En el sexto acto de La Celestina, la alcahueta responde a Sempronio sobre la tozudez de Calisto: Déjale, que él caerá de su asno. Y más tarde, en el capítulo XIX de la segunda parte del Quijote, el bachiller Corchuelo responde a Sancho tras haberle advertido este sobre el peligro de afrontar determinadas riñas: Yo me contento de haber caído de mi burra y de que me haya mostrado la experiencia la verdad de quien tan lejos estaba.
Que en
el siglo XV se prefiriese asno y en el XVII la lengua se
inclinase por burra importa muy poco. Siempre ha estado claro, ya
lo recogía Covarrubias en su Tesoro, que la expresión caer
de su asno es proverbio griego que usamos cuando uno ha sido necio
en un parecer y porfiado, sin tomar consejo de los que se le podían dar, y al
cabo por el suceso conoce haber errado. Y así, le digo a Zalabardo, el DLE
sigue diciendo que caer(se) alguien del burro, esta es la forma
más extendida en la actualidad, es ‘reconocer que ha errado en algo’.
Pero
decía que eso es lo de menos, ya que la que me interesa comentar es otra
expresión que guarda relación con esta porque también contiene asno/burro
y jinetes que lo montan: No ver tres en un burro. Nadie tiene
dificultad en entender que con ella señalamos a alguien sí las tiene para ver. Sin
embargo, haría falta que alguien cayera de su burro ―mejor
desearía yo que se apeara voluntariamente para evitarle algún posible daño― y
no insistiera tan tozudamente en defender un origen que la expresión no tiene.
Veo a Zalabardo interesado en mis palabras y le cuento que un día, en una página de internet llamada Emitologías (no es error, ese es su título y no Etimologías) comenzó a difundirse que se originó en Andalucía a comienzos del siglo XX. La teoría es más falsa que esos duros del famoso tanguillo gaditano. Se puede resumir de la siguiente forma: un oculista, percatado del número de analfabetos que acudían a su consulta y viendo que le resultaba imposible medir su agudeza visual con las tablas optométricas al uso, decidió utilizar unos cartelones con dibujos. Uno de ellos presentaba a tres jóvenes subidos en un burro. Si el paciente era incapaz de distinguir el motivo del dibujo, es decir, no veía los tres en el burro, significaba que era más miope que el Rompetechos de los tebeos. Hay una versión aún más extraña por no disponer de ninguna documentación que la avale: la que dice que, cuando Herodes mandó matar a los niños, José pudo salvar a Jesús y a María huyendo los tres a Egipto en un burro y que nadie los vio, es decir, nadie vio tres en un burro
Si ya da que pensar que la falsa historia del oculista andaluz se repita en múltiples publicaciones como si fuese verdadera, más preocupa que incluso una institución dedicada a la enseñanza de idiomas, una tal Academia Andaluza con sede en la gaditana Conil, se haga eco de ella en su página web. A pocos de quienes siguen el equivocado parecer de Emitologías parece importarles que, entre otros, Alfred López, creador del blog Ya está el listo que todo lo sabe haya desmontado esta versión al mostrar cómo Gonzalo de Correas recogía en 1627 el refrán Antojásele que ve siete en un asno o, ya en el último cuarto del siglo XIX, José María Sbarbi incluía entre su colección de refranes No ver tres, o siete, sobre un asno. Además, formas de este refrán, o parecidas, se encuentran en otras lenguas de España con anterioridad a la fecha que algunos pretenden. Por ejemplo, en catalán existe Non veu un bou á tres passas, ‘No ver un buey a tres pasos’.
Lo anterior apuntala mi idea, repetida en otras ocasiones, sobre el daño de subir a internet falsas historias que luego resultan difíciles de desmontar y la irresponsabilidad de los reenvíos y repeticiones sin contrastar. En el caso que comentamos del refrán, le digo a Zalabardo, no podemos decir que la sangre llegue al río; se trata de un asunto menor, una nimiedad. Lo malo es cuando esas historias falsas afectan a instituciones o a personas; en tal caso, el daño infligido puede ser grave e irreparable. Por eso es tan importante una buena formación en el uso de las redes sociales y de internet en general.
Sobre el
refrán, poco importa, si son tres o siete los jinetes, si se trata de asno,
de burro o burra. Sabemos lo que queremos decir. Importa
más que algunos, tres, siete o los que sean, caigan del burro y
reconozcan su error en la asignación del origen. Al hacerlo, podrían ver también
otra cuestión que plantea Alfred López, quien, analizando algunas obras
clásicas en las que el refrán se utiliza en su forma No ver siete en un
asno, señala que, en los albores de la expresión, no se aludía tanto a
la debilidad de visión sino al empeño en no querer ver más que aquello que a
uno le interesa. Si esto fuera así, le comento a Zalabardo, tal vez pudiésemos
establecer una línea de familiaridad entre caer del burro y no
ver tres en un burro. Pero eso es algo más complejo.
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