A VUELTAS CON EL GÉNERO (¿FINAL?)
Hace solo unos días que salió a la venta la Nueva gramática de la lengua española, obra de interés capital por diferentes motivos: porque viene avalada por las veintidós Academias de la lengua, lo que la hace válida para todo el ámbito hispánico; Porque viene a cubrir un vacío notable, ya que nuestra lengua se regía por una Gramática redactada en 1931, es decir, hace casi ochenta años; por su magnitud y alcance, pues su redacción se ha dilatado durante los últimos diez años y los dos tomos aparecidos ahora, falta el dedicado a la fonética, suponen más de tres mil ochocientas páginas; y por su naturaleza, pues al carácter descriptivo (dice cómo funciona la lengua) añade el prescriptivo (señala qué usos son correctos y cuáles deben ser desechados).
Estando el primer capitulo dedicado a cuestiones de carácter general y de presentación de la obra, el segundo se le dedica al género. Ignoro si es algo premeditado o casual. En cualquier caso, el género es una de las cuestiones lingüísticas de mayor calado planteada en los últimos años. Y aunque Zalabardo me avisa que ya hemos dedicado muchos de estos apuntes a tal tema, me resisto a dejar pasar cuál es la opinión de la gramática oficial de nuestra lengua y, por tanto, de las veintidós Academias que la sustentan.
Primero, sobre la confusión entre género gramatical y sexo: "El género es una propiedad de los nombres y de los pronombres que tiene carácter inherente y produce efectos en la concordancia con los determinantes, los cuantificadores, los adjetivos" (§ 2.1a). "Con muchos sustantivos que designan seres animados, el género sirve para diferenciar el sexo del referente" (§ 2.1b). "Aun así, a algunos sustantivos que designan seres sexuados [testigo, cónyuge, pianista...] les corresponde más de un género" (§ 2.1b, § 2.4a).
Segundo, sobre el valor genérico del masculino: "El género no marcado en español es el masculino [...] La expresión no marcado alude al miembro de una oposición binaria que puede abarcarla en su conjunto [...] En la designación de los seres animados, los sustantivos de género masculino no solo se emplean para referirse a los individuos de ese sexo, sino también -en los contextos apropiados- para designar la clase que corresponde a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos" (§ 2.2a). "Es habitual en las lenguas románicas, y también en las de otras familias lingüísticas, usar el plural de los sustantivos masculinos de persona para designar todos los individuos de la clase o el grupo que se menciona, sean varones o mujeres" (§ 2.2b).
Tercero, sobre la inconveniencia del desdoblamiento genérico y usos afines: "En el lenguaje de los textos escolares, en el periodístico, en el político, en el administrativo y en el de otros medios oficiales, se percibe una tendencia reciente [...] a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de persona que manifiesten los dos géneros (a todos los vecinos y vecinas...) [...] Exceptuados los usos [en que el desdoblamiento se interpreta como señal de cortesía: señoras y señores, amigos y amigas...] el circunloquio es innecesario cuando el empleo del género no marcado es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo" (§ 2.2f). "Algunos han negado que el uso genérico del masculino esté asentado en el idioma y sugieren en su lugar nombres colectivos o sustantivos abstractos [...] Son más los que han hecho notar que estas sustituciones son imperfectas desde el punto de vista léxico o desde el sintáctico, [...] inadecuadas [y] empobrecedoras. No equivalen, en efecto, mis profesores a mi profesorado, nuestros vecinos a nuestro vecindario, los amigos a las amistades, los ciudadanos a la ciudadanía..." (§ 2.2i).
Cuarto, sobre los nombres comunes en cuanto al género y relativos a profesiones, títulos y actividades. "Se ha comprobado que la presencia de marcas de género en los nombres que designan profesiones o actividades desempeñadas por mujeres está sujeta a cierta variación [...] La lengua ha acogido bedela, coronela, edila, jueza, médica o plomera, pero estas y otras voces similares han tenido desigual aceptación" (§ 2.6a). "Otros sustantivos de persona que designan cargos, títulos, empleos, profesiones y actividades diversas, y hacen el masculino en -o [muchos de ellos considerados antiguamente comunes en cuanto al género] presentan el femenino en -a: abogado/abogada, árbitro/árbitra, médico/médica, magistrado/magistrada, torero/torera..." (§ 2.6f).
A todo lo anterior me gustaría añadir las palabras de Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española, a propósito del tema: "Se confunde el sexo con el género y se fuerza algo que contradice una ley básica. la economía de la lengua, decir con la menor cantidad de palabras posible la mayor cantidad posible de ideas". A lo que añade Ignacio Bosque, ponente de la recién nacida edición de la Gramática: "Lo curioso es que nadie dice voy con mis hijos y con mis hijas a que jueguen con tus hijos y con tus hijas. Los mismos que dicen los vascos y las vascas dicen luego ayer fui con unos amigos a cenar. ¿Por qué? Porque no tienen un micrófono delante".
Le digo a Zalabardo que, tras todo esto, yo nada tengo que añadir y que espero que esta sea la última vez que el tema se asome a estas páginas. Me hace un gesto de incredulidad y esboza una socarrona sonrisa.
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