sábado, mayo 30, 2020

EL HIMNO DE ESPAÑA

Bandera de Juana la Loca y Felipe de Anjou

            En agosto de 2013, en esta Agenda apareció un apunte titulado La tiranía de algunos símbolos, donde insistía sobre la convencionalidad de los signos, el valor que realmente tienen y la necesidad de que nadie se apropie de ellos de manera indebida. Charles Saunder Pierce explica muy bien lo que es un símbolo y qué lo diferencia de otros signos semejantes. Indicios, iconos y símbolos expresan una relación entre dos elementos. El indicio se basa en un razonamiento de inferencia (humo/fuego); el icono reproduce aquello a lo que se refiere (retrato/persona retratada); en cambio, el símbolo es una mera convención, si queremos, caprichosa (balanza/justicia).
            En diferentes lugares se nos dice que los símbolos de España son la bandera, el escudo y el himno. Rastrear su procedencia no es algo demasiado complicado. Más lo es aceptarlos como lo que en verdad son. Esos símbolos nunca fueron representación de territorios ni naciones. Tuvieron su origen en los vexilos, estandartes rígidos o guiones, que usaban los legionarios romanos para reconocerse, costumbre que continuarían los visigodos. Tal como se entienden hoy, paños rectangulares unidos a un astil, las banderas, proceden de oriente y las trajeron a España los musulmanes. Zalabardo que Rodrigo Caro, comentándolos en su Antigüedades y principado de la ilustrísima ciudad de Sevilla y Chorographía de su convento jurídico, de 1634, afirma que significaban como hazen ahora Reyes, señores y Cavalleros. Nunca representaban a un territorio o naciones. Eso fue una convención posterior.

Bandera en tiempos de Felipe II
            Y el símbolo se inventa. Miremos si no la bandera de España y sus cambios. Tras los Reyes Católicos, fue blanca con la cruz de Borgoña, porque Felipe el Hermoso ostentaba ese ducado. Felipe II, cambió el fondo blanco por amarillo. La casa de Borbón recuperó el blanco y añadió sus armas reales, aunque solo se utilizaba como enseña de la Marina hasta que Carlos III, avisado de que nuestros buques se confundían con los de otros países que usaban el mismo color, convocó un concurso para un nuevo diseño. Entonces aparecieron el rojo y gualda en franjas horizontales. En 1793, se extendió su uso también para el Ejército de Tierra. Y, para no alargar, digamos que hasta 1908 no fue obligatoria su presencia en edificios públicos en fechas señaladas.
            Me pide Zalabardo que pasemos al himno, dado que un amigo común nos ha emplazado a dar nuestra opinión sobre algo que últimamente está circulando en las redes: ¿es el himno de España una melodía andalusí que se remonta al siglo XI? Zalabardo, amante de la rica cultura arabigoespañola medieval, acepta gustoso el encargo.
            Al Ándalus poseía una rica producción poética y musical y un alto grado de tolerancia, lo que permitía la fusión entre las diferentes culturas (árabe, cristiana y judía). Tantos siglos de relación propiciaron la aparición de comunidades mixtas: mozárabes, mudéjares, moriscos… La interculturalidad era un hecho y su influencia en las manifestaciones culturales de los siglos siguientes innegable. A la moaxaja, composición poética en árabe clásico, no tardaría en sumársele un colofón o especie de estribillo, la jarcha, poemita popular escrito en mozárabe, que era una lengua romance. En la misma fuente beben los zéjeles y villancicos castellanos posteriores.
Bandera de la Casa de Borbón
            Tal vez no sea casualidad que el himno de España sea uno de los solo tres en el mundo (junto al de San Marino y el de Bosnia y Herzegovina) que carezca de letra. La razón pudiera estar en lo que sigue. Se recoge por vez primera, con el nombre de Marcha de los Granaderos, en el Libro de las Ordenanzas de Toques de Pífanos y Tambores, redactado por Manuel Espinosa de los Monteros en 1761, aunque este señor no fue su autor, como algunos dicen, y tampoco lo compuso, como pretenden otros, Federico II de Prusia, para regalárselo a España. Su procedencia, según indicios, es anterior.
            ¿De dónde viene, entonces, ese himno? Entre los siglos IX al XV floreció un estilo de música andalusí de tal calidad que no solo influyó sobre toda la música peninsular, sino que alcanzó a Francia y a Italia y, algo después, se extendió por todo el norte de África. La muestra más destacada de esta música es la llamada nawba o nuba. Su creador, según el portal Música Antigua, fue un ilustre músico persa llamado Ziryab que, envidiado por su maestro Al-Musuli, tuvo que abandonar la corte persa y acabó estableciéndose en la Córdoba de Abd al-Rahman II. Allí creó una escuela de música y se le atribuye la creación del laúd.
            La nuba, que significa ‘turno’, tiene una estructura peculiar: forma como un rosario o collar en que cada cuenta sería una canción. El número de canciones es variable, pero, y esto es importante, siempre posee una introducción solo melódica, sin letra, llamada tawashyya, que se interpreta a modo de saludo. Entre los tipos de nubas que han llegado a nosotros destaca la nuba al-Istihal, atribuida por algunos a Ibn Bayya (Avempace), autoría que otros niegan.


Bandera tras Carlos III
           En 2006, el poeta, músico y profesor cordobés Antonio Manuel publicó un artículo en El día de Córdoba en que, por primera vez, que yo sepa, se relacionaban las nubas con el himno de España. Cuenta que, escuchando la nuba al-Istihal grabada por Eduardo Paniagua y Omar Metioui, le llamó la atención la semejanza entre su tawashyya, introducción, y nuestro himno. Al parecer, otro musicólogo, el guitarrista Chapi Pineda, insistió poco después en la misma opinión. Antonio Manuel, nos dice, se sintió sorprendido en un viaje a Tánger al ver que esa tawashyya era comúnmente empleada a modo de saludo y que fue el musicólogo tunecino Amin Chachoo quien le explicó que era una pieza instrumental que solía preceder a las estrofas cantadas.
            Las conclusiones a que llega este cordobés son simples: la composición era muy conocida en la España medieval, hasta el punto de que hay versos muy semejantes entre la canción 4 de la nuba  al-Istihal y la cantiga 42 de Alfonso X; Espinosa de los Monteros debió conocerla, la instrumentó y la incluyó en su Libro de Ordenanza de Toques… como Marcha de los Granaderos, que interpreta como confusión con Granadinos; por decreto de Carlos III pasó a llamarse Marcha Real, porque se usaba en los actos en que aparecían los reyes; por ser una composición solo instrumental, aquella “marcha” carecía de esa letra que echamos en falta; que después haya habido tropecientos de intentos de ponerle letra, sin que ninguno de ellos triunfe, prueba que nunca en su composición hubo idea de que la tuviese.
            En consecuencia. La opinión que se nos pide acepta que nuestro himno puede perfectamente proceder de esa melodía medieval andalusí. La idea no es descabellada. Eso sí, nos revienta que haya quienes se apropien de este, como de los demás símbolos, como si fuesen una propiedad privada. Los símbolos, en definitiva, o son de todos o no son de nadie.


       




1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es muy interesante, ya que enseña de manera muy correcta, los cambios que tuvieron los símbolos patrios españoles. Saludos desde Latinoamérica.