre 18, 2009


UNA GRAMÁTICA EDUCADA

Hablaba el otro día de que la nueva gramática editada por las Academias tiene un carácter prescriptivo, es decir, indica la conveniencia o inconveniencia de determinados usos y giros. Lo que ya no decía es la manera en que hace tal cosa. Si no estoy equivocado, era Ignacio Bosque quien explicaba que, en un principio, habían acordado seguir el criterio del Diccionario panhispánico de dudas y hablar de usos correctos e incorrectos según los casos, pero que luego pensaron que era mejor hablar de usos aconsejables o no aconsejables. Es, sin duda, una forma cortés de avisar lo que se puede y lo que no se puede hacer cuando nos servimos de nuestro idioma.
Me dice Zalabardo que a él le hubiese parecido mejor calificar de incorrecto lo que no se debe hacer para que a nadie quede la duda de si todo depende del criterio particular de cada hablante. Le contesto que a mí me parece igual una cosa que otra porque cada vez estoy más convencido del desinterés que sienten hacia la gramática quienes más debieran ajustarse a ella, es decir, todos aquellos que trabajan primordialmente con el lenguaje y, son, por ello, modelos que mucha gente común imita: políticos, periodistas, políticos..., sin que dejemos atrás, siento decirlo, a bastantes profesores. En los periodistas el hecho es muy grave por la sencilla razón de que casi todos los medios disponen de un Libro de estilo que, lamentablemente, también se olvida. Y en los profesores no digamos, dado que ellos son quienes proporcionan la primera formación a los jóvenes.
Creo que en estas notas se ha hablado con anterioridad de la cantidad de errores que se cometen en el uso de los pronombres personales átonos. Los profesores de lengua saben bien las dificultades que los alumnos encuentran para dominar el sistema pronominal. A este propósito, pienso que mejor que insistir demasiado en la teoría gramatical sería un aprendizaje práctico (para eso sirven los ejercicios de redacción). De todas, formas, tal vez en las facultades de periodismo habría que insistir más en todas estas cuestiones (evitación de leísmos y similares, construcciones con se, duplicación de los pronombres, etc.)
Me quiero fijar hoy en este último caso, que es, me parece, uno de los que hace incurrir en mayor número de errores. Sobre todo, con la duplicación del pronombre le. Escojo para ello un texto leído el domingo pasado: Siempre pensé que la serie le gustaría a los niños aunque no sabía si los adultos le darían una oportunidad porque no existía algo así. Veamos primero, por si alguien no lo tiene claro, qué es eso de la duplicación. Lo explica así la nueva Gramática: "Se llama duplicación el proceso sintáctico que permite la aparición conjunta de un pronombre átono acusativo o dativo junto con su variante tónica o junto con el grupo nominal al que se refiere" (§ 16.14a). Según eso, hay duplicación en lo vieron a él y en le preguntaré al profesor.
Lógicamente, se entiende que el pronombre átono debe presentar concordancia con el tónico o con el grupo nominal al que se refiere. Lo leemos en la Gramática: "Los pronombres átonos concuerdan con los tónicos, o con el grupo nominal al que hace referencia en las construcciones reduplicadas [...] Sin embargo, es frecuente que los pronombres átonos en dativo de tercera persona del singular dupliquen en la misma oración a un grupo nominal con a construido en plural: *le dio manises a los monos" (§ 35.2j). "No obstante, en los registros formales se aconseja mantener la concordancia de número entre el pronombre dativo y el grupo nominal o pronombre tónico al que se refiere: les dije la verdad a los policías" (§ 35.2k). Creo que está bastante claro; la gramática académica se hace eco de la frecuencia del uso incorrecto, pero con ese se aconseja deja dicho qué es lo correcto.
Y mucha gente se pregunta: ¿tanta importancia tiene eso? Vamos a verlo con el ejemplo que traigo hoy. En él se dice le gustaría y le darían. ¿A quiénes se refieren esos le? La referencia del primero es a los niños, lo que quiere decir que debería haberse escrito, de acuerdo con lo leído más arriba, les gustaría a los niños. Si en este primer caso hay un error, ¿quién nos dice que no lo hay también en el segundo? Sin embargo, al fijarnos con atención, notaremos que el segundo se refiere a un grupo nominal omitido, la serie, que era sujeto de gustaría, pero complemento indirecto de darían, y que se omite porque ya ha aparecido antes, por lo que esta vez es correcto (le darían una oportunidad a la serie).
A causa del primer error, nos encontramos con una frase que pudiera tener dificultades para su comprensión. ¿Cuestión simple? Tal vez sí, pero para aclararla cuando tengamos dudas está la gramática, que esta vez se nos presenta no antipática, como decía Valle-Inclán, sino muy educada.

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