domingo, mayo 24, 2020

¿SECUELAS DE LA COVID-19?


            El lenguaje es un valiosísimo instrumento, más que ningún otro, para organizar nuestro pensamiento y poder transmitirlo a los demás. Lo he hablado muchas veces con Zalabardo. Pero, como cualquier instrumento, valga en un simple martillo, podemos utilizarlo bien o mal. El bello mueble que contemplamos debe más a la pericia del ebanista que lo hizo que a la cantidad y calidad de sus herramientas. Que nadie olvide esto.
            Un claro pensamiento, es lo que pretendo decir, se manifestará mejor mediante un lenguaje que todos elogien. Pero que nadie crea que, por la mera circunstancia de poseer la facultad de hablar, conseguiremos que nuestras ideas sean más claras y más valoradas.
            Ese principio me ha llevado siempre a defender que un buen pensamiento, apoyado en un adecuado lenguaje, ayuda al progreso de una sociedad; pero jamás triunfará el proceso opuesto: una sociedad no cambiará porque nos limitemos a modificar el lenguaje manteniendo ideas banales. Aunque muchos lo intentan, ya sea mediante intimidación o por pura imposición.
            Estos días en que estamos asediados por un coronavirus y en los que, en momentos, llegamos incluso a temer que acabaremos vencidos, pueden servir de ejemplo para lo que digo. Porque estos días, repito, nos hemos topado bastante con palabras y conceptos que teníamos olvidados o contemplamos cómo se recurre a otros que no conocemos.
            Zalabardo, como siempre, solicita ejemplos. Y procuro dárselos. Hemos comprendido la diferencia entre epidemia y pandemia. Una epidemia es una enfermedad que se propaga durante un tiempo en un país, afectando de manera simultánea a un gran número de personas; en cambio, una pandemia, así lo entiende la OMS, es la propagación a gran velocidad y a escala mundial de una nueva enfermedad. De hecho, la OMS no ha hablado de pandemia ahora hasta que se han dado casos en los seis continentes y en más de 100 países.

           ¿Desconoce alguien lo que diferencia a coronavirus de Covid-19? Los coronavirus forman una gran familia de virus que pueden ocasionar afecciones respiratorias. Pueden ir desde un simple catarro hasta un SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome, ‘síndrome respiratorio agudo grave’). La covid-19 (ojo, el término es femenino) es el acrónimo de coronavirus disease 2019, ‘enfermedad provocada en 2019 por un coronavirus’.
            Del mismo modo debe haber quedado claro que la cuarentena, el simple confinamiento para prevenir la enfermedad, carece de tiempo determinado. Asociarla con cuarenta días no tiene ninguna base científica; es algo que nació en Venecia, en el siglo XIV, cuando se creyó que un confinamiento de cuarenta días libraba de la peste negra.
            En este rastreo de palabras, se me viene a la boca y a los oídos, le digo a Zalabardo, el neologismo infodemia. La propia OMS utiliza ya desde hace años infodemic para referirse a un exceso de información acerca de un tema, mucha de la cual son bulos o rumores que dificultan que encontremos fuentes y orientación fiables cuando las necesitamos. Pero, entre nosotros, es palabra nueva. Fundéu nos aclara que infodemia es un neologismo válido que señala la sobreabundancia de información (alguna rigurosa y otra falsa) sobre un tema. Por desgracia, se ha instalado bien.
            Otros casos que son diferentes, pues muestran un pensamiento descuidado, una falta de reflexión que nos empuja a crear un lenguaje distorsionador de la realidad de la que queremos hacer mención. Le pongo a Zalabardo algunos casos. Por ejemplo, es correcto hablar de escalada cuando nos referimos al aumento de contagios por una enfermedad. Pero, si como parece, empezamos a ponerle freno, ¿por qué hablar de desescalada si, en español, lo opuesto a escalada es descenso? Otro caso. El presidente Sánchez, cuando su gobierno decidió hacer frente a la pandemia, con un poco de retraso, esa es la verdad, nos exhortó a un comportamiento disciplinado que nos llevaría a una nueva normalidad. Imagino que él o algunos de sus asesores recordaron la promesa del presidente Roosevelt sobre un new deal, un nuevo trato, una intervención para luchar contra los efectos de la Gran Depresión. Pero lo que la covid-19 nos ha robado a los españoles, y a otras muchas personas de todo el mundo es precisamente la normalidad, nuestra vida ordinaria habitual. Y, pienso, lo que queremos es que esa normalidad perdida se restablezca, no que nos inventen una nueva.
            A partir de ejemplos de este tipo, surge el llamado efecto contagio. Por eso alguien ha escrito sobre la aspiración a una nueva inmunidad. Tenemos un sistema inmunitario que defiende a nuestro organismo contra los ataques de elementos patógenos. La inmunidad puede ser innata o adquirida (por ejemplo, con vacunas), puede fortalecerse o debilitarse, pero no hay que inventar ninguna inmunidad nueva.

           ¿Y qué es eso del paciente cero? Carlos Rodríguez, matemático, poeta, fotógrafo y, sobre todo, persona cabal y amigo, nos podría hablar mucho sobre el cero. Yo, que conozco menos su esencia, me quedo con que, en el lenguaje, cero expresa ausencia, valor nulo; equivale, por tanto, a nadie, nada, ninguno… Llamar paciente cero al primer ser humano infectado por el virus, foco irradiador de la enfermedad, bien que a su pesar, me parece un error. No existe un paciente cero. Bien está que se hable, por ejemplo, de tolerancia cero ante algo, porque supone la no tolerancia. Pero hablar de un paciente cero es como cuándo se discutió en qué año comienza un siglo. Quedó suficientemente demostrado en su día, supongo, que cualquier siglo comienza en un año 1 (1801, 1901, 2001…), por la sencilla razón de que no existe año 0. Es posible hablar del año 1 de una era o del año 1 anterior a esa era; pero nunca de año 0. Tampoco hay, pues, un paciente 0.
            Pero peor que dedicarse a sugerir nuevos significados o inventar nuevas expresiones es dar patentes pruebas de un desconocimiento supino de la lengua que usamos. Buscando asegurarse el voto positivo para aprobar el mantenimiento del estado de alarma, el gobierno de Sánchez firma un documento con EH Bildu en el que se compromete a la derogación íntegra de una ley anterior. Si derogar significa ‘dejar sin efecto una norma vigente’, ¿a qué viene eso de íntegra? O se deroga una norma, o se derogan algunos aspectos de una norma. En cualquier caso, lo de íntegra sobra.
            La covid-19 podrá dejarnos secuelas, pero confiemos en que ninguna afecte a la corrección del lenguaje.

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