domingo, octubre 26, 2014

LOS REPARTÍOS DE OSUNA



            Que Osuna es un pueblo de cine no lo voy a negar yo, con el revuelo organizado con motivo del rodaje en parajes del municipio de episodios de la serie televisiva Juego de tronos. Primero, porque allí nací y a él están ligados los mejores recuerdos de mi niñez y adolescencia. Aunque son muchos los años que falto de Osuna, podría asumir las palabras de Juan Ramón respecto a Moguer: Recuerdo que, cuando niño, / me parecía mi pueblo / una blanca maravilla, un mundo mágico, inmenso. Segundo, porque si miramos el diccionario leemos que algo es de cine cuando ‘por su riqueza, belleza o lujo, parece más propio de la ficción cinematográfica que de la realidad’. Y la ilusión que llevaba a Juan Ramón a ver las casas de su pueblo como palacios y sus templos como catedrales es realidad incontestable en el mío. Osuna no es un simple decorado de cine; por algo ha captado no solo el interés de los realizadores de Juego de tronos, sino que  sus calles han acogido el rodaje de otras películas y cautivan a quienes las visitan.
            Pero, pese a ello, no puedo evitar recordar las palabras de Joseph Conrad en Lord Jim: Es extraordinario cómo pasamos por la vida  con los ojos semicerrados, los oídos sordos y los pensamientos dormidos. La frase continúa afirmando que tal vez sea mejor así, pues ese aturdimiento puede hacer la vida más soportable para muchos.

            Zalabardo y yo, que paseamos y callejeamos continuamente, procuramos no fundamentar nuestra visión de la vida en citas sino en lo que apreciamos a nuestro alrededor. Y vemos muchas cosas que no nos gustan, aunque a otros (en especial a los políticos) se les llene la boca diciendo que ya estamos saliendo de la crisis. ¿Quién?, nos preguntamos nosotros.
            Ya digo que hace mucho que salí de mi pueblo, de Osuna. Y el recuerdo que guardo es una mezcolanza de luces y sombras. Un pueblo que tuvo (que nadie coja los datos como incontestables, porque no los he comprobado) cerca de 30000 habitantes, no llegará hoy a 18000. Recuerdo a mi pueblo como un lugar de impresionante fachada (colegiata, universidad, palacios de imponente arquitectura, bellos rincones, restos de un pasado histórico insigne), pero con una sociedad injustamente estructurada: bastante riqueza concentrada en pocas manos y muchas familias dependiendo de las faenas estacionales en el campo y sometidas al capricho de los elementos: la lluvia, el pedrisco, la helada, el sol cegador, la sequía... La zozobra de estos campesinos andaluces la expresó bien Antonio Machado en Poema de un día (meditaciones rurales): En otro tiempo… Llovía / también cuando Dios quería.  Un pueblo que tuvo que ver cómo muchos de sus hijos habían de emigrar hacia Cataluña, País Vasco, Francia, Suiza… Solo algunos regresaron. Si miro estadísticas, me duele ver cómo otros pueblos de la comarca han sabido crecer mientras el mío parece estancado.
            Cuando ahora Zalabardo y yo contemplamos en muchas ciudades las precarias instalaciones de Los Ángeles de la Noche, que dan comida a los que no la tienen, los locales de asociaciones humanitarias ante cuyas puertas hacen colas los desfavorecidos que esperan recibir un kilo de garbanzos, o de arroz, o un cartón de leche; cuando vemos gente que rebusca en los contenedores de la basura, rememoramos tiempos que nunca creímos que pudieran volver. Los dos somos de una época posterior a la guerra civil en la que lo peor había pasado; pero, aun así, todavía conocimos las cartillas de racionamiento y los cupones de suministros, la escasez de productos básicos y la imposibilidad de bastantes para conseguir el pan, el aceite o el azúcar nuestros de cada día.

            Y cuando en estos días pasados los periódicos hablaban del proceso para seleccionar a los participantes en la serie televisiva, o sea del reparto de secundarios, a mí se me apareció una palabra parecida, repartido, o, como se decía con nuestra fonética andaluza, repartío. Porque, de pequeño, a mis oídos llegaba con frecuencia esta frase: pasas más hambre que los repartíos de Osuna. Siempre tuve curiosidad por conocer el origen de la expresión, que no hallaba en ninguna colección de refranes, proverbios o modismos. Pero, como tantas veces, las respuestas las tenemos cerca y no las vemos y hay personas a las que puedes acudir en solicitud de ayuda y no reparas en ello.
            Una de esas personas es José Manuel Ramírez Olid, paisano, compañero de instituto, amigo (por encima de todo), historiador y buen conocedor del pasado de nuestro pueblo, pues no en vano su tesis doctoral desarrolló el tema Osuna durante la Restauración (1875-1931). Ahí se encuentra la explicación del dicho que a mí me intrigaba. En respuesta a una consulta que le envié, me ha abierto los ojos. Resumo su explicación: En el siglo xix, como consecuencia de las lluvias, unas veces, o de las sequías, otras, hubo bastantes crisis de subsistencia. Los jornaleros en paro, para mantener a sus familias, se daban a actividades paralelas: hacer pleita, cisco, aljofifas de pita (palabras, y productos, que se van perdiendo si no se han perdido ya) recoger frutos silvestres (acerolas, madroños, majoletos…)

            Si la situación se hacía insostenible, el Ayuntamiento, en busca de una solución, convocaba un cabildo extraordinario al que acudían también los mayores contribuyentes (estos a regañadientes, reacios a colaborar). Con los escasos recursos municipales se organizaban peonadas para arreglo de calles y caminos, en espera de auxilios del Gobierno Civil, que nunca llegaban. Si la crisis perduraba, el Ayuntamiento se comprometía a repartir un rancho, para lo que concertaba préstamos con los propietarios o bien les pedía dinero como adelanto de los impuestos. Si todo ello no era suficiente, se imponía por decreto que los mayores contribuyentes se repartieran a los jornaleros en paro y los mantuvieran hasta que llegasen tiempos mejores. No debe extrañar la poca predisposición de los propietarios a asumir tal medida; y como la cumplían procurando el mayor ahorro posible, se hacía preciso aumentar la dotación de fuerzas de la guardia civil en prevención de desórdenes.
            De este reparto surgió el término repartido o repartío. Aquellos pobres jornaleros, paisanos míos, eran los hambrientos repartíos de Osuna. Ahora, el Ayuntamiento quiere obtener provecho del tirón turístico que puede suponer el rodaje de Juego de tronos. ¿No hay otras formas menos efímeras para sacar al pueblo hacia adelante y para superar la crisis con más firmeza, sin fiarse de unos recursos fáciles que no son sino pan para hoy y hambre para mañana? Pero me temo, le confieso a Zalabardo, que, aun sin haber leído a Conrad, todavía hay muchos que siguen acogiéndose a sus palabras: cierran ojos y oídos y adormecen los pensamientos. Piensan que así pueden acallar las conciencias.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo amigo. De un ursaones que también esta fuera por trabajo, que sigue empadronado hasta que no le quede mas remedio, porque lucha por su pueblo hasta el final. Un pueblo con aires de ciudad que no supo aprovechar sus virtudes y que ahora aspira a una "miaja de pan" que es esta serie de tronos y que tampoco sabrá aprovechar. Un saludo