Me comentaba Zalabardo que, en la
situación por la que atravesamos, no sabe uno a qué carta quedarse. Si meterse
de lleno en la corriente dominante y, por tanto, dejarse llevar por el enfado y
la tristura ante tanta mala noticia y ante tanto talante acalorado, mohíno e
irritado, o, por el contrario, poner buena cara al mal tiempo y olvidarse de
tantas noticias desagradables como recibimos por todas partes. Lo malo, añade,
es que puedan tomarnos por tontos y pensar que estamos en Babia.
Le
respondo que no creo que sea para tanto. No que la situación no sea en realidad
lo mala que parece, sino que no hay que preocuparse porque nos digan que
estamos en Babia. Que, frente a lo que generalmente se entiende, a veces hasta
es bueno estar en Babia.
Mi
amigo no acaba de entender mis palabras y me mira extrañado. Decido entonces exponerle
lo que el DRAE dice de tres expresiones que son sinónimas. Estar
en Babia es ‘estar distraído y como ajeno a aquello de que se trata’. Estar
en Belén significa ‘estar embobado, estar en Babia’. Y estar
en las Batuecas es ‘estar en Babia’. Lo que pasa es que estas
expresiones, como muchas otras, son interpretadas de diferente manera y, en ocasiones,
con explicaciones apenas traídas por los pelos. Así, Manuel Rabanal, en su libro El lenguaje y su duende, mantiene
que los tres lugares son topónimos que empiezan por b, consonante que se repite en bobo
y embobado y dominante en balbucir. A todo esto, añade que Babia
viene de baba y, por tanto, la
expresión significa ‘estar con la boca abierta, embobado’. Por ahí es por donde
la toma Zalabardo.
Naturalmente,
esta interpretación puede ser rebatida por otras y, para ello, intentaré
explicar cada una de las expresiones, que en efecto significan lo mismo,
acudiendo a diferentes argumentos. Vayamos primero con estar en Babia, que es la
más común y repetida. Babia, que viene del latín Vadabia
o Uadabia
y no de baba, es, según bien se sabe, una comarca leonesa abundosa de
agua y verdes prados. En la antigüedad, los reyes leoneses tenían allí
residencia de verano y a ella se retiraban cada vez que buscaban tranquilidad, sosiego
y distracción con la caza. Por eso, cuando en la corte era necesaria su presencia
y no los encontraban, se decía que el rey estaba en Babia, dicho que
pasó a significar ‘estar ausente, distraído’.
¿Qué
pasa con estar en las Batuecas? Algo semejante. Las Batuecas es un bello
valle de la provincia de Salamanca que por bastante tiempo permaneció
desconocido y en su torno se crearon muchas leyendas, como la de que sus
habitantes eran salvajes y carecían no solo de cultura sino incluso de la
facultad de hablar. Pero Las Batuecas ha sido siempre un lugar, como Babia,
donde se podía vivir ajeno a otras preocupaciones que no fuera el ocio. Basta
leer lo que en Las batuecas del duque de Alba, comedia de Lope de Vega, dice Marfino, uno de los personajes, a Darinto:
Si vivimos en paz sin ser regidos, ¿por
qué das ocasión que nos deshaga alguna envidia, donde nunca reina? Por eso estar
en las Batuecas es, como estar en Babia, ‘estar distraído,
ajeno a cuanto acontece fuera’.
Y
acabemos con estar en Belén. ¿Quién no ha visto la cara que suelen tener las
figuritas de barro que representan a los pastores, ya sea recibiendo la noticia
del nacimiento por parte del ángel, ya sea adorando a Jesús en el mismo portal?
No importa que ahora el papa diga que tampoco hubo pastores en Belén. La cara
de esos pastores, digo a Zalabardo, es de arrobo, casi de éxtasis, de asombro,
de estar
en Babia. En cualquier caso, oído el anuncio del ángel, dejaron sus
ovejas, se olvidaron de ellas, y se fueron a ver al recién nacido. Al menos,
así se contaba antes.
Vemos
aquí, le digo a Zalabardo, que las tres expresiones coinciden en manifestar
asombro, admiración, estado placentero que lleva a uno a olvidarse de cuanto
existe alrededor. ¿Qué, si no, quiere decir el DRAE cuando afirma que es
‘estar distraído y como ajeno a aquello de que se trata’?
Y
como ahora llegan las vacaciones de navidad y lo normal es estar con la familia,
Zalabardo y yo también estaremos en Belén, ajenos a todo lo
demás, hasta que pasen las fiestas. Mucha felicidad para todos.
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