Calendario romano, con indicación de los fasti (días propicios) |
Confieso a Zalabardo mi extrañeza por
la violencia que suele desatarse en los foros de Internet por los motivos más
banales. Se diría que el anonimato anima a insultar. Pero es que personas que
no ocultan su nombre, titulares de páginas e incluso periodistas, también escriben
comentarios injuriosos, ofenden con sus contenidos o firman artículos y
titulares que parecen provocar a propósito. ¿Tanto nos cuesta aceptar una opinión
que no coincida con la nuestra para, con esa facilidad, renunciar al análisis y
al diálogo y dejarnos llevar por el insulto? Hoy mismo leo que la policía ha detenido a una persona por llamar en Facebook delincuente al policía que murió arrollado por un tren cuando trataba de identificar a una persona. ¿Ni siquiera respetaremos a los difuntos?
Hace un tiempo me topé con una
página llamada Calendas griegas en la que su autora, con escasa delicadeza y
algo de despiste, se ponía a explicar el sentido de la locución latina ad
calendas graecas. Solo que su explicación era insuficiente y el tono
más bien provocador, lo que sentó mal a algunos lectores que comenzaron a
enviar comentarios en tono exaltado; la exaltación derivó en insultos y los
insultos en pelea tumultuaria. Por supuesto, el tema de la entrada se olvidó.
Esa razón me inclinó a enviar un comentario en el que pedía cordura y
manifestaba mi preocupación ante tanta desconsideración y ausencia de respeto a
las personas. De paso, aproveché para explicar qué era realmente la expresión y
cuál su origen.
Ahí hubiese quedado la cosa de no
ser porque, tiempo después, he recibido escritos, incluso uno desde Costa
Rica, que me agradecen la explicación ofrecida y solicitan alguna ampliación de
la misma. No sé si ellos llegarán a leer este apunte, pero, para comenzar el
año, retomo y completo lo que entonces decía.
Empecemos con orden. ¿Qué dice el DRAE?
Pues que calenda (aunque debiéramos decir calendas) proviene del
latín kalendae, -arum, ‘primer día
del mes’. ¿Y qué significados tiene ahora el término?: 1. Lección
del martirologio romano, con los nombres y hechos de los santos, y las fiestas
pertenecientes a cada día. 2. En el antiguo cómputo romano y en el
eclesiástico, primer día de cada mes. 3. Época o tiempo pasado. ¿Y qué dice de calendas
griegas? Pues que es una expresión irónica que significa ‘tiempo que no
ha de llegar, porque los griegos no tenían calendas’.
Calendario romano (Museo della Civiltà Romana) |
Aclarado
esto, pasemos a la historia de la palabra y al sentido de la locución. De los
que recoge el DRAE, el
significado más ajustado al origen es el segundo, ‘primer día de cada mes’. Atendamos,
pues, al calendario romano (fácilmente se ve que calendario viene de calendas)
para que todo nos resulte más fácil. La raíz indoeuropea kel∂-, que significa ‘gritar’, está
en la base del latín clamo,
‘gritar, dar voces’ y calo,
‘llamar, convocar’, así como del griego καλέω,
‘llamar’. Muchas son las palabras actuales que se remontan, por diferentes
caminos, a esa antigua raíz: clamar,
clamor, exclamar, chamariz, concejo,
intercalar, declarar, nomenclatura… Y, naturalmente, calendas (o kalendas),
siempre en plural, que era el ‘primer día de cada mes, en que se anunciaba
públicamente en qué días iban a caer las nonas
y los idus, que no tenían fechas
fijas’.
El calendario romano se
ajustaba a los ciclos lunares y los meses no tenían un número fijo de días. Todo
giraba en torno a tres fechas claves: teóricamente, el primer día de cada mes
coincidía con el novilunio, la luna nueva. ¿Y por qué se le llamaba calendas?
Porque en ese día, los pontífices anunciaban desde el Capitolio, siguiendo una
fórmula tradicional, cuándo caerían las nonae (los días 5 o 7 del mes), el
cuarto creciente, y los idus (los días 13 o 15), el
plenilunio. También era el día en que las deudas privadas o los tributos al
erario público debían ser saldados. Idus es una palabra de difícil filiación.
Leo en algunos sitios, siempre aludiendo a M.
Terencio Varron, que es un préstamo etrusco, eideus, que designa la
noche clara, iluminada por la luz de la luna; pero, en otros, se dice que
primitivamente era iduare, ‘dividir’, porque esa fecha partía el mes en dos partes
de casi igual duración. Nonae, en cambio, no tiene ninguna
duda, eran los días que iban nueve antes de los idus.
(Fuente: Wikipedia) |
Pero no todo es fácil en este
calendario. En su historia sufrió modificaciones. El cómputo de los días, por
ejemplo, no se hacía como ahora, sino siempre con referencia a un futuro: “el
cuarto día antes de las calendas”, “el tercer día antes de
los idus”,
etc. Inicialmente, los meses eran diez y el año empezaba en marzo; luego se
añadirían enero y febrero para ajustarse al ritmo de las estaciones. Eso
explica que septiembre signifique ‘mes séptimo’ aunque en realidad sea el
noveno. Igual pasa con octubre, noviembre y diciembre. Julio y agosto (antes quintilis
y sextilis))
pasaron a llamarse así en honor de Julio
César y de Octavio Augusto. Sin
embargo, cuando a Tiberio le
propusieron que septembris tomase su nombre, respondió: “¿Y qué haréis cuando
se acaben los meses a los que cambiar el nombre?”.
Me interrumpe Zalabardo: “¿Pero cómo
la dichosa locución Ad calendas graecas pasa a significar ‘tiempo que no ha de
llegar’, es decir, ‘nunca’?” La respuesta es fácil. El calendario griego, o los
calendarios, pues en cada región tenían uno propio, funcionaba de diferente
manera. En cualquier caso, los griegos no tenían calendas, porque al día
de la luna nueva lo llamaban neomenia (de νεο, ‘nuevo’ y μήνη,
‘luna’). Y cuenta Suetonio en De vita caesarum que fue el
emperador Octavio Augusto el primero
en utilizar la locución, pues, haciendo referencia a los morosos, decía en tono
de burla que pretendían pagar ad calendas graecas, es decir, nunca.
Para terminar el apunte, deseamos
que el nuevo año sea venturoso para todos y nunca los idus nos sean aciagos,
como fueron para César los de marzo.
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