Que Osuna es un pueblo de cine no lo
voy a negar yo, con el revuelo organizado con motivo del rodaje en parajes del
municipio de episodios de la serie televisiva Juego de tronos. Primero,
porque allí nací y a él están ligados los mejores recuerdos de mi niñez y
adolescencia. Aunque son muchos los años que falto de Osuna, podría asumir las
palabras de Juan Ramón respecto a Moguer:
Recuerdo que, cuando niño, / me parecía
mi pueblo / una blanca maravilla, un mundo mágico, inmenso. Segundo, porque
si miramos el diccionario leemos que algo es de cine cuando ‘por su riqueza, belleza o lujo, parece más propio de la ficción cinematográfica
que de la realidad’. Y la ilusión que llevaba a Juan Ramón a ver las casas de su pueblo como palacios y sus templos
como catedrales es realidad incontestable en el mío. Osuna no es un simple
decorado de cine; por algo ha captado no solo el interés de los realizadores de
Juego
de tronos, sino que sus calles
han acogido el rodaje de otras películas y cautivan a quienes las visitan.
Pero, pese a ello, no puedo evitar
recordar las palabras de Joseph Conrad
en Lord
Jim: Es extraordinario
cómo pasamos por la vida con los ojos
semicerrados, los oídos sordos y los pensamientos dormidos. La frase
continúa afirmando que tal vez sea mejor así, pues ese aturdimiento puede hacer
la vida más soportable para muchos.
Zalabardo y yo, que paseamos y
callejeamos continuamente, procuramos no fundamentar nuestra visión de la vida
en citas sino en lo que apreciamos a nuestro alrededor. Y vemos muchas cosas
que no nos gustan, aunque a otros (en especial a los políticos) se les llene la
boca diciendo que ya estamos saliendo de la crisis. ¿Quién?, nos preguntamos
nosotros.
Ya digo que hace mucho que salí de
mi pueblo, de Osuna. Y el recuerdo que guardo es una mezcolanza de luces y
sombras. Un pueblo que tuvo (que nadie coja los datos como incontestables,
porque no los he comprobado) cerca de 30000 habitantes, no llegará hoy a 18000.
Recuerdo a mi pueblo como un lugar de impresionante fachada (colegiata,
universidad, palacios de imponente arquitectura, bellos rincones, restos de un
pasado histórico insigne), pero con una sociedad injustamente estructurada: bastante
riqueza concentrada en pocas manos y muchas familias dependiendo de las faenas
estacionales en el campo y sometidas al capricho de los elementos: la lluvia,
el pedrisco, la helada, el sol cegador, la sequía... La zozobra de estos
campesinos andaluces la expresó bien Antonio
Machado en Poema de un día (meditaciones rurales): En otro tiempo… Llovía / también cuando Dios quería. Un pueblo que tuvo que ver cómo muchos de sus
hijos habían de emigrar hacia Cataluña, País Vasco, Francia, Suiza… Solo algunos regresaron. Si miro
estadísticas, me duele ver cómo otros pueblos de la comarca han sabido crecer mientras
el mío parece estancado.
Cuando ahora Zalabardo y yo
contemplamos en muchas ciudades las precarias instalaciones de Los
Ángeles de la Noche, que dan comida a los que no la tienen, los locales
de asociaciones humanitarias ante cuyas puertas hacen colas los desfavorecidos
que esperan recibir un kilo de garbanzos, o de arroz, o un cartón de leche; cuando
vemos gente que rebusca en los contenedores de la basura, rememoramos tiempos
que nunca creímos que pudieran volver. Los dos somos de una época posterior a
la guerra civil en la que lo peor había pasado; pero, aun así, todavía conocimos
las cartillas de racionamiento y los cupones de suministros, la escasez de productos
básicos y la imposibilidad de bastantes para conseguir el pan, el aceite o el
azúcar nuestros de cada día.
Y cuando en estos días pasados los
periódicos hablaban del proceso para seleccionar a los participantes en la
serie televisiva, o sea del reparto de secundarios, a mí se me apareció una palabra
parecida, repartido, o, como se decía con nuestra fonética andaluza, repartío.
Porque, de pequeño, a mis oídos llegaba con frecuencia esta frase: pasas
más hambre que los repartíos de Osuna. Siempre tuve curiosidad por conocer
el origen de la expresión, que no hallaba en ninguna colección de refranes, proverbios
o modismos. Pero, como tantas veces, las respuestas las tenemos cerca y no las
vemos y hay personas a las que puedes acudir en solicitud de ayuda y no reparas
en ello.
Una de esas personas es José Manuel Ramírez Olid, paisano, compañero de instituto,
amigo (por encima de todo), historiador y buen conocedor del pasado de nuestro
pueblo, pues no en vano su tesis doctoral desarrolló el tema Osuna
durante la Restauración (1875-1931). Ahí se encuentra la explicación
del dicho que a mí me intrigaba. En respuesta a una consulta que le envié, me ha abierto los ojos. Resumo su explicación: En el siglo xix, como consecuencia de las lluvias, unas veces, o
de las sequías, otras, hubo bastantes crisis de subsistencia. Los jornaleros en
paro, para mantener a sus familias, se daban a actividades paralelas: hacer pleita,
cisco,
aljofifas
de pita (palabras, y productos, que se van perdiendo si no se han
perdido ya) recoger frutos silvestres (acerolas, madroños, majoletos…)
Si la situación se hacía
insostenible, el Ayuntamiento, en busca de una solución, convocaba un cabildo
extraordinario al que acudían también los mayores contribuyentes (estos a
regañadientes, reacios a colaborar). Con los escasos recursos municipales se
organizaban peonadas para arreglo de calles y caminos, en espera de auxilios del Gobierno Civil, que nunca llegaban. Si la crisis perduraba, el
Ayuntamiento se comprometía a repartir un rancho, para lo que concertaba
préstamos con los propietarios o bien les pedía dinero como adelanto de los impuestos.
Si todo ello no era suficiente, se imponía por decreto que los mayores
contribuyentes se repartieran a los jornaleros en paro y los mantuvieran hasta
que llegasen tiempos mejores. No debe extrañar la poca predisposición de los
propietarios a asumir tal medida; y como la cumplían procurando el mayor ahorro
posible, se hacía preciso aumentar la dotación de fuerzas de la guardia civil en
prevención de desórdenes.
De este reparto surgió el término
repartido
o repartío.
Aquellos pobres jornaleros, paisanos míos, eran los hambrientos repartíos de Osuna. Ahora,
el Ayuntamiento quiere obtener provecho del tirón turístico que puede suponer
el rodaje de Juego de tronos. ¿No hay otras formas menos efímeras para
sacar al pueblo hacia adelante y para superar la crisis con más firmeza, sin
fiarse de unos recursos fáciles que no son sino pan para hoy y hambre para
mañana? Pero me temo, le confieso a Zalabardo, que, aun sin haber leído a Conrad, todavía hay muchos que siguen
acogiéndose a sus palabras: cierran ojos y oídos y adormecen los pensamientos.
Piensan que así pueden acallar las conciencias.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo amigo. De un ursaones que también esta fuera por trabajo, que sigue empadronado hasta que no le quede mas remedio, porque lucha por su pueblo hasta el final. Un pueblo con aires de ciudad que no supo aprovechar sus virtudes y que ahora aspira a una "miaja de pan" que es esta serie de tronos y que tampoco sabrá aprovechar. Un saludo
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